lunes, 23 de febrero de 2009

Yuria 34




Javier Marín nace en Uruapan Michoacán, México en 1962. Vive y trabaja en la ciudad de México D.F. Desde 1983 ha presentado cincuenta exposiciones individuales y ha participado en más de doscientas exposiciones colectivas en importantes espacios culturales de México, Estados Unidos, Canadá, Centroamérica, Sudamérica y varios países de Europa.
“El cuerpo de la escultura de Javier Marín es contemplado necesariamente como un continuo fragmentado, como un todo enlazado que habita su propio Eros y Thánatos, su propio tiempo exiliado su acronía, su propio campo de concentración”
Antonio Zaya


La escritura: lo visible e invisible
Derly Recinos de León


Si escribir llevara para sí la posibilidad de edificar, la base de la realidad que le da origen, lo que en el texto se declara, las formas de vida, a través del axioma pensamiento-escritura, destinarían escenarios basados en la profundidad del juego reflexivo. Sensibilidad e intangibilidad en movimiento continuo. Claro, ello implicaría el emerger de otros destinos, también relatados, los que se escribirían a contrapartida de la libertad, en duelo continuo con la crítica, la cordura y la justeza. Si después de la palabra llegara con ella el mundo que en éstas se corrige, la vida, a la que alude, sería menos cruenta; caótica, sí, pero audaz. El conflicto sería entre la palabra que aniquila y la que inventa.
Lo cotidiano, como existencia habitual de los días, alcanzaría, basado en lo dicho, el estatus verdadero de tensión narrativa. Una epopeya entre el valor, la fuerza de los significados y el instante exacto donde la vigencia y la renovación permiten el nacimiento de la palabra; frente a la perversión, lo fatuo y la caricatura retórica. Ambos donadores de acontecimientos o ambas diégesis antagonistas, son dignos enunciantes de tramas; están obligados a la logicidad y, por lo menos, a un estado mínimo de contemplación.
En la actualidad los escritores descifran acertijos, recorren laberintos, violentan crucigramas, convocan logogrifos para instalar en su pentacordio, éste de consecuencias comunes, el ritmo, la intensidad con la cual sucederá el instante. Desde su residencia como inventores de mundos distienden complejos diarios de cuidad o de campo, de veredas o avenidas, de hogares que emergen de la tierra o de edificios que parecen descender del cielo; de hombres y mujeres, de conductas y pasiones, de elecciones y desprecios; de acuerdos y conflictos, de aprendizaje y de olvidos. Su mirada ubicua, a veces ulterior, anterior; con reservas iterativas o esquicias anafóricas relata, para beneficio particular o para la atención de una comodidad colectiva las usías que a su juicio aparecen.
Sin embargo, la aloctonía que se promueve, este lugar hecho con palabras sufre una escisión que le deja a la deriva. Existe un espectáculo mayor que inhibe, que reduce a la creación. La sórdida existencia, entendida como lexis misma, supera los niveles de ocultamiento y se presenta resonante frente al espectador, quien es parte irremediable de la escena y toda escritura es imperceptible. La realidad observable trasciende, convirtiéndose ella misma en el texto, en su literariedad. La historia que transita de las acciones cometidas y las por acontecer ciega la creación; las imágenes sustentan el pánico, el axioma pensamiento escritura se somete al silencio. Si la realidad es una fórmula que se crea a sí misma y se alimenta de la actividad múltiple, visible o subterránea, de las sociabilidades que la componen, el escritor no es nunca un observador privilegiado, porque él mismo está inmerso en una red de arreferencias compulsivas. La realidad encarcela la voluntad, la de conocer y la de crear.
La arquitectura interna de lo habitual, incluso en educación y en educación superior con mayor acento, pierde autonomía como arma para inventar realidades civiles, relaciones que no permitan la consumación de la vorágine. Se sujeta a narraciones que convulsan el conocimiento de fórmulas para enfrentar el presente, que dan lugar a una delicada dictadura para la mirada. El saber se legaliza no sólo conceptual y tecnológicamente, también visual y de forma lingüística. Abrir la posibilidad fuera de lo arbitrado daña la sintaxis, el eidos, lo autorizado.
Para entender la vida presente es vital revelarse contra la esclusa e iniciar el desciframiento simbólico de la actualidad a través de la palabra. Alojarse en el enigma hasta encender todas las luces que la develan. No conformarse con una respuesta, al contrario, insistir en una posibilidad, misma que nos convierta en cómplices de una fábula, de un cuento, de una novela o de la vida misma.



La Ley de Herodes
Jorge Ibargüengoitia

Sarita me sacó del fango, porque antes de conocerla el porvenir de la Humanidad me tenía sin cuidado. Ella me mostró el camino del espíritu, me hizo enten­der que todos los hombres somos iguales, que el único ideal digno es la lucha de clases y la victoria del pro­letariado; me hizo leer a Marx, a Engels y a Carlos Fuentes, ¿y todo para qué? Para destruirme después con su indiscreción.
No quiero discutir otra vez por qué acepté una beca de la Fundación Katz para ir a estudiar en los Estados Unidos. La acepté y ya. No me importa que los Estados Unidos sean un país en donde existe la explotación del hombre por el hombre, ni tam­poco que la Fundación Katz sea el ardid de un capitalista (Katz) para eludir impuestos. Solicité la beca, y cuando me la concedieron la acepté; y es más, Sarita también la solicitó y también la aceptó. ¿Y qué?
Todo iba muy bien hasta que llegamos al examen médico... No me atrevería a continuar si no fuera porque quiero que se me haga justicia. Necesito jus­ticia. La exijo. Así que adelante...
La Fundación Katz sólo da becas a personas fuertes como un caballo y el examen médico es muy riguroso.
No discutamos este punto. Ya sé que este examen médico es otra de tantas argucias de que se vale el FBI para investigar la vida privada de los mexica­nos. Pero adelante. El examen lo hace el doctor Philbrick, que es un yanqui que vive en las Lomas (por supuesto), en una casa cerrada a piedra y cal y que cobra... no importa cuánto cobra, porque lo pagó la Fundación. La enfermera, que con seguridad traicionó la Causa, puesto que su acento y rasgos faciales la delatan como evadida de la Europa Libre, nos dijo a Sarita y a mí, que a tal hora tomáramos tantos más cuantos gramos de sulfato de magnesia y que nos presentáramos a las nueve de la mañana si­guiente con las “muestras obtenidas” de nuestras dos funciones.
¡Ah, qué humillación! ¡Recuerdo aquella noche en mi casa, buscando entre los frascos vacíos dos adecuados para guardar aquello! ¡Y luego, la noche en vela esperando el momento oportuno! ¡Y cuando llegó, Dios mío, qué violencia! (Cuando exclamo Dios mío en la frase anterior, lo hago usando de un recurso literario muy lícito, que nada tiene que ver con mis creen­cias personales).
Cuando estuvo guardada la primera muestra, volví a la cama y dormí hasta las siete, hora en que me levanté para recoger la segunda. Quiero hacer no­tar que la orina propia en un frasco se contempla con incredulidad; es un líquido turbio (por el sul­fato de magnesia) de color amarillo, que al cerrar el frasco se deposita en pequeñas gotas en las pa­redes de cristal. Guardé ambos frascos en sucesivas bolsas de papel para evitar que alguna mirada penetrante adivinara su contenido.
Salí a la calle en la mañana húmeda, y caminé sin atreverme a tomar un camión, apretando con­tra mi corazón, como San Tarsicio Moderno, no la Sagrada Eucaristía, sino mi propia mierda (esta me­táfora que acabo de usar es un tropo al que llegué arrastrado por mi elocuencia natural y es indepen­diente de mi concepto del hombre moderno). Por la Reforma llegué hasta la fuente de Diana, en donde esperé a Sarita más de la cuenta, pues habla tenido cierta dificultad en obtener una de las nuestras. Llegó como yo, con el rostro desencajado y su envoltorio contra el pecho.
Nos miramos fijamente, sin decirnos nada, conscientes como nunca de que nuestra dignidad humana había sido pisoteada por las exigencias arbitrarias de una organización típicamente capitalista. Por si fuera poco lo anterior, cuando llegamos a nuestro destino, la mujer que había traicionado la Causa nos condujo al laboratorio y allí desenvolvió los frascos ¡delante de los dos! y les puso etiquetas. Luego, yo entré en el despacho del doctor Philbrick y Sarita fue a la sala de espera.
Desde el primer momento comprendí que la inten­ción del doctor Philbrick era humillarme. En primer lugar, creyó, no sé por qué, que yo era ingeniero agrónomo y por más que insistí en que me dedicaba a la sociología, siguió en su equivocación; en segundo, me hizo una serie de preguntas que salen sobrando ante un individuo como yo, robusto y saludable física v mentalmente: ¿qué caso tiene preguntarme si he tenido neumonía, paratifoidea o gonorrea? Y apuntó mis respuestas, dizque minuciosamente, en unas hojas que le había mandado la Fundación a propósito.
Luego vino lo peor. Se levantó con las hojas en la mano y me ordenó que lo siguiera. Yo lo obedecí. Fuimos por un pasillo oscuro en uno de cuyos lados había una serie de cubículos, y en cada uno de ellos, una mesa clínica y algunos aparatos. Entramos en un cubículo: él corrió la cortina y luego, volviéndose hacia mí, me ordenó despóticamente: “Desvístase.” Yo obedecí, aunque ya mi corazón me avisaba que algo terrible iba a suceder. Él me examinó el cráneo aplicándome un diapasón en los diferentes huesos; me metió un foco por las orejas y miró para adentro; me puso un reflector ante los ojos y observó cómo se contraían mis pu­pilas y, apuntando siempre los resultados, me oyó el corazón, me hizo saltar doscientas veces y volvió a oírlo; me hizo respirar pausadamente, luego, contener la respiración, luego, saltar otra vez doscientas veces. Apuntaba siempre. Me ordenó que me acostara en la cama y cuando obedecí, me golpeó despiadadamente el abdomen en busca de hernias, que no encontró; luego, tomó las partes más nobles de mi cuerpo y a jalones las extendió como si fueran un pergamino, para mirarlas como si quisiera leer el plano del tesoro. Apuntó, otra vez. Fue a un armario y tomando algodón de un rollo empezó a envolverse con él dos dedos. Yo lo miraba con mucha desconfianza.
—Hínquese sobre la mesa —me dijo.
Esta vez no obedecí, sino que me quedé mirando aquellos dos dedos envueltos en algodón. Entonces, me explicó:
—Tengo que ver si tiene usted úlceras en el recto.
El horror paralizó mis músculos. El doctor Philbrick me enseñó las hojas de la Fundación que decían efectivamente “úlceras en el recto”; luego, sacó del armario un objeto de hule adecuado para el caso, e introdujo en él los dedos envueltos en algodón. Comprendí que había llegado el momento de tomar una decisión: o perder la beca, o aquello. Me subí a la mesa y me hinqué.
—Apoye los codos sobre la mesa.
Apoyé los codos sobre la mesa, me tapé las orejas, cerré los ojos y apreté las mandíbulas. El doctor Philbrick se cercioró de que yo no tenía úlceras en el recto. Después, tiró a la basura lo que cubriera sus dedos y salió del cubículo, diciendo: “Vístase”.
Me vestí y salí tambaleándome. En el pasillo me encontré a Sarita ataviada con una especie de man­dil, que al verme (supongo que yo estaba muy mal) me preguntó qué me pasaba.
—Me metieron el dedo. Dos dedos.
—¿Por dónde?
—¿¿Por dónde crees, tonta??
Fue una torpeza confesar semejante cosa. Fue la causa de mi desprestigio. Llegado el momento de las úlceras en el recto, Sarita amenazó al doctor Philbrick con llamar a la policía si intentaba revisarle tal parte; el doctor, con la falta de determinación propia de los burgueses, la dejó pasar como sana, y ella, haciendo a un lado las reglas más elementales del compañerismo, salió de allí y fue a contarle a todo el mundo que yo me había doblegado ante el imperialismo yanqui.


Laura
Saki (Héctor Munro)
Escocés: 1870-1916


-No te estarás muriendo de verdad, ¿eh? -preguntó Amanda.
-El doctor me dio permiso de vivir hasta el martes -dijo Laura.
-¡Pero si hoy es sábado! ¡La cosa es grave! -dijo Amanda, con la boca abierta.
-No sé si sea grave; lo que si es cierto es que hoy es sábado -dijo Laura.
-La muerte siempre es grave -dijo Amanda.
-Nunca dije que me iba a morir. Se presume que voy a dejar de ser Laura, pero pasaré a ser otra cosa. Alguna clase de animal, me figuro. Mira: cuando una no ha sido muy buena en la vida que acaba de vivir, reencarna en algún organismo inferior. Y yo no he sido muy buena, si a eso vamos. He sido ruin, mezquina, vengativa y todas esas cosas, cuando las circunstancias así me lo exigieron.
-Las circunstancias nunca exigen ese tipo de cosas -se apresuró a decir Amanda.
-Perdóname que te lo diga -observó Laura-, pero Egbert es una circunstancia que exigiría cualquier cantidad de esa clase de cosas. Tú estás casada con él... eso es otra historia. Tú juraste amarlo, honrarlo y soportarlo; yo no.
-¡No veo qué pueda tener de malo Egbert! -protestó Amanda.
-¡Cómo no! La maldad fue toda mía -admitió Laura desapasionadamente-. Él ha sido tan sólo una circunstancia atenuante. Por ejemplo, el otro día armó un alboroto de malas pulgas cuando saqué a pasear los cachorros pastores de la granja.
-Persiguieron las pollitas Sussex saraviadas y espantaron a dos gallinas cluecas de los nidos, fuera de que pisotearon los cuadros de flores. Y tú sabes cuánta dedicación les pone a sus aves de corral y a su jardín.
-De todas maneras no había necesidad de que remachara toda la bendita tarde al respecto, ni de que dijera "No se hable más de eso" cuando yo ya empezaba a sacarle gusto a la discusión. Ahí fue cuando salí con una de mis venganzas mezquinas -agregó Laura con una risita impenitente-: al otro día del episodio solté en sus semilleros a la familia entera de las saraviadas.
-¡Cómo pudiste hacerlo! -exclamó Amanda.
-Resultó muy fácil -dijo Laura-. Dos gallinas se hicieron las que estaban poniendo, pero yo me mostré firme.
-¡Y nosotros creyendo que fue un accidente!
-Como ves -prosiguió Laura-, en realidad tengo razones para suponer que mi próxima encarnación será en un organismo inferior. Seré alguna clase de animal. Por otro lado, tampoco he sido tan horrible, así que a lo mejor puedo contar con que voy a ser un animal agradable, algo elegante y lleno de vida, amigo de la diversión. Una nutria, tal vez.
-No puedo imaginarte haciendo de nutria -dijo Amanda.
-Bueno, me figuro que no puedes imaginarme haciendo de ángel, si a eso vamos -dijo Laura.
Amanda guardó silencio. No podía.
-Por mi parte, creo que la vida de una nutria sería bastante agradable -continuó Laura-: salmón para comer el año entero y el gusto de poder buscar las truchas en su propia casa, sin tener que esperar horas enteras a que se dignen morder la mosca que una les ha estado columpiando en la cara; y una figura elegante y esbelta...
-Piensa en los perros que las cazan -la interrumpió Amanda-. ¡Qué horrible que la rastreen a una y la acosen y acaben destrozándola!
-Bastante divertido, si la mitad del vecindario está mirando; y en todo caso no es peor que este asunto de morir poco a poco entre sábado y martes. Además, después pasaría a ser otra cosa. Si hubiera sido una nutria regularmente buena, supongo que recobraría alguna forma humana; probablemente algo más bien primitivo... la de un morenito egipcio casi en cueros, me figuro.
-Ojalá te pusieras seria -suspiró Amanda-. De veras deberías hacerlo, si es que sólo vas a vivir hasta el martes.
En realidad, Laura murió el lunes.
-¡Qué terrible trastorno! -se quejó Amanda a su tío político, don Lulworth Quayne-. Tengo invitadas un montón de personas a pescar y jugar golf, y los rododendros están precisamente en su mejor momento.
-Laura fue siempre una desconsiderada -dijo don Lulworth-. Nació en plena temporada ecuestre, con un embajador que odiaba los bebés hospedado en la casa.
-Se le ocurrían las cosas más disparatadas -dijo Amanda-. ¿Sabes de casos de locura en su familia?
-¿Locura? No. Que yo sepa, nunca. Su padre vive en West Kensington, pero creo que es cuerdo en todo lo demás.
-Ella tenía la idea de que iba a reencarnar en una nutria -dijo Amanda.
-Uno se topa estas ideas sobre la reencarnación con tanta frecuencia, incluso en Occidente -dijo don Lulworth-, que no se atrevería a afirmar que son disparatadas. Y Laura fue una persona tan impredecible en esta vida, que no me gustaría sentar reglas precisas sobre lo que podría estar haciendo en un estado ulterior.
-¿Crees que de veras puede haber pasado a ser un animal? -preguntó Amanda, que era una de esas personas bastante prontas a moldear sus opiniones a partir de los puntos de vista de quienes la rodeaban.
Justo en ese momento Egbert entró al comedor matinal, con un aire luctuoso que el deceso de Laura no alcanzaría a explicar por sí solo.
-¡Mataron a cuatro de mis Sussex saraviadas! -exclamó-. Las mismísimas cuatro que iban para la exhibición del viernes. A una la arrastraron y se la comieron precisamente en la mitad del nuevo cuadro de claveles en el que puse tanto empeño y dinero. ¡Mis mejores gallinas y mis mejores flores, escogidas para la destrucción! Casi parece que el animal culpable de ese acto supiera cómo hacer el máximo de daño en el mínimo de tiempo.
-¿Crees que fue una zorra? -preguntó Amanda.
-Más parece cosa de un hurón -dijo don Lulworth.
-No -dijo Egbert-; había huellas de patas palmeadas por todas partes, y seguimos el rastro hasta el arroyo al fondo del jardín: una nutria, evidentemente.
Amanda le lanzó una mirada de reojo a don Lulworth.
Egbert estaba demasiado agitado para desayunar, y se marchó a supervisar el refuerzo de las defensas de los gallineros.
-Por lo menos debería haber esperado a que terminaran los funerales -dijo Amanda, con voz indignada.
-Comprende que se trata de sus propios funerales -dijo don Lulworth-. Es un sutil punto de etiqueta determinar hasta dónde debe uno mostrar respeto por sus propios restos mortales.
Al día siguiente, el irrespeto a las convenciones mortuorias fue llevado más lejos. Durante la ausencia de la familia en las exequias ocurrió la masacre de las restantes Sussex saraviadas. La línea de retirada del merodeador parecía haber cubierto la mayoría de los cuadros de flores en el prado, pero las eras de fresas en la parte de abajo del jardín también se habían visto afectadas.
-Voy a hacer que traigan a los perros tan pronto como sea posible -dijo Egbert, ferozmente.
-¡De ninguna manera! ¡Ni se te ocurra hacerlo! -exclamó Amanda-. Quiero decir, no sería bien visto, tan enseguida de un luto en la casa.
-Es un caso de urgencia -dijo Egbert-. Cuando una nutria se ceba en estas cosas, ya no para.
-A lo mejor se vaya a otra parte ahora que no quedan más gallinas -insinuó Amanda.
-Se diría que quieres proteger a esa alimaña -dijo Egbert.
-El arroyo ha estado muy seco últimamente -objetó Amanda-. No parece muy deportivo cazar un animal cuando tiene tan poca oportunidad de refugiarse.
-¡Por Dios! -estalló Egbert-. No estoy hablando de deporte. Quiero exterminar a ese animal tan pronto como sea posible.
La propia oposición de Amanda se atenuó cuando, a la hora del servicio religioso del domingo siguiente, la nutria se abrió paso hasta la casa, hurtó medio salmón de la despensa y dejó un ripio de escamas sobre la alfombra persa del estudio de Egbert.
-Dentro de poco la tendremos escondida debajo de las camas, ruñéndonos los pies a pedacitos -dijo Egbert.
Y por lo que sabía Amanda de esa nutria en particular, la posibilidad no era muy remota.
La víspera del día fijado para la cacería, Amanda se paseó a solas durante una hora por las orillas del arroyo, haciendo lo que se imaginaba eran ruidos de jauría. Quienes oyeron su actuación supusieron caritativamente que practicaba imitaciones de sonidos de corral para la venidera feria del pueblo.
Su amiga y vecina Aurora Burret se encargó de llevarle noticias sobre la jornada venatoria.
-Es una lástima que no hayas salido; el día estuvo muy productivo. La encontramos de inmediato, en el charco del fondo del jardín.
-Y... ¿la mataron? -preguntó Amanda.
-¡Cómo no! Una espléndida hembra. Le dio un feo mordisco a tu marido mientras trataba de agarrarla por la cola. ¡Pobre animal! Me compadecí mucho de ella. ¡Tenía una mirada tan humana en los ojos cuando la mataron! Dirás que soy una tonta, pero, ¿sabes a quién me recordó esa mirada? Pero, querida, ¿qué te pasa?
Cuando Amanda se hubo recobrado algo de la postración nerviosa, Egbert la llevó a curarse al valle del Nilo. El cambio de horizontes trajo pronto la deseada recuperación de la salud y el equilibrio mental. Las escapadas de una nutria aventurera en busca de un cambio de régimen alimenticio fueron vistas en la correcta perspectiva. El temperamento normalmente plácido de Amanda se reafirmó. Ni siquiera el temporal de clamorosas maldiciones que venían del camarín de su esposo, en la voz de su esposo, pero muy alejadas de su vocabulario de costumbre, pudieron perturbar su calma mientras se acicalaba pausadamente una tarde en un hotel del Cairo.
-¿Qué sucede? ¿Qué pasó? -preguntó, entre divertida e intrigada.
-¡El animalito me tiró todas las camisas limpias en la tina! ¡Espera a que te agarre, so...!
-¿Qué animalito? -preguntó Amanda, reprimiendo las ganas de reír.
¡El lenguaje de Egbert era tan irremediablemente inadecuado para expresar sus sentimientos de indignación!
-Un morenito egipcio casi en cueros -farfulló Egbert.
Y ahora Amanda está gravemente enferma.


Antología de Crímenes ejemplares
MAX AUB

Crímenes


—¡ANTES MUERTA! —me dijo. ¡Y lo único que yo quería era darle gusto!

§

ES TAN SENCILLO: Dios es la creación, a cada momento es lo que nace, lo que continúa, y también lo que muere. Dios es la vida, lo que sigue, la energía y también la muerte, que es fuerza y continuación y continuidad. ¿Cristianos estos que dudan de la palabra de su Dios? ¿Cristianos esos que temen a la muerte cuando les prometen la resurrección? Lo mejor es acabar con ellos de una vez. ¡Que no quede rastro de creyentes tan miserables! Emponzoñan el aire. Los que temen morir no merecen vivir. Los que temen a la muerte no tienen fe. ¡Que aprendan, de una vez, que existe el otro mundo! ¡Sólo Alá es grande!

§
—UN POQUITO MÁS.
No podía decir que no. Y no puedo sufrir el arroz.
—Si no repite otra vez, creeré que no le gusta.
Yo no tenía ninguna confianza en aquella casa. Y quería conseguir un favor. Ya casi lo tenía en la mano. Pero aquel arroz...
—Un poco más.
—Un poquitín más.
Estaba empachado. Sentí que iba a vomitar. Entonces no tuve más remedio que hacerlo. La pobre señora se quedó con los ojos abiertos, para siempre.

§

ESTÁBAMOS EN EL BORDE de la acera, esperando el paso. Los automóviles se seguían a toda marcha, el uno tras el otro, pegados por sus luces. No tuve más que empujar un poquito. Llevábamos doce años de casados. No valía nada.

§

¿USTED NO HA MATADO NUNCA a nadie por aburrimiento, por no saber qué hacer? Es divertido.

§

¿QUÉ QUIEREN? Estaba agachado. Me presentaba la popa de una manera tan ridícula, tan a mano, que no pude resistir la tentación de empujarle...

§

LE PEDÍ el Excélsior y me trajo El Popular. Le pedí Delicados y me trajo Chesterfield. Le pedí una cerveza clara y me la trajo negra. La sangre y la cerveza, revueltas, por el suelo, no son una buena combinación.



§

DE MÍ NO SE RÍE nadie. Por lo menos ése ya no.

§
¡TENÍA EL CUELLO tan largo!

§
A MÍ, MI PAPÁ me dijo que no me dejara... Y no me dejé.


De suicidios


«NO SE CULPE a nadie de mi muerte». Mentira, siempre se suicida uno por culpa de alguien. «Nadie» siempre es alguien.

§

—DORMIR ES SUICIDARSE un poco cada noche.
—Usted es soltero.
—¿Cómo lo sabe?
§

—¡A VER SI traes buenos frenos! Y se tiró bajo el coche.

§

LLÁMANLO EL SUEÑO eterno. Como padezco horriblemente de insomnio, pruebo.
§

DESPUÉS DE TODO, nada.
Me mandó al demonio; voy.
§

METO reversa.
§

¿PARA QUÉ vivir sin comer espárragos?


De gastronomía

NO HAY NADA como comer el ojo del enemigo. Revienta entre las muelas como granote de uva, con gustito de mar.
§

LAS NALGAS son mejores al tacto que al gusto, más duras de mascar que de tentarrujar.
§

LE GUSTABA tanto que no dejó nada. Le chupó hasta los huesos. De verdad había sido bonita.
§

JUAN FÁBREGAS MONLEÓN, fabricante de camisetas, odiaba ferozmente a Manuel Santacruz Ridaura, fabricante de lo mismo. Fue al Congo, se trajo dos antropófagos a Barcelona. Así desapareció completamente Manuel Santacruz Ridaura.
Juan Fábregas Monleón tuvo hasta el día de su muerte repentina, en una esquina de su despacho, en una vitrina, colgado, completo, el esqueleto de Manuel Santacruz Ridaura; le hacía tanta compañía.
§

—LE COMERÍA los hígados —dijo Vicente. No pudo: amargaban.
§

ESA HORMIGA odiaba a aquel león. Tardó diez mil años pero se lo comió todo, poco a poco, sin que él se diera cuenta.


Epitafios

DEL BUENO:
No se enteró.
§


DEL METICHE:
Se metía en todo. Aquí está metido.


DE UN IMBÉCIL:
A todo dijo que sí.
§

MÍO:
No pudo más.

§


DE UN ARTISTA:
Si fue, no es.
Si salvó el nombre,
tanto da lo que
aquí es: fue.

§

CONTRAEPITAFIO:
Todo o nada. Aquí queda eso.



Francisco de Quevedo
(1580-1645)


A un hombre de gran nariz Érase un hombre a una nariz pegado, Érase una nariz superlativa, Érase una alquitara medio viva, Érase un peje espada mal barbado; Era un reloj de sol mal encarado. Érase un elefante boca arriba, Érase una nariz sayón y escriba, Un Ovidio Nasón mal narigado. Érase el espolón de una galera, Érase una pirámide de Egipto, Los doce tribus de narices era; Érase un naricísimo infinito, Frisón archinariz, caratulera, Sabañón garrafal morado y frito.

Poderoso caballero es don Dinero
Madre, yo al oro me humillo, Él es mi amante y mi amado, Pues de puro enamorado Anda continuo amarillo. Que pues doblón o sencillo Hace todo cuanto quiero, Poderoso caballero Es don Dinero. Nace en las Indias honrado, Donde el mundo le acompaña; Viene a morir en España, Y es en Génova enterrado. Y pues quien le trae al lado Es hermoso, aunque sea fiero, Poderoso caballero Es don Dinero. Son sus padres principales, Y es de nobles descendiente, Porque en las venas de Oriente Todas las sangres son Reales.
Y pues es quien hace iguales Al rico y al pordiosero, Poderoso caballero Es don Dinero. ¿A quién no le maravilla Ver en su gloria, sin tasa, Que es lo más ruin de su casa Doña Blanca de Castilla? Mas pues que su fuerza humilla Al cobarde y al guerrero, Poderoso caballero Es don Dinero. Es tanta su majestad, Aunque son sus duelos hartos, Que aun con estar hecho cuartos No pierde su calidad. Pero pues da autoridad Al gañán y al jornalero, Poderoso caballero Es don Dinero. Más valen en cualquier tierra (Mirad si es harto sagaz) Sus escudos en la paz Que rodelas en la guerra. Pues al natural destierra Y hace propio al forastero, Poderoso caballero Es don Dinero.


Arthur Rimbaud
(1854-1891)


El baile de los ahorcados
En la horca negra bailan, amable manco,bailan los paladines,los descarnados danzarines del diablo;danzan que danzan sin finlos esqueletos de Saladín.
¡Monseñor Belzebú tira de la corbatade sus títeres negros, que al cielo gesticulan,y al darles en la frente un buen zapatillazoles obliga a bailar ritmos de Villancico!
Sorprendidos, los títeres, juntan sus brazos gráciles:como un órgano negro, los pechos horadados,que antaño damiselas gentiles abrazaban,se rozan y entrechocan, en espantoso amor.
¡Hurra!, alegres danzantes que perdisteis la panza,trenzad vuestras cabriolas pues el tablao es amplio,¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla!¡Furioso, Belzebú rasga sus violines!
¡Rudos talones; nunca su sandalia se gasta!Todos se han despojado de su sayo de piel:lo que queda no asusta y se ve sin escándalo.En sus cráneos, la nieve ha puesto un blanco gorro.
El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas;cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla:parecen, cuando giran en sombrías refriegas,rígidos paladines, con bardas de cartón.
¡Hurra!, ¡que el cierzo azuza en el vals de los huesos!¡y la horca negra muge cual órgano de hierro!y responden los lobos desde bosques morados:rojo, en el horizonte, el cielo es un infierno…
¡Zarandéame a estos fúnebres capitanesque desgranan, ladinos, con largos dedos rotos,un rosario de amor por sus pálidas vértebras:¡difuntos, que no estamos aquí en un monasterio!
Y de pronto, en el centro de esta danza macabrabrinca hacia el cielo rojo, loco, un gran esqueleto,llevado por el ímpetu, cual corcel se encabritay, al sentir en el cuello la cuerda tiesa aún,
crispa sus cortos dedos contra un fémur que crujecon gritos que recuerdan atroces carcajadas,y, como un saltimbanqui se agita en su caseta,vuelve a iniciar su baile al son de la osamenta.
En la horca negra bailan, amable manco,bailan los paladines,los descarnados danzarines del diablo;danzan que danzan sin finlos esqueletos de Saladín.

Jaime Sabines
(1926-1999)


Se dice, se rumora, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunos enterados, que Jaime Sabines es un gran poeta. O cuando menos un buen poeta. O un poeta decente, valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta. Le llega la noticia a Jaime y éste se alegra: ¡qué maravilla! ¡Soy un poeta! ¡Soy un poeta importante! ¡Soy un gran poeta! Convencido, sale a la calle, o llega a la casa, convencido. Pero en la calle nadie, y en la casa menos: nadie se da cuenta de que es un poeta. ¿Por qué los poetas no tienen una estrella en la frente, o un resplandor visible, o un rayo que les salga de las orejas? ¡Dios mío!, dice Jaime. Tengo que ser papá o marido, o trabajar en la fábrica como otro cualquiera, o andar, como cualquiera, de peatón. ¡Eso es!, dice Jaime. No soy un poeta: soy un peatón. Y esta vez se queda echado en la cama con una alegría dulce y tranquila.


Jonathan Swift
Irlanda
(1665-1745)


Pensamientos sobre diversos temas morales y entretenidos

Quien camine atento por las calles verá, sin duda, las caras más alegres en los carruajes enlutados.

Venus, una hermosa y excelente dama, era la diosa del amor; Juno, una arpía terrible, la diosa del matrimonio, y siempre fueron mortales enemigas.

Apolo, el dios de la medicina, solía enviar las enfermedades. En el principio, los dos oficios eran uno solo, y sigue siendo así.

Los ancianos y los cometas han sido venerados por la misma razón: sus largas barbas y sus pretensiones de predecir los acontecimientos.

Refiere Pausanias un complot para entregar una ciudad, descubierto por el bramido de un asno; el graznido de las ocas salvó el Capitolo, ¡y la conspiración de Catilina fue traicionada por una prostituta! Que yo recuerde, esos tres animales son los únicos en la historia famosos como testigos y como delatores.

Si un hombre me mantiene a distancia, me consuela que también él se mantiene.

Qué razón tiene, me digo cuando leo un fragmento de un autor cuya opinión concuerda con la mía. En caso contrario, declaro que se equivoca.

¡Qué pocos espectadores tendía un hombre que se ofreciera a demostrar por tres peniques que puede hundir un hierro al rojo vivo en un barril de pólvora sin prenderlo!

Pregunta. ¿Las iglesias no son acaso los dormitorios de los vivos al igual que de los muertos?

Los celos, como el fuego, pueden acortar los cuernos, pero les hacen oler mal.

El sombrero de un lacayo debe alzarse ante todo el mundo; y por eso Mercurio, que es lacayo de Júpiter, llevaba alas en el suyo.

La visión es el arte de ver las cosas invisibles.

Pregunté a un hombre pobre cómo vivía; respondió: «Cómo un jabón, disminuyendo siempre».

Se ha dicho de los caballos en la Visión que su fuerza reside en la boca y en la cola. Lo que se ha dicho de los caballos en la Visión, puede en realidad decirse de las mujeres.

Generalmente, los elefantes se dibujan más pequeños que al natural, pero una pulga siempre más grande.

Nadie acepta consejos; pero cualquiera aceptará dinero: por tanto, el dinero vale más que los consejos.

En Windsor, hice notar a Lord Bolingbroke que la torre donde se alojaban las damas de honor (muy hermosas en aquella época) era frecuentadísima por los cuervos. Mylord respondió que era porque olían la carroña.


Charles Cros
(1842-1888)
Francia


Había un gran muro blanco ― desnudo, desnudo, desnudo,
contra el muro una escalera ― alta, alta, alta,
y en el suelo un arenque ahumado ― seco, seco, seco.

Él llega, llevando en las manos ― sucias, sucias, sucias,
un martillo pesado, un gran clavo ― puntiagudo, puntiagudo, puntiagudo,
un ovillo de bramante, ― grueso, grueso, grueso.

Entonces sube a la escalera ― alta, alta, alta,
y clava el clavo puntiagudo ― pam pam, pam pam, pam pam,
en lo alto del gran muro blanco ― desnudo, desnudo, desnudo.

Suelta el martillo ― que cae, que cae, que cae,
ata al clavo el bramante ― largo, largo, largo,
y , en la punto, el arenque ahumado ― seco, seco, seco.

Baja de la escalera ― alta, alta, alta,
se la lleva con el martillo ― pesado, pesado, pesado,
y luego, se va a otra parte ― lejos, lejos, lejos.

Y, después, el arenque ahumado ― seco, seco, seco,
en la punta del brámate ― largo, largo, largo,
muy lentamente se balancea ― siempre, siempre, siempre.

He escrito esta historia ― simple, simple, simple,
para enfurecer a las personas ― serias, serias, serias.
Y divertir a los niños ― pequeños, pequeños, pequeños.

Georg-Christoph Lichtenberg
(1742-1799)
Alemania


Aforismos

He estudiado la hipocondría, ¡y me he complacido muchísimo en ese estudio! ― Mi hipocondría, a decir verdad, es un talento especial que consiste en esto: saber extraer de cada incidente de la vida, sea cual sea el nombre que lleve, la mayor cantidad de veneno para mi propio uso.

No es la fuerza del espíritu, sino la del viento la que ha llevado a este hombre donde está.

Era de aquellos que siempre quieren hacer más de lo que se pide. Es una abominable cualidad en un criado.

El grado más alto hasta donde puede elevarse un espíritu mediocre, pero provisto de experiencia, es el talento de descubrir las debilidades de los hombres que valen más que él.

Para acabar de darse cuenta de lo que el hombre podría hacer si quisiera, basta con pensar en las personas que se han escapado o han intentado escaparse de la cárcel. Han hecho tanto con un simple clavo, como si hubieran tenido un ariete.

El hombre ama la compañía, aunque sólo sea la de una vela encendida.

Hay personas que no saben tomar ninguna resolución sin haber consultado antes con la almohada. Está muy bien; pero puede haber caso en que se corre el riesgo de ser hecho prisionero, con la ropa de cama y todo.

Cuando se es joven apenas se sabe que se vive. El sentimiento de salud sólo se adquiere por la enfermedad. Sólo observamos la atracción ejercida sobre nosotros por la tierra si saltamos al aire, por el choque sufrido al caer. Cuando llega la vejez, el estado de enfermedad se convierte en una especie de salud, y se deja de sentir que se está enfermo. Si no subsistiera el recuerdo del pasado, se percibiría muy poco el cambo. Por este motivo, creo que la vejez no existe para el animal, salvo a nuestros ojos. Una ardilla que, el día de su muerte, lleva una vida de molusco no es más desdichada que el molusco. Pero el hombre, que vive en tres lugares, en el pasado, en el presente y en el futuro, puede ser desdichado cuando uno de los tres no vale nada. La Religión ha llegado a añadir un cuarto: la eternidad.

No hay cosa más contrariada que esta situación: tomar precauciones exageradas para prevenir un accidente, y hacer, precisamente por ello, todo lo necesario para atraérselo sobre la cabeza, mientras que si no se hubiera previsto nada en absoluto, se estaría ciertamente en completa seguridad. He visto romper a alguien un jarro preciado, al querer retirarlo de un sito donde llevaba tranquilamente al menos seis meses; y eso, por el solo temor de que este jarro no corriera el riesgo, por casualidad, de ser tirado algún día.

Su biblioteca se le había convertido en un traje que no le iba. En general, las bibliotecas pueden hacerse demasiado estrechas o demasiado anchas para el espíritu.

Hoy, cuando todo el mundo escribe para los niños, sería una buena idea hacer, por una vez, un libro escrito por los niños para las personas mayores. Pero la cosa es difícil, si hay que permanecer en el carácter.

Sería una cosa excelente inventar un catecismo, o mejor un plan de estudios, gracias a la cual los hombres del tercer estado pudieran metamorfosearse en una especie de castores. No conozco mejor animal en toda la creación; muerde sólo cuando quieren apoderarse de él, es laborioso, extremadamente matrimonial, hábil artesano, y su piel es excelente.

Aquel hombre tenía tanta inteligencia que no servía para casi nada en el mundo.

Si conozco bien la genealogía de Dama Ciencia, la Ignorancia es su hermana mayor. ¿Hay, pues, algo más indignante que elegir la hermana mayor, cuando se puede disponer de la más joven? A través de todos aquellos que han conocido la mayor, he oído decir que tiene sus encantos, que es una muchacha gordita y buena, y que, precisamente porque duerme más tiempo que vela, constituye una esposa excelente.

Hacía todos sus descubrimientos más o menos como los jabalíes y los perros de caza encuentran las fuentes saladas y las aguas minerales.

Aquel hombre trabajaba en un sistema de historia natural según el cual clasificaba los animales de acuerdo con la forma de sus excrementos. Distinguía tres clases: los cilíndricos, los esférciso y aquellos en forma de torta.

Esta teoría psicológica equivale, en mi opinión, a aquella bien conocida en física, que explica la aurora boreal por el reflejo de los arenques.

¡Vivan las personas que tienen los nervios gruesos como cables!

Se maravillaba de ver que los gatos tenían la piel atravesada por dos agujeros, precisamente en el lugar de los ojos.

Si pintas una diana en la puerta de tu jardín, puedes estar seguro de que te tirarán encima.

A. ¿Por qué no acude en ayuda de su suegro? ― B. ¿Por qué? ― A. Es muy pobre. ― B. Sí, pero es trabajador, y no tengo bastante fortuna como para hacer de él un holgazán.

Conocí a un mozo molinero que jamás se ponía la gorra, salvo cuando tenía un asno caminando a su lado. Durante mucho tiempo no conseguí explicármelo. Y he aquí lo que encontré al final: consideraba esta compañía como humillante para él, y pedía compasión; parecía querer, a través de este gesto, escapar a toda comparación entre él y su compañero.

«¡Hay muchas personas que son más desgraciadas que tú!» Esto no da un techo bajo el cual se puede habitar; sin embargo, el argumento es lo bastante bueno para proporcionar un abrigo donde refugiarse durante una tormenta.

Hace mucho que lo pienso; la filosofía acabará por devorarse a sí misma. La metafísica ya lo ha hecho en parte.

Había dado apellidos a sus dos pantuflas.

Daría con gusto algo por saber exactamente para quién han sido realmente realizadas aquellas acciones de las cuales se proclama públicamente que han sido realizadas por la patria.

Cadalso con pararrayos.

Autobiografía: no olvidar que una vez escribí la pregunta: ¿qué es la aurora boreal?, la deslicé en el granero de Graupner, con esta dirección: a un ángel, y a la mañana siguiente, muy tímido, pasé en busca de mi billete. ¡Oh! ¡si hubiera podido encontrarse un bromista capaza de contestarlo!

Hallándome de viaje, comía en una posa, o más exactamente en una barraca al borde del camino, donde jugaban a los dados. Frente a mí estaba sentado un joven de buen aspecto, que parecí un poco atolondrado y que, sin preocuparse de la gente, comía su potaje; sin embargo lanzaba al aire una cucharada cada dos o tres días, la recibía de nuevo en la cuchara y la tragaba tranquilamente.
Lo que constituía para mí la singularidad de aquel sueño, en que yo hacía mi observación habitual: que tales cosas no pueden inventarse, que hay que verlas (quiero decir que jamás un novelista hubiese tenido una idea parecida); y sin embargo yo acababa de inventar eso aquel mismo instante.
En la mesa donde se jugaba a los dados había una gran mujer delgada que hacía punto. Yo le pregunté qué podía ganar. Ella dijo: ¡nada!, y cuando le pregunté si podía perder algo, dijo ¡no! ― Este juego me parecía muy importante (febrero 1799).


VOCES QUE MADURAN

Ajk` nax petel
Ligera ternura
Sanfte liebkosung

Armando Sánchez Gómez, nace el 10 de junio de 1965 en el paraje de Chaonil, municipio de Oxchuc, es el autor de Ligera ternura, una edición en su lengua natal Tseltal, trasladada al Español y traducida al Alemán, se presentara el próximo 27 de marzo en el CELALI de San Cristóbal de las casas.
José Antonio Reyes Matamoros dice que “Ligera ternura tiene tres momentos de pequeño aliento. Esta obra es la captura de instantes, que dejan de ser fugaces, pues al quedar en la memoria del autor son eternizados, y cuando de la memoria pasan al lenguaje escrito, ahí estarán como la expresión de un hombre para el que la naturaleza ha dejado huellas profundas.
Éste es un conjunto de miradas del escritor- caminante Armando Sánchez, tseltal de Oxchuc, quien le ha ordenado a sus ojos capturar lo que hace a la vida el motivo de la poesía: el erotismo, la sensualidad, el placer y su unidad con la Madre Tierra.
Es uno de los pocos libros en que el erotismo va ganando espacio, sin tener aun el cosmos mas amplio de esa visión desde los mayas oxchuqueros. Esto es uno de los mayores aciertos de la presente obra. El hombre y la mujer frente a sí mismos, el hombre y la mujer en la intimidad de su ternura, en la antesala del deseo, en el reflejo de sus cuerpos expuestos mediante una poesía sencilla, sin más aspiraciones que existir en el momento. Es decir, Armando Sánchez no busca el experimento sensualidad- lenguaje; no quiere otro ritmo en el poema más que el del momento del suceso sensual y erótico. Aspira solo a la fidelidad sujetos-momento poético esa es la razón por la cual los tonos de Ligera ternura con calmos apenas perceptibles; no hay música el ritmo es mínimo, las imágenes son naturales y el lenguaje es restringido al suceso captado por las miradas del autor.
Empero me llamó la atención que en el conjunto de la ternura sensual, erótica y sexual, existiera un verso, en el poema Seré culpable dice… “La larga soledad no te curará”. Armando no esta usando métrica en sus composiciones, ese endecasílabo es un aliento natural que le permite imprimir esa forma compacta en la captura de su realidad para trasladarla luego al poema. Esa naturalidad nos indica un tono muy singular que hace de ésta un excelente arranque que quedará en la memoria escrita para las nuevas generaciones de poetas.
Asimismo enumero las limitantes del primer libro, son apenas los ocho poemas dedicados a la sensualidad, al erotismo, a la sexualidad, al placer entre hombres y mujeres. Quizá el autor no quiera decir que la fugacidad del placer está íntimamente ligada con su escasa presencia en el libro…”

Selección de Esther Gómez

Seré culpable
ANTES DEL ENCUENTRO,
en las caricias del cuerpo,
en las noches oscuras,
de temperatura tibia,
empapados de sudor,
en la ligera ternura,
tu dulce palabra decía:

Callaré el silencio,
el murmullo,
sólo seré culpable.

La larga soledad no te curará,
desvanecerá con lentitud;
en la luna resplandeciente,
en las lloviznas,
en las estaciones del año
morirá despacio tu espíritu,
testiga será la faz de la Madre Tierra.

Ceiba
MEMBRUDA CEIBA DEL PUEBLO,
tus ramajes
vastos de musgos
de bulbos
de hierbas
de bromelias
tiernas y aromáticas
en el frescor
del suave viento
así despiertas al pueblo.

Trovadores pájaros,
al caer la tarde,
la sinfonía de grillos,
los besos de los jóvenes se marcaron en tu cuerpo.

Todos callamos
MIRAMOS NUESTRA MUERTE
En la madre tierra
Todos callamos
Por los centavos.

Mariposa azul del río
BELLA MARIPOSA AZUL DEL RIO
vuelas a silbo apacible y delicado
en la orilla del río Xchel
libas en espiral
el olor de la arena,
en cada instante
descansas en piedras redondas
miras alrededor
tu espejo son las flores de bromelias
que germinan en los árboles de najk´
de la orilla del río.




BIBLIOGRÁFICAS

No lo conozcas
Cecilia Romana
Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2006
CONECULTA 2007

Esta es una edición muy especial; marca el inicio de un extraordinario proyecto editorial denominado colección Hechos en Palabras. Cecilia Romana a través del poemario No lo conozcas, recrea a partir de la originalidad de las sensaciones y del lenguaje, un intrincado paisaje que va de lo sublime a lo caótico de una estrofa a otra. Con un manejo de los registros del habla que enriquecen lo poético de modo que trascienda la retórica común. No lo conozcas ha sido galardonado con el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2006, y ahora al ser publicado dentro de la colección Hechos en Palabras, comienza su andar por el mundo. La corriente poética en Chiapas, ha conseguido un lugar preponderante en el trabajo literario de Hispanoamérica teniendo figuras a algunos de los escritores más representativos del siglo veinte. Sin duda, Jaime Sabines es uno de los más grandes poetas que ha dado esta tierra generosa; a través del Premio Internacional que lleva su nombre, imprime universalidad a su obra y da un renovado impulso al quehacer literario de Chiapas que, bajo el auspicio de la nueva administración estatal, se construye, donde la palabra y la letra son fuente inagotable de inspiración llevada a los hechos.

Las orillas del cielo
Paco Chanona
CONECULTA 2007


La riqueza cultural de los pueblos es su valor intrínseco más significativo cuando se ve impresa en las páginas de un libro, se convierte en un importante documento que merece ser difundido. En esta incursión literaria, el conocido compositor musical Paco Chanona pone al descubierto los pasajes y motivos de un México de principio del siglo pasado. El marcado estilo costumbrista nos lleva de la mano por una sencilla trama que absorbe al lector y lo transporta a los paisajes rurales chiapanecos, con datos muy específicos que convierten a esta novela en un valioso documento de tintes históricos. La colección Hechos en Palabras da otro paso en su afán de conseguir que todas las voces sean escuchadas y que cada palabra sea tomada en cuenta, convencidos que la publicación de obras que rescaten la creatividad, la historia y costumbres propias de un pueblo, es ejercicio fundamental para el entendimiento de la vida cultural de Chiapas.

Laca chiapaneca
Ensayo de una singular aventura
María de los Ángeles Grillasca Murillo
CONECULTA 2007


De nueva cuenta, la colección Hechos en Palabras pone de manifiesto su inquebrantable propósito de difundir el quehacer artístico de la gran cantera que significa Chiapas. Como parte de una política cultural que integra a todas las voces creativas de nuestro estado, se pone al alcance del público esta obra que rescata una de las tradiciones más antiguas y representativas de Chiapas y que se ha acercado peligrosamente a la desaparición: la laca. Basada en un intrincado método de producción, esta actitud artesanal ha atravesado por innumerables contratiempos que van desde la posible extinción del nin, insecto que provee la materia prima para el laqueado, hasta la ruptura del canal de comunicación oral con el que se heredan las técnicas artesanales. Su rescate se debe dar desde diversos ámbitos. Basados en la visión plural y de amplio carácter democrático de esta administración, sabemos que esta aportación se sumará al esfuerzo general de la sociedad por el rescate de una de las más importantes contribuciones artesanales de Chiapas a los mercados nacional e internacional. La Dirección de Publicaciones del CONECULTA-Chiapas tiene la certeza de que este volumen cumple con el objetivo de acercar al lector, a través de la palabra y la letra impresa, a las más diversas expresiones del arte, el talento de nuestra gente y el colorido de nuestra tierra.

Animales en su tinta
Lugar de Brujos
CONECULTA 2007


Para la colección Hechos en Palabras, la misión de difundir el quehacer artístico como palabra impresa, se ve enriquecida con propuestas como Animales en su tinta donde la literatura es la armonía motriz que desencadena los trazos y el oscuro rastro que deja la tinta sobre el lienzo. El proceso de un proyecto editorial que ha hecho en el estado, tiene en esta ocasión la oportunidad de fortalecerse poniendo al alcance del público esta obra que reúne a las dos disciplinas que más desarrollo han tenido en la historia cultural de Chiapas. Como singular bestiario, el volumen reúne el trabajo de poetas y narradores que dejan al albedrío del pincel y las puntillas, el desarrollo de las imágenes que acompañen, no siempre de manera lógica y consecuente, a la cadencia de las palabras. Como parte de un esfuerzo del grupo cultural Lugar de Brujos y coordinado por el artista plástico Rafael Araujo, en esta obra el lector encontrará un rico muestrario de literatura y plástica que sin lugar a dudas, formará parte fundamental de la creación artística del Chiapas del siglo XXI.


Piedra de Toque
Poesía de Odacir
Del libro Pasos del Sueño y del Insomnio
Ricardo Cuéllar Valencia


LARGA OJERA DE FLOR REDONDEADA

El día vive en los agujeros del sol deshojando el rocío para que las siestas del ocaso abunden en alegrías florecientes.

El catálogo de las fuerzas cuelga del ojo de la noche porfiado en el alentador pacto de la risa y la palabra.

En el mediodía deja los fustes, arroja los lazos de honor en las vertientes cenagosas donde la música es un cascabel que perfuma las gotas de la placidez o la desesperación. Cortamos la calma en la pálida sordera de los castañadores.


UN VIAJERO DE LA SELVA BLANCA

Espacio de tunas que invade los dedos. El granizo cae. Viejos goznes arman una capa de espanto mientras las cucarachas y las hormigas salen del tumulto. La fuerte ventisca ha hecho endurecer las hojas de los árboles y las flores son gruesas de verde–pálido-seco, verde-limón, amarillo-azul, de un fuerte acento las flores y gris las ramas de los árboles como polvo de hierro.

El hombre de la selva blanca tiene un corazón de nieve. Sueña el cuerpo convertido en una veta de sal virgen, y su sangre verdea y el pelo de mechones negros cae sobre su espalda desnuda y limpia. Su figura otea bajo la brisa cuñada por los copos de los árboles más antiguos. Este hombre ha aprendido a deslizarse por el espacio blanco de la selva.


NOCTURNO

Tendido de espalda sobre el prado de la noche agujereados los poros por alfileres que dibujan el croquis de mi cuerpo, desciendo, mientras el sudor negro exhala todo el calor producido durante el día. El cielo, oculto a las ruinas que se detienen sobres mis pies, alarga indefinidamente los muros colgantes del cuerpo.

Los pasos llenan las huellas sin identificar el ripio arenoso de los transeúntes. Calles repletas de luces apagadas. Círculos agotados por la redondez se abren dejando un olor a humo de tabaco.

Rondan los viejos murmullos como algas que habitan en el corazón de la noche. Las cisternas de los días están secas. Los pulpos de la noche aletean en las babas verdes de sus bocas.

CADA HABITACIÓN

Cada habitación posee su propio silencio. Las puertas entreabren las puntas tejidas. Se escucha el murmullo de cada interior: el color que se raja, el paso lento del sereno, las voces que penetran por todas partes, el tintineo de luz de la luna. La casa permanece vacía. El silencio es una tumba.

La risa golpea sobre la lógica de cada frase cuando la palabra toca la herida de la soledad.

VIEJO HOMBRE DE SACO NEGRO

Los tísicos permanecen agazapados en medio de los rayos del sol y entreabren la boca mientras beben los esputos.

Qué dejó el vómito de las praderas cuando los vicios eran sortilegios de cuerpos enfermos?

Este hombre, pleno de bacilos arcaicos, husmea en las grietas del día. El tufo de los astros recorre su sangre. Un sudor frío se derrama por los dedos del huérfano.


PASOS DE BRUMA

Sin llamar la atención de las risas dibujan el odio. Cada uno persigue las palabras del otro con el mejor acento para obligar sus propias cábalas. Los días despliegan sus alas como cuervos danzan en volteretas repetidas.

La debilidad diurna secrete a los asilos, los hospitales, las cárceles, los manicomios; levantan, cada amanecer, las trompetas del azar mientras los lisiados sólo pueden ampararse en los espacios del terror. Las sombras titilan en los mugidos blancos que tocan el cascabel de las horas. Perdida la acústica las sombras redoblan los rencores. Los dedos de la bruma incorporan cada palabra escogida en la orilla del silencio, en el azogue nocturno del sueño.


MENSAJERA

La noche llegó aleteando para congregar los aullidos de las brasas cuando el sol confiesa la alegría de la rabia en los labios de la yerba. Arrullo de la sombra ahorcada en la piel para que los ritos disgreguen el semblante rosado de los sabuesos del recuerdo. Bruma de las tapias.

EL MURO

La risa del agua viene bañada por las sombras del verano en las tiendas del aire vegetativo. Las astillas de plata del mar permanecen colgadas de la tarde como las lianas en las olas mientras los ojos de la ciudad se agitan.

Acechan las cucarachas. Festejo en las oscuras calles de negocios. Zumban en las paredes agrietadas y húmedas arañando el muro negro en los atajos de la penumbra. Las sillas cambian de lugar y las ráfagas de aliento se derraman sobre cada uno de los espectadores. Los alcoholes verdean la sombra vieja del muro para calcar el humus del tiempo.

Una mañana apareció una pasta blanca en el muro cubriendo toda su faz. Las cucarachas la agujerearon al despertar como pan exquisito. Las más gordas iban dejando puntos negros en los bordes de cada agujero. Agotadas saltaron a la calle. Desde allí vigilan el muro.

SEÑALES

Vino la oquedad a paso lento. Una risa muda llegó. Los colores de la tarde se abrigan calurosos. Dejo los pasos enlodados sin el pequeño temblor que produce el azar cercano. Las vísceras me pesan como ruedas.

El aliento del día alberga los pesados vahos de la ciénaga callejera de las épocas de silenciosa paz. Las palabras de los transeúntes se escuchan como matracas agónicas. Cada gesto alborota el hipo de los pasajeros. La cabeza cortada permanece prendida del pasamanos. Un viejo se baja. La noche ladra.

En las mañanas todo se parece a todo y el viento recorre las costillas blancas de la madrugada. Las nubes saltonas saludan las flores que se extienden a la deriva del sol. Cutáneo reposo de savia y miel fosforescente. El olvido es olvido de todo. Lo frecuente de las pesadillas es el enigma.

El corazón es el reloj de la noche.



MÉTODO FÁCIL Y RÁPIDO PARA SER POETA
Jaime Jaramillo Escobar
EL PROPÓSITO LITERARIO


Hay quiénes escriben compulsiva y erráticamente, sin propósito definido, y aun éstos tienen cabida en alguna de las muchas teorías literarias que atosigan el presente siglo. Para no llamar a ese método literatura ociosa se le llama experimentalismo, y así adquiere cierto aspecto útil.
Hay también una literatura esteticista en que la forma es el contenido. Resalta la belleza de una lengua y la habilidad del escritor y responde por lo general a épocas de decadencia. Es el “arte puro”, por el que empiezan los aficionados y terminan los maestros.
Y hay el propósito en arte, que define los motivos del escritor, bien sea para cada obra en particular, o para la obra de una vida.
El propósito literario nace de la personalidad del escritor. El escritor serio y formado humanísticamente tiene propósitos serios y vocación permanente. El comerciante de la literatura es de actualidad y se dirige al público frívolo y esnob, cercano del periodismo y la farándula. Su producto es publicitario y perecedero, como las salchichas y las verduras del mercado.
Desde luego, cada quién adopta su posición frente a la literatura y la sociedad, de acuerdo con sus capacidades y sus propósitos. Dicen que no tener propósito es también un propósito, según lo cual no tener capacidad es tener la capacidad de no tener capacidad. Capacidad es talento y aptitud. Los escritores sin talento pueden tener sin embargo aptitud para triunfar en la mediocridad general. Esa mediocridad también necesita sus escritores y artistas, y los paga de contado, ya que nadie se fía.
El propósito de todo escritor que empieza es el de ser un gran escritor. “Pobre Cervantes, pobre Shakespeare –dice el escritor que comienza– ¡ahora les voy a dar una lección!” Aparte de ese propósito no tiene ningún otro, y por lo tanto se queda sin alternativa.
El propósito literario depende también del carácter y de las ambiciones del autor, así como de eso que se denomina “coyuntura” histórica, que a la vez depende de las coyunturas sociales, económicas, de tiempo y de lugar, de modo que todo son coyunturas y la literatura resulta así eminentemente coyuntural, aunque las coyunturas del autor propiamente dicho se encuentren un poco atrofiadas por el ejercicio literario.
Según una teoría, es el pueblo el que produce la obra, y el escritor resulta un mero amanuense, de modo que no necesitaba tener propósito alguno, sino simplemente escuchar. Entendiéndolo así, Descartes fue a la plaza del mercado y allí le dictaron el "Discurso del Método".
El escritor que desde un país subdesarrollado escribe para los países desarrollados es un escritor subdesarrollado. El escritor nativo de un país subdesarrollado, que se va a desarrollar a otro país, si no regresa quiere decir que se desarrolló, y si regresa, lo más seguro es que viene deportado. Si no viene
deportado viene inflado, el país le resulta estrecho, y qué pena nos da ser tan poca cosa para él, cómo quisiéramos que Bogotá fuera París. Pero aparte de la lluvia, no hay en Bogotá ninguna otra cosa que se parezca a París.
Si los países ricos forman escritores porque necesitan escritores, cuánto más se necesitan en un país pobre. Trabajo para escritores hay de sobra. Siempre que no empiece cada uno por creerse García Márquez.
Trabajar por su país sería un buen propósito para cualquier escritor, pero casi nadie lo hace, porque todos están interesados solamente en sí mismos, en recabar aplausos para su persona, admiración para su obra, dinero para su bolsillo y reconocimientos para su futura eternidad.
La pretensión universalista dice que no importa el país, sin reparar en que no es posible sustraerse a una nacionalidad, y que en cualquiera otra parte se será siempre extranjero.
Colombia necesita hoy más que nunca escritores que contribuyan a la consolidación de la nacionalidad amenazada, a integrar las regiones, a la preservación de la paz, a identificar soluciones y puntos de compromiso. Que ayuden a pensar, a formular una filosofía nacional, a reconstruir el concepto de patria.
Colombia debiera ser el propósito de los escritores, según el ejemplo recibido de nuestros pocos pero admirables maestros.
Hay quiénes sostienen que al escritor no le corresponde ser útil, sólo porque ellos no lo pueden ser.
Dentro de algún tiempo, futuros poetas podrán dedicarse tranquilamente al ajedrez de una poesía lujosa y superflua, pero eso dependerá de nosotros, de lo que hagamos o dejemos de hacer ahora.

NOTAS

1. Dar un testimonio o transmitir un mensaje: la literatura no tiene más fines que éstos. Testimonio o mensaje referente a un objeto único: el hombre. Cualquier otra literatura consistiría nada más en diversión para su autor y, en algunos casos, para su público. CARLO COCCIOLI

2. Toda literatura cuya finalidad resida en sí misma y se reduzca a un monólogo sin eco y sin consecuencias es a mi juicio un vano sonambulismo totalmente ajeno a la función del arte. CARLO COCCIOLI

3. Existe una ambición que debiera ser la de todos los escritores: atestiguar y protestar. ALBERT CAMUS

4. El papel del escritor no es dar soluciones, en lo cual se distingue del político, del economista, del técnico. EDUARDO CABALLERO CALDERÓN ("Mito", Nro. 13)

5. Mi oficio es comprender. JORGE LUIS BORGES

6. Es mi deber contar lo que no sabes / y lo que sabes contaré contigo. PABLO NERUDA

7. Un buen escritor debe ser capaz de escribir cualquier cosa. LAWRENCE DURRELL

8. Desconfíe como de la peste de la literatura que divierte a sus lectores. Pues, a fin de cuentas, no los divierte del todo: los embrutece. CARLO COCCIOLI

9. Conservar bello y vivo un idioma a pesar de las academias que lo cuidan, es el esfuerzo de los pocos escritores que tienen genio. JOSÉ MARÍA VARGAS VILA

10. Las únicas personas que defienden el idioma son las que lo atacan. MARCEL PROUST

jueves, 19 de febrero de 2009

Yuria 41



La fascinación que Fernando del Paso siente por la historia del arte corre paralela a la que –cosa natural- experimenta por la creación literaria de todos los tiempos. En la página 201 del Palinuro de México (en Edición de Diana), el narrador habla a través de los encuentros amorosos con Estefanía, del arte mínimo, del arte óptico, del arte ambiental y del arte conceptual para mencionar después a Hans Bellver, Balthus, Chagall, Géricault, retrocediendo más y más hasta encontrarse con Hyeronimos Bosch. Del Maestro del Jardín de las Delicias se desprende en buena medida la tónica en apariencia “automática” (en el sentido que los surrealistas dieron a este término) que anima buen número de los dibujos que ahora se exhiben.
Museo del arte Modernote México


El vaso de leche
Iris Puón
Tuxtla Gutiérrez
Primavera de 2007
3 de agosto
Cuando Sofi te entregó a mí, yo no tenía ni idea de lo que me esperaba mientras ella pedía en silencio que me gustaras. Quité rápidamente la envoltura, intrigada por descubrir lo que había dentro, mi cara de sorpresa y alegría no tardó en percibirse, di un grito de felicidad; Sofi satisfecha sonrío, esa reacción era la que deseaba. ¡Eres mi primer diario, una experiencia nueva para mí! Estoy muy emocionada y deseosa de escribir todo sobre mi vida. Esto me recuerda a un libro que leí hace unos años, es de una tal Ana, sí, de ella, creo que era judía o algo así. En él relata cómo vivió escondida, durante muchos meses, en un pequeño cuarto. (¡Que horrible experiencia!) Pero bien, te prometo nunca me alejarme de ti y no olvidaré contarte tooodo. Hasta mañana.6 de agostoLa Chofa es una gran amiga, no hay otra como ella, no sé qué haría si algún día nos separamos. Aunque desde ayer se ha portado distante. ¿Será que está molesta porque también a mí me gusta Román? Pero no tengo la culpa que sea un chico tan guapo. Román es lindo, además es todo un caballero; sus ojos son de un negro aterciopelado, tan ensoñadores que no puedo dejar de verlos; su nariz recta, y sus labios pequeños y carnosos, le dan un toque muy sensual, además le está naciendo barba, se ve tan maduro así. Hoy, cuando iba hacia la cafetería me sonrió. Mañana seguiré contándote de él y espero que Sofía ya no siga enojada.9 de agostoHoy salimos Sofía, Román y yo, después de la escuela. Fuimos a la nevería que está frente al parque. Se acercó en el receso a invitarnos a tomar un helado, las dos aceptamos gustosas. Nos divertimos mucho, conversamos y reímos. Román es un amor.10 de agostoLas clases estuvieron muy aburridas, esperaba ansiosa el momento de salir a platicar con Román; pero cuando al fin terminó la clase de historia, me encontré a Sofía platicando con él, me acerqué a ellos y los saludé. Él se alegró al verme, me lo dijo. (Creo que le gusto). Por la tarde platicamos Sofía y yo, hemos llegado al acuerdo que si a alguna de las dos nos pide ser su novia la otra no se molestará y seguiremos siendo tan amigas como siempre. Yo acepté, porque no hay duda de que seré yo quien se quede con él.14 de agostoHoy se fueron juntos, iban tomados de la mano y sólo me despidieron de lejos. Me sentí tonta porque pensé que me esperarían. Creo que se gustan o que ya son novios. Pero, ¿acaso no era yo la que le gustaba?, no pude equivocarme. Seguramente ella lo invitó a salir. ¡Qué tonta es Sofía!, cree que con tenerlo unas horas a solas lo conquistará; no sé da cuenta que él es para mí.15 de agostoConfirmado: son novios. No se separaron todo el fin de semana. A Sofía apenas si la vi, cuando llegó a su casa. Tengo que hablar con ella, pero con precaución, no debe darse cuenta que estoy celosa. Aunque en realidad no estoy celosa, ¿por qué habría de estarlo si de seguro ella es sólo para un ratito? Yo soy a la que realmente quiere, es sólo cuestión de tiempo.20 de agostoHoy la busqué durante todo el día, no la vi y cuando al fin la encontré estaba con él. Mañana la invitaré a casa. Mi mamá dijo que nos horneará galletas. Espero no desprecie mi invitación. Debo hablar con ella y dejarle en claro las cosas.23 de agostoHoy enterramos a Sofía. Román está muy triste, pero seguramente en unos días se le pasará. Me tiene a mí. Mañana lo invitaré a comer galletas, y lo consolaré. Unas buenas galletas, con un vaso de leche, animan a cualquiera.26 de agostoEs mío, totalmente mío. Su lenta respiración me proporciona calma. Lo he tenido de la mano desde la mañana. Mi mamá me ha dado permiso de estar el tiempo que quiera con él. Será mío siempre. Le prometí que nunca me alejaré de él. Creo que le agrado a su familia, porque soy la única que no lo ha dejado ni un minuto solo, a pesar de que estar sentada en un hospital no es lo más agradable del mundo.


Exhalando
Iris Puón

Despiertas y percibes ese olor extraño en tu cuarto, no le prestas gran atención ya que la urgencia por llegar a tu clase te hace menos sensible. Cuando entras a bañarte lo sientes más intenso -huele a rosas-, piensas, sin embargo bien podría ser el shampoo que acabas de comprar, no te ocupas mucho en eso y continúas duchándote.
Ese baño ha ayudado a despertarte por completo y ahora sí puedes vestirte y dirigirte a tu clase, a la que inevitablemente llegarás tarde, como ha sido en la última semana.
Entras a la escuela de lenguas y sientes ese extraño olor nuevamente, aunque es apenas perceptible, aquí es cuando comienzas a preguntarte de qué se trata. Subes a tu salón de francés y el aroma desaparece.
Hoy no irás al spinning, tienes mucha tarea y no te dará tiempo, además quedaste de ver a tu compañera en la biblioteca y mientras ella llega bien podrás prepar la exposición que tienes pendiente. Así que bajas.
Justo cuando sales de lenguas y pasas por aquella facultad, el olor se intensifica y notas su composición: rosas, tabaco, coco, pegamento, tinta china, un ligero toque de cítricos y algo más que aún no logras identificar. Es cuando culpas a tu nariz por ser tan perceptiva. Casi brota una pequeña lágrima de tu ojo derecho, lo adviertes e imediatamente te das cuenta que es primavera, -es por eso- dices (aunque en realidad la primavera nunca te ha afectado).
Sigues tu camino y llegas a la biblioteca. Olvidas momentáneamente el olor, gracias a esa maldita puerta que para abrirla necesitas empujarla con todas las fuerzas de tu menudo cuerpo. Te registras y dejas la mochila con el encargado. Entras a la biblioteca y ahí está otra vez, te sientes perseguida, observada, que alguien te está jugando una mala broma.
Intentas ignorarlo, tratas de centrarte en la lectura, pero no puedes. De pronto, como si algo te iluminara, caes en la cuenta de qué está pasando. Recuerdas que en otras ocasiones habías sentido lo mismo, pero había sido sólo por instantes.
Sales presurosa de la biblioteca, tienes que comprobar que es lo que imaginas. Te diriges a aquél lugar que está por la facultad de lenguas, el que tantas veces te has negado a nombrar.
Te espera, intenso, sofocante, retándote a que lo extingas. Tienes que enfrentarlo, es el momento preciso. Te colocas en él, lo aspiras poco a poco y lloras, lloras con los recuerdos, lloras por el olvido, lloras porque extrañas amarlo, lloras por su ausencia, lloras porque quieres llorar, porque necesitas llorar. Lloras hasta cansarte, hasta que todas sus lágrimas se han ido.
Lo aspiras una vez más, es una aspiración profunda, total. Lanzas un suspiro, su último suspiro. Y regresas sonriente, a continuar con la tarea que habías dejado a medias.

J'aime toi
Iris Puón

-Profesora, entonces que diferencia hay entre Je t'aime y J'aime toi?Y ahí fue cuando yo intervine -No hay diferencia alguna: J'aime toi, n'existe pas.Luego me quedé pensando y dejé de atender la clase de francés, raro en mí sobre todo en este semestre (ajá), sobre si podía dársele un significado a J'aime toi. Entonces recordé algo que estuvimos platicando con Carlitos, hace unos días, sobre el amor, las ilusiones, las decepciones y cosas así. Pero bueno, la cuestión acá (y le sigo dando vueltas al asunto) es que encontré la significación para J'aime toi. Comienzo explicación.Traduzco:Je t'aime: Te amo o Yo te amo.J'aime toi: Yo amo tú o Te amo a ti.Podría ser J'aime toi, desear amar a alguien o amar el amor sin tener un ser amado especial, buscar el amor en alguien...Algunos creamos un traje (por llamarlo de alguna manera), al que le donamos las características que deseamos en una persona, fabricamos nuestro amor ideal. Esa imagen la tenemos en nuestra mente, con la esperanza de toparnos algún día con ese ser especial.A veces vestimos a cierta persona con ese traje y creemos encontra al amor de nuestra vida. Sin embargo la persona en realidad no tiene las cualidades que nosotros buscamos y de eso nos damos cuenta tiempo después, es ahi cuando nos llevamos un gran chasco.Tenemos un J'aime toi, con nuestras ilusiones y esperanzas, y de repente es convertido en un Je t'aime, tal vez falso.Decir Je t'aime sin tener la seguridad, sin sentirlo en verdad, es terrible para nosotros mismos, es condenarnos a una gran desilusión que vendrá poco después.El J'aime toi es idelizar al ser amado, es donarle el reflejo de nosotros o lo que nosotros queremos ser.¿Será acaso el Jáime toi el culpable de tantos rompimientos? Tal vez el J'aime toi es quien hace que uno cambie de amor como si fuese cualquier cosa. Probablemente sólo exista el Je t'aime cuando conocemos y aceptamos al otro con sus defectos y errores, el Je t'aime que tanto nos hace falta y que lo sustituimos con un fatídico J'aime toi.Por eso es mejor que las relaciones fluyan y darse tiempo de conocer a las personas, sin apresurarse a algo.Tu m'aime? o tu aime moi?

Iris Puón
A A. J.

De las palmas de mis manos
Surgen etéreas
Mil notitas de colores
Vibrantes
Danzando
Alegres
(hacia)
Mi nariz distraída
(que)
reconoce
entre música lejana
la sublime melodía de tu piel

Iris Puón

Hoy te vi de nuevo,
te encontré más cercano
más sonriente,
más tú mismo.
Y volví a ser tu enamorada
la admiradora de tus cotidianidades
(o nunca dejé de serlo).
Mis ojos se llenaron de tu rostro
y mis manos de tu cuerpo
y mi cuerpo de tu aroma.
Sin embargo, hoy que te vi de nuevo,
me porté distante
ausente
callada
glacial
(se escucha el silencio, dijeron por ahí)
oculté mis sentimientos,
traté de fingir que no te echo de menos,
pero ni mis ojos, ni mis manos, ni mi cuerpo pueden mentir
y te vieron de nuevo
dichosos
extasiados
felices de ser de ti.



Hoja 1ª
Claudia Martínez

A Mario Alejandro

La primera hoja es para ti aunque no he tenido un encuentro con las palabras adecuadas.
Quizá no es necesario un poema ni prosa poética y mucho menos hipérboles, el fondo va más allá de la simplicidad retórica.
Es para ti y todo lo que eres y podrías ser, la constitución de tus ciertos y probables: realidad o mito.
El principio de sobra evidente e indescriptible, de múltiple narración… significación no expresa.
Lo que eres según mi lectura interpretativa de ti. Te leo:
duéleme, hiéreme, sonríeme, analízame, encasíllame… júzgame, víveme, ámame, mátame,
-siénteme-.
Hueso y carne, estupidez de nacimiento explicable.
Toda la vida, siglo sobre siglo caligráficamente vivo…
no hay vida eterna
[más allá de
-la palabra.
¡Jodido! Si te escribo no hay marcha en reversa; el borrador del destino no tiene dominio en el libro del espíritu.
Víveme, siénteme, acaríciame, tómame, sométeme, bésame, bébeme, pronúnciame, conmuéveme… poséeme.
Toda tuya sin fin, y si no me entiendes:
Estas líneas son para ti
-Mario,
traduzco al vulgo
(incomprensión)
disminuyo del altar hermenéutico
¿Te
amo?

Primero
Claudia Martínez
I
Soy tiempono cuantificable ni contenibleEspacialidad suspendidaen un punto sin retorno permanentemente habitableVolátil efímera No me retengassería imposible asiraquello sin presencia real,pertenezco al ayer al hoy y al mañana.


Segundo: cuarto elemental
Claudia Martínez
II

Ojala fuese aireescaparía en un soplo cuando me quedara sin fuerzas-y el miedo me consumiera-Ser como el aire: sensible inasibleIncorpóreapara no dejar un huecoentre tus brazosel día que diga adiós.



Tengo hambre de ti
Claudia Martínez


“Te amo”... bla, bla, bla... “pruebita de amor”... bla, bla, bla... “boda, pastelito, hijos”... bla, bla, bla. Todo, “bla, bla, bla”. Como sí nada, un día decidiste marcharte, a pesar de mis lágrimas y mis muestras de amor.
Con el transcurrir de los meses fui teniendo más hambre de ti, pero nunca regresaste.
Te fuiste en mayo, y en septiembre te cité en casa...

Tu aroma
Cuando me abrazabas, mi cuerpo se llenaba de tu aroma; al irte, te quedaste en mi ropa, en mi piel. Tu aroma era único.
Por eso quise conservarlo aplicando el enfluarage[1], aunque la cifra ascendiera a veinticinco. ¡Lástima! A diferencia de la fragancia de El perfume, tu aroma no resultó tan exquisito.
Hoy apareció en los periódicos: “Vigésimo quinto hombre es encontrado muerto”. ¡Ah! Tanto esfuerzo para que el frasco esté tirado en la basura.


Tus ojos
Aún recuerdo tus malditos ojos marrones, esos que apoyaban tus ‘sinceras‘ palabras. Me han quedado grabados tus ojos falsos y asquerosamente seductores; no olvidaré la última mirada lanzada desde el fondo del vaso de la licuadora.


Tu lengua
Ese pedazo de carne viperino que tantas veces se enredó con la mía. Tu lengua, la que humedeció mi cuerpo; tu lengua, ésa que engañó con promesas pueriles y futuro onírico... creo que su falacia es la culpable, aunque agregué más sal, nunca tuvo buen sabor.


Tus manos
-¡Quieto! Nos van a ver mis papás. ¡Estate! Ya casi me quitas la blusa... ¡Oh, estate! Saca tu mano...
-Pero no puedo, de niño nunca me amarraron las manos.
Y tenías razón, porque hasta en la sartén seguían brincando los pedazos de tus dedos.


Mi Martha, ¡cuánto te amo!
Claudia Martínez

1 de febrero de 2006
Son las tres de la madrugada, paseo de un lado a otro de la estancia con mi taza de café en la mano derecha mientras la otra alisa una y otra vez mi cabello. Sigo inquieto, hasta el sonido del viento que golpea la ventana me eriza la piel; tendré que levantarme muy temprano para ir a trabajar, pero no quiero, ¡no debo ir a la recámara! Seguro está ahí, esperando me recueste en la cama, entonces comenzará de nuevo.
Enciendo la televisión, después de tanta publicidad barata comienzo a bostezar, casi olvido el motivo de mi insomnio...


2 de febrero de 2006
Me duele el cuello aún, ayer dormí en la silla. Hoy parece que la noche será tranquila, de todos modos, he tomado los calmantes que compré después de la oficina; me siento relajado.
Once de la noche y continúa sin aparecer. Martha duerme plácidamente a mi lado, su respiración es lenta y profunda, envidio esa paz en su rostro.


8 de febrero de 2006
Mauricio volvió a llamar por teléfono, le he dicho que Martha salió de compras, si quiere dejar algún recado; él responde que no es necesario, sólo llamaba para invitarnos a su fiesta de cumpleaños, me hace prometerle nuestra asistencia.
¡Es el colmo del descaro! ¿Acaso no sabe que lo vi besando a mi esposa en el restaurante?
Hoy tampoco podré dormir, ver a Martha en la misma cama que ocupo me llena de rabia, ¿se ha vuelto a ver con Mauricio? ¡Imposible! Ella prometió no engañarme por segunda vez.
Prefiero la cocina, después de todo, él ha vuelto.


15 de febrero de 2006
Cinco días no he dormido, en mis horas de descanso prefiero permanecer en la oficina, al menos ahí puedo recuperar algo del sueño perdido. Si él no se va, pronto me convertiré en una persona totalmente diferente, irreconocible.
Tengo que obviar sus malditas palabras, ignorar su voz infernal.


17 de febrero de 2006
Mis nervios son incontrolables, me desconozco.
Martha trata de enmendar su culpa, pero su actitud amable y detallista me exaspera; hay momentos que pienso en el divorcio como la solución ideal, pero eso sería darle la victoria a Mauricio... Mauricio, ¡infeliz traidor!, todos mis problemas son culpa suya.


17 de febrero de 2006, 2 a. m.
Hoy, simplemente, no conseguí acallarlo, su voz era más firme que días anteriores...


30 de abril de 2007
El blanco de este cuarto me trastorna, es desesperante no poder salir corriendo, no comer por cuenta propia.
En ocasiones recuerdo a Martha, no como la mujer joven que conocí, o la esposa infiel, ni siquiera la Martha arrepentida tratando de enmendar sus errores (¡Y por Dios que no le guardo rencor!) ¡No! La Martha de mis memorias es otra, la que más amé, es esa mujer de los ojos aterrados, de gritos constantes; mi Martha adorada es aquella fría, estática, de mirada perdida. La Martha que yo recuerdo es la más hermosa sobre cualquier mujer, la de cuerpo rígido entre sábanas teñidas de rojo escarlata; ésa de voz lejana, muy lejana, a la que no escuché...
-¡Cállate, cállate! –grito de la misma manera que aquel día de febrero- ¡Cállate! –pero sigue ahí, siempre aquí.
Los doctores vienen con su inyección letal a dormir mi mente, a tranquilizar mis demonios, hasta que la voz se hace menos audible y se pierde en un susurro.
-Mátala, mátala, mátala...


¡Peligro!, mujeres en el baño
Claudia Martínez

¿Qué es lo que hacen las mujeres en el baño? Planean la muerte de los hombres.
Saber qué hacen las mujeres en el baño durante tanto tiempo y siempre acompañadas, es la pregunta del millón. Yo, fiel miembro de MAMA (Mundial Asociación de Mujeres Asesinas), bajo el amparo del anonimato, me permito revelar al mundo, lo que tanto se han preguntado los hombres; sé que con esta confesión, rompo el principal juramento de discreción absoluta, pero la organización me perdonará al escuchar mis razones: los hombres dicen que tardamos “infinidad de tiempo” porque estamos de comadres criticando el vestido de la vecina, el matrimonio de la ‘querida’ Blanquita, o peor, hablando mal de ellos; es humillante escucharlos rebajar el principal objetivo de las Juntas de Baño.
Las mujeres no tenemos el cerebro tan pequeño, como ellos creen. En el baño, maquilamos el infarto falso del papá opresivo, sugerimos la sustancia que paralizará momentáneamente el corazón de ese viejo amargado, y así, fingirlo muerto; papá despertará cuando la tierra ya cubra su ataúd, con esto aprenderá lo que se siente querer salir de fiesta y que no te den permiso.
Mi sesión favorita es aquella donde planeamos la muerte del novio infiel. Ésta es un muerte lenta, dolorosa, vengativa, por ello me agrada. El primer paso consiste en excitar al hombre, seguidamente se vendan sus ojos, y mientras él cree que llegará a la cima del placer, se procede a la castración. Tratamos de utilizar ropa barata para la ocasión, no queremos quemar una blusa de diseñador con el degollado cuerpo de nuestro “santo y casto” novio.
Otro de los asuntos que nos ocupan en las Juntas de Baño, son los profesores rabo-verdes. La vida social femenina implica gran inversión de tiempo, entre fiestas, compras, y el café con las amigas; ésta es la razón por la que no soportamos a esos ‘doctos’ que dejan tarea en vacaciones o fines de semana, a los que piden ensayos o reseñas en menos de quince días. Me divierto ideando un plan para cada tipo de profesor. Una vez matamos a un maestro por medio de mosquitos asesinos: introdujimos una gran cantidad en su casa, los carnívoros insectos comenzaron a clavarle sus aguijones envenenados, él cayó anestesiado sobre el suelo, sus ojos desorbitados expresaban el dolor que sentía cuando los mosquitos lo devoraban vivo. Realmente era un profesor agradable, su único delito fue, creerse mejor asesino que las integrantes de MAMA, además, estaba demasiado enamorado de Silvia Tomasa, principal socia de la corporación y mujer partidaria de la soltería.
¡Ah, los hombres! Hay de tantos géneros y clases, que resulta imposible hablar de las muertes que inventamos en los baños.
¿Se ríen?, ¿no me creen? Tal vez hacen bien, después de todo, ¿qué es lo que pueden hacer las mujeres en el baño?



El delicioso poder
Claudia Martínez

Ese Ser que no es, pero que Es
-Hasta aquí, ¿qué relación tiene el Tao con la creación poética? Porque parece que hablamos de temas sin relación –preguntó el profesor.
-¿Acaso sucede que aire y fuego se convierten en elementos de esto y aquello, que en la poesía se hacen metáfora? –respondió una de mis compañeras, el profesor anotó su participación.
Yo seguía con la mano levantada, esperando me dejara opinar, tenía una singular interpretación poética del Tao como técnica artística.
-Es la representación de un mundo, el reordenamiento construido por la poesía sucede en el universo del Tao. Hay una re-creación del mundo ofrecida por el Tao que se identifica con la naturaleza de la poesía –dijo una segunda persona.
Y yo ahí, ansiosa porque llegara mi turno y poder decir: “El Tao es el Tao, ya lo dijo usted una vez, aludiendo a un universo autosuficiente capaz de explicarse a él mismo, y plantear un reordenamiento; tal como se desarrolla la poesía, siendo ella misma su esencia y explicación”. Todo un discurso literario esperando hacer acto de presencia.
-Bien, puede continuar compañero –esas palabras sentenciaron al encierro eterno mis bien fabricadas conclusiones-. Continúe con la exposición compañero.
-El Yin es...

-Profesor, ¿qué es el Tao?
-El Tao es –pero no puedo continuar-...
-El Tao es el Tao –sentencié mientras le reventaba la yugular con mi cutter.
Ciertos profesores deberían pensar muy bien, antes de matar los discursos filosóficos de sus alumnos.


Parafraseando a Aub
¿Nunca han sentido la necesidad de matar a su profesor? ¿A ése que llega con su intimidante personalidad, al que te aterra cada vez que fija su mirada en ti y te hace sentir inferior; y cuando sus dedos juegan con su barbilla, lo asocias a un gesto de burla por tu anterior comentario en clase?
¡Sí! Ansias de matar a tu profesor que cita a Heidegger durante una semana infinita para ti, porque aún no comprendes como el hombre posee un habitar poético.
¿Realmente no han querido matar a su profesor, por el simple hecho de no poder escribir un ensayo acerca de la “Literatura en la sociedad”? Bien, yo lo hice en nombre de todos.


Para quien se autonombra el asesino serial de Tuxtla
Todo comenzó meses atrás. Yo deambulaba entre las lecturas de Monterroso y Arreola, desviándome hacia el mundo metafísico de Borges, para finalmente arrojarme al abismo sarcástico de Max Aub.
He ahí la gota que derramó el vaso: ¡Max Aub!
“La maté porque miraba al techo mientras hacíamos el amor”, fue esta la mini ficción culpable. Después siguió el profesor con sus comentarios, sobre que toda gran urbe debería tener su asesino serial... no pueden juzgarme; ha sido él, mi profesor, quien abusando de su poder, sumergió a mi débil y ociosa mente en un estado paranoico de querer matar a medio mundo por pequeñas faltas: le maté, porque no contestó mi saludo; la maté, porque tiró la envoltura de chocolate fuera del cesto para basura; así podría seguir con mi interminable lista de asesinatos perfectos, ¿nadie sospecha de la gentil joven universitaria?
Pero ya no resistía más, seguramente la siguiente víctima sería mi compañera de vivienda, y entonces sí que la policía fijaría su atención en mí. Por eso llegué a esta conclusión.
-Reseña, cuento o crónica para el viernes.
-¡Lunes! –gritamos a coro, él negó con la cabeza y tuvimos que resignarnos.
-Nos vemos el viernes, espero sus trabajos.

-¡Profesor, profesor! –grité al correr tras él para alcanzarlo en el estacionamiento.
-¿Qué es?
-Su sombrero, por cierto, se ve muy al estilo Arreola con él.
-Gracias, es usted muy amable.
-No hay de qué, vi su sombrero olvidado y decidí regresárselo antes de que se fuera.
-Gracias de nuevo.
Lo observé alejarse, la facultad queda desierta después de las nueve de la noche, solamente yo vi cuando subió a su camioneta, se colocó el sombrero sobre la cabeza, y antes de poder encender el auto, su cara se estrelló contra el volante.
Me di la media vuelta y comencé a caminar; es asombroso como los Grises, unos pequeños piojos con patas afiladas, pueden perforar en cuestión de segundos el cráneo, con el propósito de degustar su alimento predilecto: el cerebro humano.


Adriana Tovilla Solís
Manzana.



¿Porqué tengo que ser yo la antagonista del cuento?, si tú colocaste el veneno en la manzana. Inyectaste esa tóxica sustancia a pesar de que la etiqueta en el frasco prevenía: “manéjese con cuidado, afecta principalmente el sistema amoroso, ocasiona al instante el desgarramiento de un corazón enamorado con tan sólo una gota”.
La dejaste para mí, ¿a quién más, si tenía una dedicatoria con mi nombre en ella? La mordí, ¿Cómo podría desconfiar de ti? Súbitamente sentí la pócima recorrer mi cuerpo, destruyendo cada uno de mis sentimientos gratos. Urgía un transplante, sobre todo de amor; no hubo donadores.
Mientras el dolor me consumía lentamente, intentaste ayudarme, “fue un error” argumentabas cuando desesperadamente buscabas un antídoto inexistente. Mi amor, temo decirte esto: no hubo error, sabias perfectamente lo que hacías envuelto en la llama placentera del egoísmo.
Regresaste con la manzana causante de mi mal, según tú con el remedio en ella, ¿creer en ti de nuevo? No podía, era muy tarde… mi sistema amoroso estaba fatalmente destrozado.
Ha pasado tiempo desde ese día, hoy demandas amor, me reclamas el poco valor que di a tus torpes esfuerzos de rescate, mi ingratitud ante el “sincero” amor que hoy me profesas, por la indiferencia a tus besos, a tus caricias, a ti.
Te vas, sin antes culparme, una vez más, de destruir tu vida al no corresponderte, pretendiendo reavivar la llama de dolor en mi alma causada por el veneno… lo lamento, he quedado desahuciada, ¿recuerdas? No siento ya nada, mucho menos culpa.


Adriana Tovilla Solís
Yo la amo.

26 de Febrero.

Me han derrotado, lo he perdido todo.
Pase por Claudia en la tarde. Ella me lo pidió; me llamó al trabajo, algo poco común, debo confesar que me asustó su llamada, pero oír su voz que profesaba una invitación a tomar un café me sentí alagado; en cinco años de novios nunca se había atrevido a dar la iniciativa en ninguna circunstancia.
Llegamos a la cafetería que Claudia eligió, sin darme la oportunidad de proponer algún otro lugar. Ordenó un café sin azúcar, e inmediatamente con un ademán me indicó que se dirigiría al baño, yo termine de ordenar. Regresó, y tierna como siempre, empezó a contar su día en la escuela, y yo dejaba infiltrar comentarios de mis experiencias vividas hoy, que no vale la pena anotar en este cuaderno porque está destinado para eventos relevantes, este obviamente lo es.
Apareció justo frente a nuestra mesa…Beatriz, mi corazón se detuvo ante el terror de verla, Claudia se paró para saludarla, seguidamente me vio a los ojos, en los de ella se podía ver odio. Tuve que comportarme como “todo un hombre”, no podía huir, ¡cuánto lo deseaba!; no podía, me tenían acorralado.
Escuche sentado lo que las dos mujeres furiosas decían hasta que ya no tuvieron aliento. Yo utilice mi derecho de permanecer callado, limitándome gesticular un poco, después de la tercera cachetada.
Se marcharon tomadas de la mano; había soñado en tenerlas juntas en una orgía perfecta, pero esta escena estaba muy por debajo de mi anhelo.
Yo amo a Claudia, no puedo perderla por una aventura con Beatriz.

28 de Febrero.

José, un compañero del trabajo, me ha dicho que Beatriz ha estado inconsolable y me sugirió que acudiera a verla.; pensándolo bien ella también es una victima, no sabía de la existencia Claudia por eso accedió a prestarse para el juego de la cafetería.
No la puedo ver de nuevo, sólo de pensar en su ardiente cuerpo… caería al instante rendido en sus brazos; el amor tiene que ser más fuerte que el deseo: no iré.
Claudia es la única mujer que he amado y que amo. Me desespera la idea de pensar que nunca más será mía; la he llamado obsesivamente: en vano, no contesta.

4 de Marzo

Claudia me ha contestado una llamada, su voz se opacaba con los sollozos que emitía, excepto cuando la alzaba para insultarme, escuchó de mí dos o tres palabras, y me colgó.
Beatriz vino a verme, a darme otra oportunidad. Se veía exquisita, nunca la había visto así en los dos años de nuestra relación. Sin dar muestra de mis deseos por poseerla, le hablé: “Bety, no quiero hacerte sufrir más, yo amo a Claudia”, y me marche antes que la apetencia descontrolada por ella, que llenaba mi cuerpo, me dominara.
José, al verme, con tono de burla me dijo: “no te hagas del rogar”. Entendí que ellos son muy allegados, yo diría que demasiado.

8 de Marzo.

Beatriz y Claudia se han convertido en amigas entrañables, hoy las vieron en restaurante celebrando el “día de la mujer”. Temo que Bety pueda envenenar más mi reconciliación con Claudia, tiene motivos, no fui buena pareja, simplemente la utilice, ella lo sabía, nadie soporta tanto la inferencia de su “novio”.
Recuerdo el día en que la vi, estaba muy enojado con Claudia, porque insistía en que asistiera a un recital de su prima de cinco años; odio escuchar a los niños cantar, lo hacen pésimo, seguramente es por esos trajes de abejas que les impide respirar. Me disculpé y se puso frenética señalando una sarta de desconsideraciones de mí parte, me fastidie de su sermón y marche a un bar. Ahí la conocí, ella tomaba una cerveza, sola. La invite a bailar, me dio su numero y empezó mi atroz juego de mentirle a mi novia y conquistar a otra.
Me sentía rey, hasta que Beatriz empezó a salirse de mí control, quería saber todo de mí vida, llegó incluso presentarse ante mis padres como mi novia, algo que ingenuamente resolví. Me espiaba, sospechaba que le mentía; nunca me reprochó mi relación con Claudia, estoy seguro estaba al tanto de mi engaño, jamás expresó nada, hasta el día de la cafetería. Me volvía loco, intente dejarla pero siempre regresa.
Claudia es demasiado ingenua nunca dudo ni un segundo en mí, aunque todo fuera obvio, hasta que lo vio con sus propios ojos, es por eso que las palabras no me bastan para que confié de nuevo en mí. Beatriz no la ha decepcionado, creerá todo lo que le cuente.
Ya no soporto más esta situación, necesito ver a Claudia, decirle lo muy arrepentido que estoy del daño que le hice y que la amo de verdad. Hoy yo haría por ella todo, cambiaria rotundamente; ¿cómo se lo digo? si no me escucha, no quiere verme.

11 de Marzo.

He tomado el mismo camino que recorre Claudia para ir a la escuela para encontrarla desde hace ya una semana, pero sin éxito. Hoy decidí tomar una ruta alterna, que posiblemente recorre en el afán de no ser hallada. Allí estaba, caminaba despreocupada, me acerque rogándole que me escuchara. Después de una discusión vergonzosa en la calle, accedió a hablar conmigo en el intermedio el recital de uno de sus sobrinos que acaba de ingresar al “Jardín de Niños”, advirtiéndome que una vez iniciado el recital no dejaban entrar a nadie, forzosamente vería completa la ridícula función, pudo ser peor, como ir a misa.
Mi amor, me hizo no odiar al espectáculo, me alegraba la idea de que Claudia estaba en la butaca de junto, lo más cerca que he estado desde el incidente de la cafeteria.
En el intermedio me contó muchas cosas que Beatriz le relató, justifique pobremente el error que cometí, y de pronto deje que mi corazón hablara, no recuerdo exactamente las palabras, pero me salieron del alma, ni yo me reconocía, mucho menos ella.
Terminó la función y la acompañe a su casa, ella estaba nerviosa, yo le rogaba que me permitiera estar a su lado; sin darnos cuenta nos fundimos en un beso, que pensé iría acompañado luego una cachetada, no fue así, por último me dijo “buenas noches” a lo que conteste con un “te amo”.

16 de Marzo.

No he tenido tiempo de escribir todo lo que me ha sucedido con Claudia, la amo cada día más, ella se ha portado condescendiente, me permite acompañarla a todos lados; fuimos a misa tres veces en estos días, la acompañe a arreglarse el cabello, dejó que la invitara a comer y siento que ella también me ama, aunque se niega a decírmelo: tiene miedo, no es para menos.
José ha querido convertirse en mi confidente, pero dudo de su sinceridad, porque es muy cercano a Beatriz, no quiero ésta se enojé y pueda hacerle algo a Claudia. Lo evado tratando de ser educado, no obstante esta llegando al límite de mi paciencia.

18 de Marzo.

Claudia aprobó la idea de ser novios de nuevo; estoy feliz. Ella está convencida de mi cambio de actitud, y yo no pienso desaprovechar esta oportunidad por nada del mundo, porque la amo.
Beatriz me llamó, muy cortante, me exigió de manera déspota que le regresara una caja que ella me dio a guardar, argumentando que era un regalo para su padre, y no quería tenerla en su casa, en el caso de una vista inesperada de su papá. Para no tener más problemas con ella, iré mañana a dejarle el paquete. No mortificaré a Claudia con este encuentro, yo se que no pasará nada.

19 de Marzo.

Acudí a dejar el paquete a casa de Beatriz, me abrió, y en cuanto me vio pregunto por Claudia, me pareció de mal gusto y no le conteste. Coloque el paquete en una esquina próxima a la puerta, y me conduje a la puerta, entonces ella que había estado observando mis movimientos con la caja, me solicitó que la ayudará llevar el paquete a su cuarto, ya que su padre nunca entra ahí, con el pretensión de irme lo más pronto posible, tomé el paquete nuevamente lo llevé a su cuarto; ella iba detrás, al llegar a su cuarto, cerró la puerta al momento se arrebató la bata que la cubría, mostrándome su fogoso cuerpo. Trate de salir pero se interpuso entre la puerta y yo. Mi cuerpo se estremecía al tenerla cerca, la deseaba, mis impulsos me vencieron, ¿quién podría resistirse?, mi conciencia era vencida en cada beso, se eliminaba la culpa con cada caricia.
Estaba apunto de llegar al éxtasis, y en el rostro de Beatriz se apreciaba una satisfacción excedida, de pronto, la puerta del cuarto se abrió súbitamente, apareció José con mi amada Claudia.
Beatriz se carcajeaba mientras trababa de perseguir a Claudia semidesnudo, finalmente me dijo: “ni modos, busca a otra. No te atrevas a poner un pie en esta casa, ¡lárgate!”; José a empujones me echó de ahí.

Desnuda.
Adriana Tovilla Solís

─Me voy a la oficina, no me esperes a comer ─dijo él.
─No olvides tu almuerzo está en la mesa de la cocina ─respondió ella desde la ducha.
Se escuchó la puerta, el encendido del carro… estaba sola. Terminó de bañarse, estiró el brazo para asir la toalla, no la encontró en el lugar acostumbrado, salió, vio la cama desnuda así como ella; abrió el ropero y los cajones, no halló nada: toallas, ropa interior, toda la ropa de ella y su marido, sábanas y cortinas, habían desaparecido. Aún con el agua escurriéndole por el cuerpo tomó el teléfono, no daba línea. Buscó por los rincones de aquel departamento en el cuarto piso los objetos extraviados, sin ningún éxito. Y en la mesa de la cocina una nota, la abrió y leyó:
“Mi amor, me he llevado tu ropa, ya que no tienes la prenda adecuada para la cita de hoy; no te asombres, sé fingir, lo aprendí de ti. He sabido de cada uno de tus encuentros llenos de pasión y ardor en los que te burlas de mí. (Pronto darán fin.)
Por favor no te preocupes, yo asistiré a la reunión en tu nombre, no me gusta que seas incumplida. No busques el revolver, yo lo tengo. Gracias por el almuerzo.
Por siempre tu esposo: Andrés”
Rompió la hoja por la desesperación de no poder salir al rescate de su amante que ingenuo la esperaba. Maldiciendo abría y volcaba cajones, cajas, sillones, muebles… destruyendo por completo el departamento sin encontrar con que vestirse. Impotente, desesperada y ya con poca vergüenza, tomó un sartén para cubrirse la pelvis, y con el brazo libre abrigó sus pechos, y salió al auxilio de su amor.
Ningún chofer tuvo la valentía de subir a su unidad a una loca nudista probablemente drogada: colectivos, taxis, microbuses, no se detenían ante los gritos de aquella mujer que usaba un sartén por falda.
Ella llena de angustia, y en medio de sollozos pedía auxilio “lo va a matar, por favor ayúdeme”, pero las miradas asustadas y morbosas seguían su curso.
─Señora, está detenida, estas son faltas a la moral, acompáñeme ─exclamó un policía que era escoltado por las religiosas de un colegio cercano.
─¡Ayúdeme!, se va a cometer un asesinato… es mi culpa… él se llevó mi ropa… ¡lo va a matar!... ¡Dios mío! ─ respondió histérica, como si no hubiese escuchado.
─Acá nadie va a matar a nadie, no tenga miedo ─dijo tomándola del brazo e indicando con un ademán a sus acompañantes que se trataba de una demente.
Ella se dio cuenta del ademán, y perdiendo el pudor le estrelló el sartén en la cabeza quien la sujetaba y se hecho a correr, pero su carrera fue interrumpida al ser arrollada por un auto.
Despertó adolorida, estaba elegantemente vestida con una camisa de fuerza, y acompañada de un enfermero que amablemente al verla despertar pronunció: “¡hola!, ¿cómo se siente?”, ella comprendió donde se encontraba y empezó a dar gritos de reclamo, fueron apagaron al verter en sus venas un calmante.
Todos los días a la paciente del cuarto doscientos tres, se le suministra una considerable dosis de calmantes para mantenerla tranquila. Aún se espera la aparición de algún familiar.




BIBLIOGRÁFICAS

Paradigmas de la enseñanza en lenguas
Alejandra Méndez Pardo
UNICACH
2008

Este libro es el producto de un trabajo de investigación que busca comprender el panorama e la enseñanza de lenguas de la región sur de México, la cual incluye los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, que comparten características tales como la marginación, la multiculturalidad y el multilingüismo.
Siendo una región tan vasta en cuanto los problemas por investiga, el objeto de este trabajo está constituido por los grupos que realizan investigación en el área de enseñanza de lenguas, por considerar que el problema lingüística es característico de la región en la que coexisten diversas lenguas indígenas junto con la lengua oficial (el español). Además porque en el contexto actual de nuestra sociedad, inmersa en un proceso de globalización, reclama el aprendizaje y uso de lenguas extranjeras. De ahí que en el propio título del trabajo se expongan estos dos ejes de la investigación sobre la enseñanza de lenguas en la región.



Alteraciones conductuales en una sociedad en transición
Amín Andrés Miceli Ruiz
UNICACH
2008

Hablar de sociedad globalizada, es referirse a la transición económica, política y social por la que atraviesa el mundo durante las tres últimas década. Definición, aún no categorizada por teóricos y estudiosos de las ciencias sociales, quienes coinciden en afirmar que se trata de un movimiento financiero internacional de liberación de capital apertura de libre mercado. Sin embargo, al interior de las sociedades nacionales, éstas se ven alteradas en todas las esferas de la vida social. En este sentido: Aliteraciones conductuales en una sociedad en transición, es una investigación fenomenológica que desde la observación y sistematización de las conductas sociales, propone un enfoque analítico descriptivo, microregional de los efectos de las políticas globalizadas, que operan ya, en las ciudades, pueblos y comunidades rurales del estado de Chiapas.

Los libros de Artista, los otros libros.
Marco Antonio Rangel González
UNICACH
2007

Este libro nos lleva a descubrir la historia de una disciplina alternativa muy poco abordada por los creadores hoy en día. Los libros de artista han sido parte del arte evolutivo desde sus inicios con formatos variados, como los cuadernos del maestro Leonardo da Vinci, pasando por los grabados de William Blake hasta convertirse en un formato explorado por todos aquellos artistas que buscan alternativas que le den más recursos, tanto lingüísticos como visuales a su producción. El libro de artista se inserta en la contemporaneidad como una alternativa a la producción que permite desarrollar nuevas y variadas formas de expresión artística.
Este trabajo nos muestra cuál ha sido el desarrollo de Los otros libros, los alternativos y nos enseña su vínculo con el arte correo, el video, la instalación y el performance. Así como el desarrollo del arte desde la década de 1970 en México.

Las Drogas
Carlos Hiram Culebro Sosa
UNICACH
2008

El fenómeno de las drogas tiene dos caras: su oferta o narcotráfico y su demanda o farmacodependencia. Combatir el narcotráfico es una tarea que compete, principalmente, a las fuerzas armadas.
Atender la farmacodependencia o adicción –que es el tema central de este libro- requiere de la intervención de los padres de familia, maestros, personal de salud y la comunidad en general. Para que esa participación sea efectiva, la sociedad debe estar debidamente orientada acerca del fenómeno en cuestión y, de manera particular, sobre las drogas de mayor consumo y las estrategias preventivas.
Sobre esos temas y otros más he publicado semanalmente artículos, principalmente en los periódicos Cuarto Poder y El Heraldo de Chiapas que se editan en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; México.
La recopilación de esos artículos y de algunos otros textos integran este libro, refiriéndome a algunas características del uso de drogas en el estado de Chiapas; sin embargo, varias de las observaciones son válidas para todo el país.



PIEDRA DE TOQUE
DEL DIARIO DE ODACIR
CARTA A LA MADRE (tercera y última parte)
Ricardo Cuéllar Valencia


Cerré los ojos. Intenté dormir y me fue imposible. El relato de Margarita de los Ángeles, aún precario, sobre los últimos momentos de vida de mi madre, se me repetía con plena nitidez, una y otra vez. Imaginaba los gestos de dolor de doña Aura, sus palabras precisas, lúcidas como suelen ser las de ciertos moribundos. La veía mirando el fluir del agua del río… cada vez que le salían las metáforas y, observaba, con lacerante dolor, la delicadeza con la que la doctora limpiaba su rostro sangrante.
De repente Margarita se levantó y sentó en la cama y dijo con voz queda: ¿Odacir: me escuchas? Si. Debo contarte algo más. Salgamos al corredor. Por supuesto. No puedo dormir. Yo tampoco. Sus ojos y mirada son iguales a los de doña Aura. Se perecen en el rostro, a pesar de su barba negra cuajada.
Cambio de gesto y en actitud interrogante me dijo: ¿es usted poeta? Ojala, eso pretendo. No sea modesto. No, no es cuestión de modestia. Permíteme que le explique. La poesía es asunto de mucha responsabilidad. A muy pocos se les da, o como dicen algunos, a muy pocos visita. Ella es la que elige. ¿Qué quiere decir ser poeta? Qué preguntitas…Es la más difícil condición del ser humano, le respondí mirando la ventana del cuarto.
¿Nos tomamos otro traguito? , insinuó y agregó convencida: pues por lo que presiento vamos a pasarnos en vela toda la noche y es necesario amortiguar la tensión. Buena idea, le dije. Salimos y compramos la otra botella de aguardiente. Regresamos al corredor.
Mira Margarita: respondo a tus preguntas de manera somera: el poeta, el verdadero, el auténtico no sabe irse por las ramas. Cuando entiende que la poesía lo posee debe despojarse de muchas cosas inútiles para poder ir accediendo a ciertos secretos que hacen la vida de los seres humanos, de la naturaleza y el universo. Renuncia a las bagatelas que hacen el diario vivir para con libertad, humildad y una decidida convicción ir penetrando en el corazón de todo lo que le incumbe, en esta vida, a los seres humanos.
¿Así es la cosa de seria, amigo? Si. Es un trabajo que implica, esencialmente, aprender a conocer de nuevo, a vivir en los abismos. ¿Cómo?
No se trata de ser un meloso, un lastimero o un bufón, como los hubo en el romanticismo español, por ejemplo. Todo lo contrario, amiga, nos enseñaron los poetas alemanes e ingleses del siglo XIX. Ellos lograron desde una profunda visión metafísica develar aspectos esenciales de nuestra condición humana, como es el espinoso asunto de los sueños, tan caros al señor Freud y sobre todo al sigloXX y, decisivos para el surrealismo y la poesía contemporánea. Ir al abismo es ir a lo esencial, a esas profundidades que nos constituyen y que muy pocos llegan a tocar, a palpar con las palabras del poema.

Me encanta como habla. ¿Entonces los poetas son seres muy especiales, verdad? No. Levante la mano derecha y trazando una línea horizontal, le aclaré: Los poetas son iguales a todos los seres humanos. Los diferencia de los demás su trabajo, que implica, necesariamente, una manera de asumir la vida más allá del bien y del mal, entre otras cosas. Me callé. La miré fijamente. Y habló ella así:
Te he llamado para contarte lo que se me ha venido a la memoria de manera insistente. Doña Aura dijo algo que me retumba en la cabeza:
La vida y el agua caminan hacia la muerte. No importa morir. Lo que vale es haber vivido con dignidad, sin engañar a nadie.
Se quedaba en silencio por segundos, levantaba la cabeza, observaba el horizonte y luego a mí, con el rostro pálido y sereno, extrañamente sereno. Y continuaba:
Los que naufragan en la vida nunca aprendieron a preguntarse nada. Amar no es un sacrificio sino una voluntad natural y divina.
Te digo que estoy consternada. Otro día podré recordar más. Ahorita estoy, cómo te dijo, plena, atosigada, esa es la palabra, que apenas me fluyen algunas imágenes y palabras que vi y escuche en su intenso monólogo. Estoy consternada. De hoy en adelante no seré la misma.
Amiga, le dije, colocando los dedos del brazo derecho sobre su hombro izquierdo: no sabe el inmenso placer que siento al tenerla cerca y poder escuchar no sólo sus relatos, si no, muy especialmente, percibir su sensibilidad trastornada. Es usted un ángel con cuerpo humano.
Recuerdo algo más, escuche, por favor:
Mi muerte no implica a nadie. Estoy haciendo las paces con el destino. Voy a morir tranquila. Cumplí.
Es un pensamiento que me permite entender qué vivía la seguridad de ser ella misma. ¿O no, amigo? Si, me gusta su lectura. Mi madre no vivía en la indecisión o la sospecha. Siempre fue cautelosa, clara y precisa en sus decisiones.
Obvio que tuvo, te lo confieso, raptos de malestar, insatisfacción y dolor. Es apenas elemental. A veces los fracasos la acongojaban. Casi siempre lloraba sola. A mí, en particular, me reveló varios de los dolores que albergaba su corazón. Su hombre no le fue fiel siempre, apenas al principio, esa herida le dolía. Lo sé. Con la paciencia cristiana que siempre la acompaño supo, hasta cierto punto, perdonarlo. Era uno de sus dolores que prefería guardan en pleno silencio. Cuando alguien le informaba algo, no indagaba nada y menos se interesaba cuestionar a don Alfonso. Una vez cometió el error y salió mal librada. Juró no repetirlo.
Un día me dijo después de comentarle mi situación conflictiva con una novia: parece que hombres y mujeres, casi todos, estamos marcados por la infidelidad. De eso habla la Biblia, hijo, qué le vamos a hacer.
Me quedé, yo, Odacir, en silencio, casi un minuto. Levanté la cabeza y mirándola a los ojos le dije sin tegua y con ternura: Te deseo. Para mi no es asunto de infidelidad, amiga, gracias a que vivo y pienso con categorías y normas muy distintas a las de mi madre. Que bueno que tocas el tema, Odacir, comento con franca serenidad Margarita. Me encantaría hacer el amor contigo, aquí, ahorita, donde quieras…
Te repito, amiga, el deseo me salta por toda la piel. Prefiero, en este momento, ser tu amigo, simple y llanamente. Me encantas. Eres bella. Eres buena mujer. Eres mi mejor amiga después de mi madre. Y, eso, como dices, vale oro. Me perturbas. Déjame enterrar a mi madre y te daré lo que quieras.
Agachó la cabeza sobre los dedos de las manos en el barandal de madera del corredor y se soltó en llanto. La dejé que llorara hasta que terminó de suspirar. La tomé en mis brazos, besé sus exquisitos labios. Le acaricié el rostro con suma ternura. La dejé en la cama de Gloria y me dormí de inmediato. Ya se asomaban las primeras luces de la mañana.
Despertamos a las once, aún con el cansancio del dolor y la tensión en todo el cuerpo. Salimos. Nos despedimos con fruición.
En el hospital nadie me daba cuenta de nada. Por fin una enfermera me orientó. A las once de la mañana el señor alcalde permanecía en su casa tomando café con dos caciques. Le exigí a su esposa que me atendiera de inmediato pues me estaba citando para las seis de la tarde. Casi no me da el documento para obtener el ataúd y el permiso de salida de Viterbo con el cadáver de mi madre. En el hospital me negaban facilitar la abundancia para el traslado del féretro. El chofer alegó no contar con gasolina y tener una llanta ponchada. Le pagué todo y algo más.
El ataúd de madera ordinaria y sin broches para cerrarlo traqueaba con el movimiento del vehículo. Me dolían las manos de sostenerlo con una y otra para evitar ese insoportable golpeteo. Compre, en el primer pueblo, un lazo para atar la tapa y una botella de Ron Viejo de Caldas. Así pude llegar a Medellín, sin hablar una palabra durante cuatro horas.
Ya en la ciudad la llevé a un velatorio para que la mudaran de ropa y arreglaran. Cambié el ataúd. La familia grande y amigos esperaban en casa. La dejé en la sala. Subí por las escaleras. Me detuve a la mitad y hablé en voz alta quince minutos sobre la muerte como presencia impuesta cotidianamente. No recuerdo nada, me contaron. Seguía mi cuarto y me tendí completamente borracho, dicen.
La enterramos.
No soportaba hablar con nadie. Bebí tres días como un cosaco. Ni familiares, ni políticos, ni colegas, a nadie podía atender. No recibí condolencias. Tampoco podía escribir y menos leer. Comía a medias. Lloraba a ratos. No acepté la compañía de mi padre ni de mis hermanos. Toda palabra me fastidiaba. No pensaba en nada. Habitaba el vacío. Bebía rápido para evitar la presencia de la razón y dejarme caer así en la las plena idiotez de la embriaguez. La única realidad que percibía era el sentido del absurdo. Me sentía plenamente inútil e impotente. Permanecía la mayor parte del tiempo tendido en la cama. Dormía a ratos, bebía. Cuando alguien me abordaba al salir del baño contestaba, me han contado: no sé nada. La nada tiene la palabra. Al carajo con las preguntas. Todo vale nada y el resto vale menos. Todos se pueden morir ya, ¿y qué?
Una mañana desperté abrazado a la certidumbre de mi pobre realidad humana. Bajé atolondrado. Repetía las frases esas a la menor provocación. Salí solo a la calle. Decidí regresar a Manizales.
La soledad, lentamente, me fue recuperando. Un año duró el desgarramiento. Acepté la ausencia de la madre en el momento que empecé a soñar con ella. Salíamos. Hablábamos. Salimos. Hablamos. Sólo en esta nueva realidad onírica me fue posible volver a tomar fuerza y creer en los proyectos que me inventé para darle sentido a la vida. Creció la soledad. Suspendí el licor. Me entregué a la investigación histórica y literaria. Poco escribía. No acepté dictar conferencias u ofrecer recitales de poesía. Viajaba. Me separé de Gloria. Me enamoré de Luisa Fernanda y renació en gusto por la vida.
Tres años después decidí, en plena y rica soledad, el exilio.
Pasados treinta años y pico he resuelto, espontáneamente, escribirte. Tengo apuntes pero no me gustan. Los quemaré cuando los encuentre.
Esta carta no te era, es y menos será necesaria. Pero la he escrito y seguramente yo te la leeré en algún parque o restaurante.
Finalmente te cuento el último encuentro con la doctora que te atendió la mañana de tu agonía.
Tres meses después de que te enterramos fui a verla a Viterbo. No me interesó ir a buscarla al hospital. La llamé y nos volvimos a ver en el Hotel Mariscal donde habíamos conversado, dormido y declarado nuestro mutuo encantamiento. Sé que te alegraras de mi encuentro con Margarita de los Ángeles.
Era bella, buena, dulce y sabia mujer. Piensa lo que le interesa a su condición femenina. Trabaja y vive sola. Poco cree en el amor fiel de larga duración, especialmente entre los hombres. No entrega su cuerpo a cualesquier seductor, menos a esos que la rodean de atenciones y regalos. Le aburre enormemente la ordinariez de ciertos hombres y sus rudimentarias pasiones afectivas, eróticas y humanas. No me imaginaba, de verdad, una mujer tan crítica y clara de pensamiento. Fue un regalo de la vida.
Nos quedamos de encontrar en el restaurante. Pedimos café y luego vino blanco de Alemania, Blue Rhin, Liebfraumilch, Rheinhessen, exquisito. Hablamos de las generalidades y asuntillos de la vida cotidiana. La tomé de las manos mientras le empezaba a hablar del inicio de mi encantamiento hacia ella, desde el primer momento que la vi: te vi y te amé, le dije.
Nueve días nos degustamos en un sin par delirio sensual, amoroso y erótico. Ni ella ni yo te mencionamos. Era absolutamente innecesario. Nunca más he vuelto a ver la doctora Margarita de la Ángeles, a no ser, precisamente, en esta carta.
Cumplo con mi deuda de hablar de ti y de mi, sin fútiles anécdotas o arrestos de escritor realista, manera seductora que a mi en lo personal, no me convence.
La única condición que asumo, a plenitud, es la de ser escritor de literatura, la de un presunto poeta, nada más. Tú me descubriste y enseñaste el amor por la vida, antes que todos los libros de filósofos, novelistas y poetas que he leído. Eso me ha bastado.
Hasta la próxima. Con el amor de siempre, Odacir.



METODO FÁCIL Y RÁPIDO PARA SER POETA
Jaime Jaramillo Escobar

COMPRENSIÓN DE LA LECTURA

Existen cuatro posturas:
La primera sostiene que sólo se debe leer literalmente, sin agregar interpretaciones de ninguna especie, las cuales se consideran pretenciosas, abusivas y fuera de lugar.
La segunda sostiene que todo texto es de libre interpretación y que el autor no ha querido decir nada en particular al escribirlo, sino que acepta de antemano todas las interpretaciones posibles.
La tercera asegura que el buen lector debe procurar encontrar el significado que el autor se propuso dar a su texto y que en eso precisamente consiste el arte de leer.
La cuarta dice simplemente que hay distintas clases de textos y que a cada uno debe darse la lectura que le corresponde.
Cuando García Márquez, en una página muy conocida, afirma que el texto literario se debe tomar al pie de la letra, sólo está proponiendo un acto de fe en la poesía. No entienden nada quienes esgrimen esa página en contra de las demás formas de lectura. Si la interpretación ha de ser ligera y arbitraria, en ese caso es preferible que el lector se abstenga de interpretar, es decir, de entender. La manía de dar a todo interpretaciones políticas desconoce deliberadamente las restantes realidades de la vida.
Hecha esta aclaración, cada quién pensará lo que quiera y leerá como quiera. Pero el mejor lector tiene más posibilidades de llegar a ser mejor escritor.
El aspirante a escritor empieza leyendo para despertar su curiosidad intelectual y afinar su sentido de observación, ya que los autores comienzan a mostrarle el mundo como nunca antes él lo había visto. Al principio hay que leer de todo a fin de determinar preferencias y buscar orientaciones. También es necesario discutir con el autor lo que se lee y reflexionar acerca de cada párrafo. En la primera etapa de lecturas se aprende a conocer los libros, a aficionarse por ellos, a leer en profundidad, y se empieza a formar una biblioteca. Todos los animales tenemos una sustancia que sirve para la orientación, para encontrar agua y para descubrir minerales. Me gusta considerar al libro como una mina de ideas y decir que hay un sentido que nos conduce a él con certeza, a su debido tiempo. Ese mismo instinto nos hace rechazar los libros inútiles, aquellos sobre los cuales nos previene nuestra intuición. Pero cuando encontramos un libro verdaderamente revelador es como si nos hubiésemos encontrado con un ángel de Dios.

NOTAS

1. Un lector: un hombre silencioso cuya atención conviene retener; cuyas previsiones hay que frustrar, delicadamente; cuyas reacciones hay que presentir y gobernar, cuya amistad es necesaria, cuya complicidad es preciosa. JORGE LUIS BORGES

2. Mi padre me advirtió que si una obra determinada me aburría, era porque no servía para mí, o yo no era digno de ella. JORGE LUIS BORGES

3. El público que busca confidencias personales en la obra de un autor es un público que no sabe leer. MARGUERITE YOURCENAR (Con los ojos abiertos)

4. El embrutecimiento que producen los libros. J. G. COBO BORDA

5. La aparición de un libro, por escaso de mérito que sea, es un signo de paz. MIGUEL NAVIA (Prólogo a “Pax”)

6. El libro es el único amigo fiel del hombre culto. No protesta cuando se le olvida y entrega lealmente su espíritu cuando se le requiere. JAVIER ARANGO FERRER

7. Lo cierto es que a la mayoría de las personas no les interesan los libros. ANDREW LANG (citado por Borges)

8. En Tlön, un libro que no encierra su contralibro es considerado imperfecto. JORGE LUIS BORGES

9. El emperador dicta sus órdenes a los capitanes, el Papa dirige bulas a la cristiandad, y el loco escribe un libro. He aquí mi libro, tal como lo hice y tal como se debe leerlo, antes de que los comentaristas lo oscurezcan con sus aclaraciones. ALOYSIUS BERTRAND (Gaspar de la Noche)

10. Los mayas y aztecas de México poseyeron en tiempos antiguos verdaderos libros hechos de corteza plegada. Estaban cubiertos con pictogramas para fines rituales, calendarios para adivinación y relaciones de sucesos, así como registros de tributos. Son los libros más antiguos que se conocen. UNESCO. Historia Universal.

[1] Enfluarage: técnica aplicada por el asesino de El Perfume, consiste en obtener el aroma envolviendo a las víctimas en telas de grasa, y raparlas; al final, el cadáver es abandonado desnudo. Este proceso debe hacerse de mayo a septiembre, repitiéndose entre doce y veinticinco veces.