jueves, 19 de febrero de 2009

Yuria 41



La fascinación que Fernando del Paso siente por la historia del arte corre paralela a la que –cosa natural- experimenta por la creación literaria de todos los tiempos. En la página 201 del Palinuro de México (en Edición de Diana), el narrador habla a través de los encuentros amorosos con Estefanía, del arte mínimo, del arte óptico, del arte ambiental y del arte conceptual para mencionar después a Hans Bellver, Balthus, Chagall, Géricault, retrocediendo más y más hasta encontrarse con Hyeronimos Bosch. Del Maestro del Jardín de las Delicias se desprende en buena medida la tónica en apariencia “automática” (en el sentido que los surrealistas dieron a este término) que anima buen número de los dibujos que ahora se exhiben.
Museo del arte Modernote México


El vaso de leche
Iris Puón
Tuxtla Gutiérrez
Primavera de 2007
3 de agosto
Cuando Sofi te entregó a mí, yo no tenía ni idea de lo que me esperaba mientras ella pedía en silencio que me gustaras. Quité rápidamente la envoltura, intrigada por descubrir lo que había dentro, mi cara de sorpresa y alegría no tardó en percibirse, di un grito de felicidad; Sofi satisfecha sonrío, esa reacción era la que deseaba. ¡Eres mi primer diario, una experiencia nueva para mí! Estoy muy emocionada y deseosa de escribir todo sobre mi vida. Esto me recuerda a un libro que leí hace unos años, es de una tal Ana, sí, de ella, creo que era judía o algo así. En él relata cómo vivió escondida, durante muchos meses, en un pequeño cuarto. (¡Que horrible experiencia!) Pero bien, te prometo nunca me alejarme de ti y no olvidaré contarte tooodo. Hasta mañana.6 de agostoLa Chofa es una gran amiga, no hay otra como ella, no sé qué haría si algún día nos separamos. Aunque desde ayer se ha portado distante. ¿Será que está molesta porque también a mí me gusta Román? Pero no tengo la culpa que sea un chico tan guapo. Román es lindo, además es todo un caballero; sus ojos son de un negro aterciopelado, tan ensoñadores que no puedo dejar de verlos; su nariz recta, y sus labios pequeños y carnosos, le dan un toque muy sensual, además le está naciendo barba, se ve tan maduro así. Hoy, cuando iba hacia la cafetería me sonrió. Mañana seguiré contándote de él y espero que Sofía ya no siga enojada.9 de agostoHoy salimos Sofía, Román y yo, después de la escuela. Fuimos a la nevería que está frente al parque. Se acercó en el receso a invitarnos a tomar un helado, las dos aceptamos gustosas. Nos divertimos mucho, conversamos y reímos. Román es un amor.10 de agostoLas clases estuvieron muy aburridas, esperaba ansiosa el momento de salir a platicar con Román; pero cuando al fin terminó la clase de historia, me encontré a Sofía platicando con él, me acerqué a ellos y los saludé. Él se alegró al verme, me lo dijo. (Creo que le gusto). Por la tarde platicamos Sofía y yo, hemos llegado al acuerdo que si a alguna de las dos nos pide ser su novia la otra no se molestará y seguiremos siendo tan amigas como siempre. Yo acepté, porque no hay duda de que seré yo quien se quede con él.14 de agostoHoy se fueron juntos, iban tomados de la mano y sólo me despidieron de lejos. Me sentí tonta porque pensé que me esperarían. Creo que se gustan o que ya son novios. Pero, ¿acaso no era yo la que le gustaba?, no pude equivocarme. Seguramente ella lo invitó a salir. ¡Qué tonta es Sofía!, cree que con tenerlo unas horas a solas lo conquistará; no sé da cuenta que él es para mí.15 de agostoConfirmado: son novios. No se separaron todo el fin de semana. A Sofía apenas si la vi, cuando llegó a su casa. Tengo que hablar con ella, pero con precaución, no debe darse cuenta que estoy celosa. Aunque en realidad no estoy celosa, ¿por qué habría de estarlo si de seguro ella es sólo para un ratito? Yo soy a la que realmente quiere, es sólo cuestión de tiempo.20 de agostoHoy la busqué durante todo el día, no la vi y cuando al fin la encontré estaba con él. Mañana la invitaré a casa. Mi mamá dijo que nos horneará galletas. Espero no desprecie mi invitación. Debo hablar con ella y dejarle en claro las cosas.23 de agostoHoy enterramos a Sofía. Román está muy triste, pero seguramente en unos días se le pasará. Me tiene a mí. Mañana lo invitaré a comer galletas, y lo consolaré. Unas buenas galletas, con un vaso de leche, animan a cualquiera.26 de agostoEs mío, totalmente mío. Su lenta respiración me proporciona calma. Lo he tenido de la mano desde la mañana. Mi mamá me ha dado permiso de estar el tiempo que quiera con él. Será mío siempre. Le prometí que nunca me alejaré de él. Creo que le agrado a su familia, porque soy la única que no lo ha dejado ni un minuto solo, a pesar de que estar sentada en un hospital no es lo más agradable del mundo.


Exhalando
Iris Puón

Despiertas y percibes ese olor extraño en tu cuarto, no le prestas gran atención ya que la urgencia por llegar a tu clase te hace menos sensible. Cuando entras a bañarte lo sientes más intenso -huele a rosas-, piensas, sin embargo bien podría ser el shampoo que acabas de comprar, no te ocupas mucho en eso y continúas duchándote.
Ese baño ha ayudado a despertarte por completo y ahora sí puedes vestirte y dirigirte a tu clase, a la que inevitablemente llegarás tarde, como ha sido en la última semana.
Entras a la escuela de lenguas y sientes ese extraño olor nuevamente, aunque es apenas perceptible, aquí es cuando comienzas a preguntarte de qué se trata. Subes a tu salón de francés y el aroma desaparece.
Hoy no irás al spinning, tienes mucha tarea y no te dará tiempo, además quedaste de ver a tu compañera en la biblioteca y mientras ella llega bien podrás prepar la exposición que tienes pendiente. Así que bajas.
Justo cuando sales de lenguas y pasas por aquella facultad, el olor se intensifica y notas su composición: rosas, tabaco, coco, pegamento, tinta china, un ligero toque de cítricos y algo más que aún no logras identificar. Es cuando culpas a tu nariz por ser tan perceptiva. Casi brota una pequeña lágrima de tu ojo derecho, lo adviertes e imediatamente te das cuenta que es primavera, -es por eso- dices (aunque en realidad la primavera nunca te ha afectado).
Sigues tu camino y llegas a la biblioteca. Olvidas momentáneamente el olor, gracias a esa maldita puerta que para abrirla necesitas empujarla con todas las fuerzas de tu menudo cuerpo. Te registras y dejas la mochila con el encargado. Entras a la biblioteca y ahí está otra vez, te sientes perseguida, observada, que alguien te está jugando una mala broma.
Intentas ignorarlo, tratas de centrarte en la lectura, pero no puedes. De pronto, como si algo te iluminara, caes en la cuenta de qué está pasando. Recuerdas que en otras ocasiones habías sentido lo mismo, pero había sido sólo por instantes.
Sales presurosa de la biblioteca, tienes que comprobar que es lo que imaginas. Te diriges a aquél lugar que está por la facultad de lenguas, el que tantas veces te has negado a nombrar.
Te espera, intenso, sofocante, retándote a que lo extingas. Tienes que enfrentarlo, es el momento preciso. Te colocas en él, lo aspiras poco a poco y lloras, lloras con los recuerdos, lloras por el olvido, lloras porque extrañas amarlo, lloras por su ausencia, lloras porque quieres llorar, porque necesitas llorar. Lloras hasta cansarte, hasta que todas sus lágrimas se han ido.
Lo aspiras una vez más, es una aspiración profunda, total. Lanzas un suspiro, su último suspiro. Y regresas sonriente, a continuar con la tarea que habías dejado a medias.

J'aime toi
Iris Puón

-Profesora, entonces que diferencia hay entre Je t'aime y J'aime toi?Y ahí fue cuando yo intervine -No hay diferencia alguna: J'aime toi, n'existe pas.Luego me quedé pensando y dejé de atender la clase de francés, raro en mí sobre todo en este semestre (ajá), sobre si podía dársele un significado a J'aime toi. Entonces recordé algo que estuvimos platicando con Carlitos, hace unos días, sobre el amor, las ilusiones, las decepciones y cosas así. Pero bueno, la cuestión acá (y le sigo dando vueltas al asunto) es que encontré la significación para J'aime toi. Comienzo explicación.Traduzco:Je t'aime: Te amo o Yo te amo.J'aime toi: Yo amo tú o Te amo a ti.Podría ser J'aime toi, desear amar a alguien o amar el amor sin tener un ser amado especial, buscar el amor en alguien...Algunos creamos un traje (por llamarlo de alguna manera), al que le donamos las características que deseamos en una persona, fabricamos nuestro amor ideal. Esa imagen la tenemos en nuestra mente, con la esperanza de toparnos algún día con ese ser especial.A veces vestimos a cierta persona con ese traje y creemos encontra al amor de nuestra vida. Sin embargo la persona en realidad no tiene las cualidades que nosotros buscamos y de eso nos damos cuenta tiempo después, es ahi cuando nos llevamos un gran chasco.Tenemos un J'aime toi, con nuestras ilusiones y esperanzas, y de repente es convertido en un Je t'aime, tal vez falso.Decir Je t'aime sin tener la seguridad, sin sentirlo en verdad, es terrible para nosotros mismos, es condenarnos a una gran desilusión que vendrá poco después.El J'aime toi es idelizar al ser amado, es donarle el reflejo de nosotros o lo que nosotros queremos ser.¿Será acaso el Jáime toi el culpable de tantos rompimientos? Tal vez el J'aime toi es quien hace que uno cambie de amor como si fuese cualquier cosa. Probablemente sólo exista el Je t'aime cuando conocemos y aceptamos al otro con sus defectos y errores, el Je t'aime que tanto nos hace falta y que lo sustituimos con un fatídico J'aime toi.Por eso es mejor que las relaciones fluyan y darse tiempo de conocer a las personas, sin apresurarse a algo.Tu m'aime? o tu aime moi?

Iris Puón
A A. J.

De las palmas de mis manos
Surgen etéreas
Mil notitas de colores
Vibrantes
Danzando
Alegres
(hacia)
Mi nariz distraída
(que)
reconoce
entre música lejana
la sublime melodía de tu piel

Iris Puón

Hoy te vi de nuevo,
te encontré más cercano
más sonriente,
más tú mismo.
Y volví a ser tu enamorada
la admiradora de tus cotidianidades
(o nunca dejé de serlo).
Mis ojos se llenaron de tu rostro
y mis manos de tu cuerpo
y mi cuerpo de tu aroma.
Sin embargo, hoy que te vi de nuevo,
me porté distante
ausente
callada
glacial
(se escucha el silencio, dijeron por ahí)
oculté mis sentimientos,
traté de fingir que no te echo de menos,
pero ni mis ojos, ni mis manos, ni mi cuerpo pueden mentir
y te vieron de nuevo
dichosos
extasiados
felices de ser de ti.



Hoja 1ª
Claudia Martínez

A Mario Alejandro

La primera hoja es para ti aunque no he tenido un encuentro con las palabras adecuadas.
Quizá no es necesario un poema ni prosa poética y mucho menos hipérboles, el fondo va más allá de la simplicidad retórica.
Es para ti y todo lo que eres y podrías ser, la constitución de tus ciertos y probables: realidad o mito.
El principio de sobra evidente e indescriptible, de múltiple narración… significación no expresa.
Lo que eres según mi lectura interpretativa de ti. Te leo:
duéleme, hiéreme, sonríeme, analízame, encasíllame… júzgame, víveme, ámame, mátame,
-siénteme-.
Hueso y carne, estupidez de nacimiento explicable.
Toda la vida, siglo sobre siglo caligráficamente vivo…
no hay vida eterna
[más allá de
-la palabra.
¡Jodido! Si te escribo no hay marcha en reversa; el borrador del destino no tiene dominio en el libro del espíritu.
Víveme, siénteme, acaríciame, tómame, sométeme, bésame, bébeme, pronúnciame, conmuéveme… poséeme.
Toda tuya sin fin, y si no me entiendes:
Estas líneas son para ti
-Mario,
traduzco al vulgo
(incomprensión)
disminuyo del altar hermenéutico
¿Te
amo?

Primero
Claudia Martínez
I
Soy tiempono cuantificable ni contenibleEspacialidad suspendidaen un punto sin retorno permanentemente habitableVolátil efímera No me retengassería imposible asiraquello sin presencia real,pertenezco al ayer al hoy y al mañana.


Segundo: cuarto elemental
Claudia Martínez
II

Ojala fuese aireescaparía en un soplo cuando me quedara sin fuerzas-y el miedo me consumiera-Ser como el aire: sensible inasibleIncorpóreapara no dejar un huecoentre tus brazosel día que diga adiós.



Tengo hambre de ti
Claudia Martínez


“Te amo”... bla, bla, bla... “pruebita de amor”... bla, bla, bla... “boda, pastelito, hijos”... bla, bla, bla. Todo, “bla, bla, bla”. Como sí nada, un día decidiste marcharte, a pesar de mis lágrimas y mis muestras de amor.
Con el transcurrir de los meses fui teniendo más hambre de ti, pero nunca regresaste.
Te fuiste en mayo, y en septiembre te cité en casa...

Tu aroma
Cuando me abrazabas, mi cuerpo se llenaba de tu aroma; al irte, te quedaste en mi ropa, en mi piel. Tu aroma era único.
Por eso quise conservarlo aplicando el enfluarage[1], aunque la cifra ascendiera a veinticinco. ¡Lástima! A diferencia de la fragancia de El perfume, tu aroma no resultó tan exquisito.
Hoy apareció en los periódicos: “Vigésimo quinto hombre es encontrado muerto”. ¡Ah! Tanto esfuerzo para que el frasco esté tirado en la basura.


Tus ojos
Aún recuerdo tus malditos ojos marrones, esos que apoyaban tus ‘sinceras‘ palabras. Me han quedado grabados tus ojos falsos y asquerosamente seductores; no olvidaré la última mirada lanzada desde el fondo del vaso de la licuadora.


Tu lengua
Ese pedazo de carne viperino que tantas veces se enredó con la mía. Tu lengua, la que humedeció mi cuerpo; tu lengua, ésa que engañó con promesas pueriles y futuro onírico... creo que su falacia es la culpable, aunque agregué más sal, nunca tuvo buen sabor.


Tus manos
-¡Quieto! Nos van a ver mis papás. ¡Estate! Ya casi me quitas la blusa... ¡Oh, estate! Saca tu mano...
-Pero no puedo, de niño nunca me amarraron las manos.
Y tenías razón, porque hasta en la sartén seguían brincando los pedazos de tus dedos.


Mi Martha, ¡cuánto te amo!
Claudia Martínez

1 de febrero de 2006
Son las tres de la madrugada, paseo de un lado a otro de la estancia con mi taza de café en la mano derecha mientras la otra alisa una y otra vez mi cabello. Sigo inquieto, hasta el sonido del viento que golpea la ventana me eriza la piel; tendré que levantarme muy temprano para ir a trabajar, pero no quiero, ¡no debo ir a la recámara! Seguro está ahí, esperando me recueste en la cama, entonces comenzará de nuevo.
Enciendo la televisión, después de tanta publicidad barata comienzo a bostezar, casi olvido el motivo de mi insomnio...


2 de febrero de 2006
Me duele el cuello aún, ayer dormí en la silla. Hoy parece que la noche será tranquila, de todos modos, he tomado los calmantes que compré después de la oficina; me siento relajado.
Once de la noche y continúa sin aparecer. Martha duerme plácidamente a mi lado, su respiración es lenta y profunda, envidio esa paz en su rostro.


8 de febrero de 2006
Mauricio volvió a llamar por teléfono, le he dicho que Martha salió de compras, si quiere dejar algún recado; él responde que no es necesario, sólo llamaba para invitarnos a su fiesta de cumpleaños, me hace prometerle nuestra asistencia.
¡Es el colmo del descaro! ¿Acaso no sabe que lo vi besando a mi esposa en el restaurante?
Hoy tampoco podré dormir, ver a Martha en la misma cama que ocupo me llena de rabia, ¿se ha vuelto a ver con Mauricio? ¡Imposible! Ella prometió no engañarme por segunda vez.
Prefiero la cocina, después de todo, él ha vuelto.


15 de febrero de 2006
Cinco días no he dormido, en mis horas de descanso prefiero permanecer en la oficina, al menos ahí puedo recuperar algo del sueño perdido. Si él no se va, pronto me convertiré en una persona totalmente diferente, irreconocible.
Tengo que obviar sus malditas palabras, ignorar su voz infernal.


17 de febrero de 2006
Mis nervios son incontrolables, me desconozco.
Martha trata de enmendar su culpa, pero su actitud amable y detallista me exaspera; hay momentos que pienso en el divorcio como la solución ideal, pero eso sería darle la victoria a Mauricio... Mauricio, ¡infeliz traidor!, todos mis problemas son culpa suya.


17 de febrero de 2006, 2 a. m.
Hoy, simplemente, no conseguí acallarlo, su voz era más firme que días anteriores...


30 de abril de 2007
El blanco de este cuarto me trastorna, es desesperante no poder salir corriendo, no comer por cuenta propia.
En ocasiones recuerdo a Martha, no como la mujer joven que conocí, o la esposa infiel, ni siquiera la Martha arrepentida tratando de enmendar sus errores (¡Y por Dios que no le guardo rencor!) ¡No! La Martha de mis memorias es otra, la que más amé, es esa mujer de los ojos aterrados, de gritos constantes; mi Martha adorada es aquella fría, estática, de mirada perdida. La Martha que yo recuerdo es la más hermosa sobre cualquier mujer, la de cuerpo rígido entre sábanas teñidas de rojo escarlata; ésa de voz lejana, muy lejana, a la que no escuché...
-¡Cállate, cállate! –grito de la misma manera que aquel día de febrero- ¡Cállate! –pero sigue ahí, siempre aquí.
Los doctores vienen con su inyección letal a dormir mi mente, a tranquilizar mis demonios, hasta que la voz se hace menos audible y se pierde en un susurro.
-Mátala, mátala, mátala...


¡Peligro!, mujeres en el baño
Claudia Martínez

¿Qué es lo que hacen las mujeres en el baño? Planean la muerte de los hombres.
Saber qué hacen las mujeres en el baño durante tanto tiempo y siempre acompañadas, es la pregunta del millón. Yo, fiel miembro de MAMA (Mundial Asociación de Mujeres Asesinas), bajo el amparo del anonimato, me permito revelar al mundo, lo que tanto se han preguntado los hombres; sé que con esta confesión, rompo el principal juramento de discreción absoluta, pero la organización me perdonará al escuchar mis razones: los hombres dicen que tardamos “infinidad de tiempo” porque estamos de comadres criticando el vestido de la vecina, el matrimonio de la ‘querida’ Blanquita, o peor, hablando mal de ellos; es humillante escucharlos rebajar el principal objetivo de las Juntas de Baño.
Las mujeres no tenemos el cerebro tan pequeño, como ellos creen. En el baño, maquilamos el infarto falso del papá opresivo, sugerimos la sustancia que paralizará momentáneamente el corazón de ese viejo amargado, y así, fingirlo muerto; papá despertará cuando la tierra ya cubra su ataúd, con esto aprenderá lo que se siente querer salir de fiesta y que no te den permiso.
Mi sesión favorita es aquella donde planeamos la muerte del novio infiel. Ésta es un muerte lenta, dolorosa, vengativa, por ello me agrada. El primer paso consiste en excitar al hombre, seguidamente se vendan sus ojos, y mientras él cree que llegará a la cima del placer, se procede a la castración. Tratamos de utilizar ropa barata para la ocasión, no queremos quemar una blusa de diseñador con el degollado cuerpo de nuestro “santo y casto” novio.
Otro de los asuntos que nos ocupan en las Juntas de Baño, son los profesores rabo-verdes. La vida social femenina implica gran inversión de tiempo, entre fiestas, compras, y el café con las amigas; ésta es la razón por la que no soportamos a esos ‘doctos’ que dejan tarea en vacaciones o fines de semana, a los que piden ensayos o reseñas en menos de quince días. Me divierto ideando un plan para cada tipo de profesor. Una vez matamos a un maestro por medio de mosquitos asesinos: introdujimos una gran cantidad en su casa, los carnívoros insectos comenzaron a clavarle sus aguijones envenenados, él cayó anestesiado sobre el suelo, sus ojos desorbitados expresaban el dolor que sentía cuando los mosquitos lo devoraban vivo. Realmente era un profesor agradable, su único delito fue, creerse mejor asesino que las integrantes de MAMA, además, estaba demasiado enamorado de Silvia Tomasa, principal socia de la corporación y mujer partidaria de la soltería.
¡Ah, los hombres! Hay de tantos géneros y clases, que resulta imposible hablar de las muertes que inventamos en los baños.
¿Se ríen?, ¿no me creen? Tal vez hacen bien, después de todo, ¿qué es lo que pueden hacer las mujeres en el baño?



El delicioso poder
Claudia Martínez

Ese Ser que no es, pero que Es
-Hasta aquí, ¿qué relación tiene el Tao con la creación poética? Porque parece que hablamos de temas sin relación –preguntó el profesor.
-¿Acaso sucede que aire y fuego se convierten en elementos de esto y aquello, que en la poesía se hacen metáfora? –respondió una de mis compañeras, el profesor anotó su participación.
Yo seguía con la mano levantada, esperando me dejara opinar, tenía una singular interpretación poética del Tao como técnica artística.
-Es la representación de un mundo, el reordenamiento construido por la poesía sucede en el universo del Tao. Hay una re-creación del mundo ofrecida por el Tao que se identifica con la naturaleza de la poesía –dijo una segunda persona.
Y yo ahí, ansiosa porque llegara mi turno y poder decir: “El Tao es el Tao, ya lo dijo usted una vez, aludiendo a un universo autosuficiente capaz de explicarse a él mismo, y plantear un reordenamiento; tal como se desarrolla la poesía, siendo ella misma su esencia y explicación”. Todo un discurso literario esperando hacer acto de presencia.
-Bien, puede continuar compañero –esas palabras sentenciaron al encierro eterno mis bien fabricadas conclusiones-. Continúe con la exposición compañero.
-El Yin es...

-Profesor, ¿qué es el Tao?
-El Tao es –pero no puedo continuar-...
-El Tao es el Tao –sentencié mientras le reventaba la yugular con mi cutter.
Ciertos profesores deberían pensar muy bien, antes de matar los discursos filosóficos de sus alumnos.


Parafraseando a Aub
¿Nunca han sentido la necesidad de matar a su profesor? ¿A ése que llega con su intimidante personalidad, al que te aterra cada vez que fija su mirada en ti y te hace sentir inferior; y cuando sus dedos juegan con su barbilla, lo asocias a un gesto de burla por tu anterior comentario en clase?
¡Sí! Ansias de matar a tu profesor que cita a Heidegger durante una semana infinita para ti, porque aún no comprendes como el hombre posee un habitar poético.
¿Realmente no han querido matar a su profesor, por el simple hecho de no poder escribir un ensayo acerca de la “Literatura en la sociedad”? Bien, yo lo hice en nombre de todos.


Para quien se autonombra el asesino serial de Tuxtla
Todo comenzó meses atrás. Yo deambulaba entre las lecturas de Monterroso y Arreola, desviándome hacia el mundo metafísico de Borges, para finalmente arrojarme al abismo sarcástico de Max Aub.
He ahí la gota que derramó el vaso: ¡Max Aub!
“La maté porque miraba al techo mientras hacíamos el amor”, fue esta la mini ficción culpable. Después siguió el profesor con sus comentarios, sobre que toda gran urbe debería tener su asesino serial... no pueden juzgarme; ha sido él, mi profesor, quien abusando de su poder, sumergió a mi débil y ociosa mente en un estado paranoico de querer matar a medio mundo por pequeñas faltas: le maté, porque no contestó mi saludo; la maté, porque tiró la envoltura de chocolate fuera del cesto para basura; así podría seguir con mi interminable lista de asesinatos perfectos, ¿nadie sospecha de la gentil joven universitaria?
Pero ya no resistía más, seguramente la siguiente víctima sería mi compañera de vivienda, y entonces sí que la policía fijaría su atención en mí. Por eso llegué a esta conclusión.
-Reseña, cuento o crónica para el viernes.
-¡Lunes! –gritamos a coro, él negó con la cabeza y tuvimos que resignarnos.
-Nos vemos el viernes, espero sus trabajos.

-¡Profesor, profesor! –grité al correr tras él para alcanzarlo en el estacionamiento.
-¿Qué es?
-Su sombrero, por cierto, se ve muy al estilo Arreola con él.
-Gracias, es usted muy amable.
-No hay de qué, vi su sombrero olvidado y decidí regresárselo antes de que se fuera.
-Gracias de nuevo.
Lo observé alejarse, la facultad queda desierta después de las nueve de la noche, solamente yo vi cuando subió a su camioneta, se colocó el sombrero sobre la cabeza, y antes de poder encender el auto, su cara se estrelló contra el volante.
Me di la media vuelta y comencé a caminar; es asombroso como los Grises, unos pequeños piojos con patas afiladas, pueden perforar en cuestión de segundos el cráneo, con el propósito de degustar su alimento predilecto: el cerebro humano.


Adriana Tovilla Solís
Manzana.



¿Porqué tengo que ser yo la antagonista del cuento?, si tú colocaste el veneno en la manzana. Inyectaste esa tóxica sustancia a pesar de que la etiqueta en el frasco prevenía: “manéjese con cuidado, afecta principalmente el sistema amoroso, ocasiona al instante el desgarramiento de un corazón enamorado con tan sólo una gota”.
La dejaste para mí, ¿a quién más, si tenía una dedicatoria con mi nombre en ella? La mordí, ¿Cómo podría desconfiar de ti? Súbitamente sentí la pócima recorrer mi cuerpo, destruyendo cada uno de mis sentimientos gratos. Urgía un transplante, sobre todo de amor; no hubo donadores.
Mientras el dolor me consumía lentamente, intentaste ayudarme, “fue un error” argumentabas cuando desesperadamente buscabas un antídoto inexistente. Mi amor, temo decirte esto: no hubo error, sabias perfectamente lo que hacías envuelto en la llama placentera del egoísmo.
Regresaste con la manzana causante de mi mal, según tú con el remedio en ella, ¿creer en ti de nuevo? No podía, era muy tarde… mi sistema amoroso estaba fatalmente destrozado.
Ha pasado tiempo desde ese día, hoy demandas amor, me reclamas el poco valor que di a tus torpes esfuerzos de rescate, mi ingratitud ante el “sincero” amor que hoy me profesas, por la indiferencia a tus besos, a tus caricias, a ti.
Te vas, sin antes culparme, una vez más, de destruir tu vida al no corresponderte, pretendiendo reavivar la llama de dolor en mi alma causada por el veneno… lo lamento, he quedado desahuciada, ¿recuerdas? No siento ya nada, mucho menos culpa.


Adriana Tovilla Solís
Yo la amo.

26 de Febrero.

Me han derrotado, lo he perdido todo.
Pase por Claudia en la tarde. Ella me lo pidió; me llamó al trabajo, algo poco común, debo confesar que me asustó su llamada, pero oír su voz que profesaba una invitación a tomar un café me sentí alagado; en cinco años de novios nunca se había atrevido a dar la iniciativa en ninguna circunstancia.
Llegamos a la cafetería que Claudia eligió, sin darme la oportunidad de proponer algún otro lugar. Ordenó un café sin azúcar, e inmediatamente con un ademán me indicó que se dirigiría al baño, yo termine de ordenar. Regresó, y tierna como siempre, empezó a contar su día en la escuela, y yo dejaba infiltrar comentarios de mis experiencias vividas hoy, que no vale la pena anotar en este cuaderno porque está destinado para eventos relevantes, este obviamente lo es.
Apareció justo frente a nuestra mesa…Beatriz, mi corazón se detuvo ante el terror de verla, Claudia se paró para saludarla, seguidamente me vio a los ojos, en los de ella se podía ver odio. Tuve que comportarme como “todo un hombre”, no podía huir, ¡cuánto lo deseaba!; no podía, me tenían acorralado.
Escuche sentado lo que las dos mujeres furiosas decían hasta que ya no tuvieron aliento. Yo utilice mi derecho de permanecer callado, limitándome gesticular un poco, después de la tercera cachetada.
Se marcharon tomadas de la mano; había soñado en tenerlas juntas en una orgía perfecta, pero esta escena estaba muy por debajo de mi anhelo.
Yo amo a Claudia, no puedo perderla por una aventura con Beatriz.

28 de Febrero.

José, un compañero del trabajo, me ha dicho que Beatriz ha estado inconsolable y me sugirió que acudiera a verla.; pensándolo bien ella también es una victima, no sabía de la existencia Claudia por eso accedió a prestarse para el juego de la cafetería.
No la puedo ver de nuevo, sólo de pensar en su ardiente cuerpo… caería al instante rendido en sus brazos; el amor tiene que ser más fuerte que el deseo: no iré.
Claudia es la única mujer que he amado y que amo. Me desespera la idea de pensar que nunca más será mía; la he llamado obsesivamente: en vano, no contesta.

4 de Marzo

Claudia me ha contestado una llamada, su voz se opacaba con los sollozos que emitía, excepto cuando la alzaba para insultarme, escuchó de mí dos o tres palabras, y me colgó.
Beatriz vino a verme, a darme otra oportunidad. Se veía exquisita, nunca la había visto así en los dos años de nuestra relación. Sin dar muestra de mis deseos por poseerla, le hablé: “Bety, no quiero hacerte sufrir más, yo amo a Claudia”, y me marche antes que la apetencia descontrolada por ella, que llenaba mi cuerpo, me dominara.
José, al verme, con tono de burla me dijo: “no te hagas del rogar”. Entendí que ellos son muy allegados, yo diría que demasiado.

8 de Marzo.

Beatriz y Claudia se han convertido en amigas entrañables, hoy las vieron en restaurante celebrando el “día de la mujer”. Temo que Bety pueda envenenar más mi reconciliación con Claudia, tiene motivos, no fui buena pareja, simplemente la utilice, ella lo sabía, nadie soporta tanto la inferencia de su “novio”.
Recuerdo el día en que la vi, estaba muy enojado con Claudia, porque insistía en que asistiera a un recital de su prima de cinco años; odio escuchar a los niños cantar, lo hacen pésimo, seguramente es por esos trajes de abejas que les impide respirar. Me disculpé y se puso frenética señalando una sarta de desconsideraciones de mí parte, me fastidie de su sermón y marche a un bar. Ahí la conocí, ella tomaba una cerveza, sola. La invite a bailar, me dio su numero y empezó mi atroz juego de mentirle a mi novia y conquistar a otra.
Me sentía rey, hasta que Beatriz empezó a salirse de mí control, quería saber todo de mí vida, llegó incluso presentarse ante mis padres como mi novia, algo que ingenuamente resolví. Me espiaba, sospechaba que le mentía; nunca me reprochó mi relación con Claudia, estoy seguro estaba al tanto de mi engaño, jamás expresó nada, hasta el día de la cafetería. Me volvía loco, intente dejarla pero siempre regresa.
Claudia es demasiado ingenua nunca dudo ni un segundo en mí, aunque todo fuera obvio, hasta que lo vio con sus propios ojos, es por eso que las palabras no me bastan para que confié de nuevo en mí. Beatriz no la ha decepcionado, creerá todo lo que le cuente.
Ya no soporto más esta situación, necesito ver a Claudia, decirle lo muy arrepentido que estoy del daño que le hice y que la amo de verdad. Hoy yo haría por ella todo, cambiaria rotundamente; ¿cómo se lo digo? si no me escucha, no quiere verme.

11 de Marzo.

He tomado el mismo camino que recorre Claudia para ir a la escuela para encontrarla desde hace ya una semana, pero sin éxito. Hoy decidí tomar una ruta alterna, que posiblemente recorre en el afán de no ser hallada. Allí estaba, caminaba despreocupada, me acerque rogándole que me escuchara. Después de una discusión vergonzosa en la calle, accedió a hablar conmigo en el intermedio el recital de uno de sus sobrinos que acaba de ingresar al “Jardín de Niños”, advirtiéndome que una vez iniciado el recital no dejaban entrar a nadie, forzosamente vería completa la ridícula función, pudo ser peor, como ir a misa.
Mi amor, me hizo no odiar al espectáculo, me alegraba la idea de que Claudia estaba en la butaca de junto, lo más cerca que he estado desde el incidente de la cafeteria.
En el intermedio me contó muchas cosas que Beatriz le relató, justifique pobremente el error que cometí, y de pronto deje que mi corazón hablara, no recuerdo exactamente las palabras, pero me salieron del alma, ni yo me reconocía, mucho menos ella.
Terminó la función y la acompañe a su casa, ella estaba nerviosa, yo le rogaba que me permitiera estar a su lado; sin darnos cuenta nos fundimos en un beso, que pensé iría acompañado luego una cachetada, no fue así, por último me dijo “buenas noches” a lo que conteste con un “te amo”.

16 de Marzo.

No he tenido tiempo de escribir todo lo que me ha sucedido con Claudia, la amo cada día más, ella se ha portado condescendiente, me permite acompañarla a todos lados; fuimos a misa tres veces en estos días, la acompañe a arreglarse el cabello, dejó que la invitara a comer y siento que ella también me ama, aunque se niega a decírmelo: tiene miedo, no es para menos.
José ha querido convertirse en mi confidente, pero dudo de su sinceridad, porque es muy cercano a Beatriz, no quiero ésta se enojé y pueda hacerle algo a Claudia. Lo evado tratando de ser educado, no obstante esta llegando al límite de mi paciencia.

18 de Marzo.

Claudia aprobó la idea de ser novios de nuevo; estoy feliz. Ella está convencida de mi cambio de actitud, y yo no pienso desaprovechar esta oportunidad por nada del mundo, porque la amo.
Beatriz me llamó, muy cortante, me exigió de manera déspota que le regresara una caja que ella me dio a guardar, argumentando que era un regalo para su padre, y no quería tenerla en su casa, en el caso de una vista inesperada de su papá. Para no tener más problemas con ella, iré mañana a dejarle el paquete. No mortificaré a Claudia con este encuentro, yo se que no pasará nada.

19 de Marzo.

Acudí a dejar el paquete a casa de Beatriz, me abrió, y en cuanto me vio pregunto por Claudia, me pareció de mal gusto y no le conteste. Coloque el paquete en una esquina próxima a la puerta, y me conduje a la puerta, entonces ella que había estado observando mis movimientos con la caja, me solicitó que la ayudará llevar el paquete a su cuarto, ya que su padre nunca entra ahí, con el pretensión de irme lo más pronto posible, tomé el paquete nuevamente lo llevé a su cuarto; ella iba detrás, al llegar a su cuarto, cerró la puerta al momento se arrebató la bata que la cubría, mostrándome su fogoso cuerpo. Trate de salir pero se interpuso entre la puerta y yo. Mi cuerpo se estremecía al tenerla cerca, la deseaba, mis impulsos me vencieron, ¿quién podría resistirse?, mi conciencia era vencida en cada beso, se eliminaba la culpa con cada caricia.
Estaba apunto de llegar al éxtasis, y en el rostro de Beatriz se apreciaba una satisfacción excedida, de pronto, la puerta del cuarto se abrió súbitamente, apareció José con mi amada Claudia.
Beatriz se carcajeaba mientras trababa de perseguir a Claudia semidesnudo, finalmente me dijo: “ni modos, busca a otra. No te atrevas a poner un pie en esta casa, ¡lárgate!”; José a empujones me echó de ahí.

Desnuda.
Adriana Tovilla Solís

─Me voy a la oficina, no me esperes a comer ─dijo él.
─No olvides tu almuerzo está en la mesa de la cocina ─respondió ella desde la ducha.
Se escuchó la puerta, el encendido del carro… estaba sola. Terminó de bañarse, estiró el brazo para asir la toalla, no la encontró en el lugar acostumbrado, salió, vio la cama desnuda así como ella; abrió el ropero y los cajones, no halló nada: toallas, ropa interior, toda la ropa de ella y su marido, sábanas y cortinas, habían desaparecido. Aún con el agua escurriéndole por el cuerpo tomó el teléfono, no daba línea. Buscó por los rincones de aquel departamento en el cuarto piso los objetos extraviados, sin ningún éxito. Y en la mesa de la cocina una nota, la abrió y leyó:
“Mi amor, me he llevado tu ropa, ya que no tienes la prenda adecuada para la cita de hoy; no te asombres, sé fingir, lo aprendí de ti. He sabido de cada uno de tus encuentros llenos de pasión y ardor en los que te burlas de mí. (Pronto darán fin.)
Por favor no te preocupes, yo asistiré a la reunión en tu nombre, no me gusta que seas incumplida. No busques el revolver, yo lo tengo. Gracias por el almuerzo.
Por siempre tu esposo: Andrés”
Rompió la hoja por la desesperación de no poder salir al rescate de su amante que ingenuo la esperaba. Maldiciendo abría y volcaba cajones, cajas, sillones, muebles… destruyendo por completo el departamento sin encontrar con que vestirse. Impotente, desesperada y ya con poca vergüenza, tomó un sartén para cubrirse la pelvis, y con el brazo libre abrigó sus pechos, y salió al auxilio de su amor.
Ningún chofer tuvo la valentía de subir a su unidad a una loca nudista probablemente drogada: colectivos, taxis, microbuses, no se detenían ante los gritos de aquella mujer que usaba un sartén por falda.
Ella llena de angustia, y en medio de sollozos pedía auxilio “lo va a matar, por favor ayúdeme”, pero las miradas asustadas y morbosas seguían su curso.
─Señora, está detenida, estas son faltas a la moral, acompáñeme ─exclamó un policía que era escoltado por las religiosas de un colegio cercano.
─¡Ayúdeme!, se va a cometer un asesinato… es mi culpa… él se llevó mi ropa… ¡lo va a matar!... ¡Dios mío! ─ respondió histérica, como si no hubiese escuchado.
─Acá nadie va a matar a nadie, no tenga miedo ─dijo tomándola del brazo e indicando con un ademán a sus acompañantes que se trataba de una demente.
Ella se dio cuenta del ademán, y perdiendo el pudor le estrelló el sartén en la cabeza quien la sujetaba y se hecho a correr, pero su carrera fue interrumpida al ser arrollada por un auto.
Despertó adolorida, estaba elegantemente vestida con una camisa de fuerza, y acompañada de un enfermero que amablemente al verla despertar pronunció: “¡hola!, ¿cómo se siente?”, ella comprendió donde se encontraba y empezó a dar gritos de reclamo, fueron apagaron al verter en sus venas un calmante.
Todos los días a la paciente del cuarto doscientos tres, se le suministra una considerable dosis de calmantes para mantenerla tranquila. Aún se espera la aparición de algún familiar.




BIBLIOGRÁFICAS

Paradigmas de la enseñanza en lenguas
Alejandra Méndez Pardo
UNICACH
2008

Este libro es el producto de un trabajo de investigación que busca comprender el panorama e la enseñanza de lenguas de la región sur de México, la cual incluye los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, que comparten características tales como la marginación, la multiculturalidad y el multilingüismo.
Siendo una región tan vasta en cuanto los problemas por investiga, el objeto de este trabajo está constituido por los grupos que realizan investigación en el área de enseñanza de lenguas, por considerar que el problema lingüística es característico de la región en la que coexisten diversas lenguas indígenas junto con la lengua oficial (el español). Además porque en el contexto actual de nuestra sociedad, inmersa en un proceso de globalización, reclama el aprendizaje y uso de lenguas extranjeras. De ahí que en el propio título del trabajo se expongan estos dos ejes de la investigación sobre la enseñanza de lenguas en la región.



Alteraciones conductuales en una sociedad en transición
Amín Andrés Miceli Ruiz
UNICACH
2008

Hablar de sociedad globalizada, es referirse a la transición económica, política y social por la que atraviesa el mundo durante las tres últimas década. Definición, aún no categorizada por teóricos y estudiosos de las ciencias sociales, quienes coinciden en afirmar que se trata de un movimiento financiero internacional de liberación de capital apertura de libre mercado. Sin embargo, al interior de las sociedades nacionales, éstas se ven alteradas en todas las esferas de la vida social. En este sentido: Aliteraciones conductuales en una sociedad en transición, es una investigación fenomenológica que desde la observación y sistematización de las conductas sociales, propone un enfoque analítico descriptivo, microregional de los efectos de las políticas globalizadas, que operan ya, en las ciudades, pueblos y comunidades rurales del estado de Chiapas.

Los libros de Artista, los otros libros.
Marco Antonio Rangel González
UNICACH
2007

Este libro nos lleva a descubrir la historia de una disciplina alternativa muy poco abordada por los creadores hoy en día. Los libros de artista han sido parte del arte evolutivo desde sus inicios con formatos variados, como los cuadernos del maestro Leonardo da Vinci, pasando por los grabados de William Blake hasta convertirse en un formato explorado por todos aquellos artistas que buscan alternativas que le den más recursos, tanto lingüísticos como visuales a su producción. El libro de artista se inserta en la contemporaneidad como una alternativa a la producción que permite desarrollar nuevas y variadas formas de expresión artística.
Este trabajo nos muestra cuál ha sido el desarrollo de Los otros libros, los alternativos y nos enseña su vínculo con el arte correo, el video, la instalación y el performance. Así como el desarrollo del arte desde la década de 1970 en México.

Las Drogas
Carlos Hiram Culebro Sosa
UNICACH
2008

El fenómeno de las drogas tiene dos caras: su oferta o narcotráfico y su demanda o farmacodependencia. Combatir el narcotráfico es una tarea que compete, principalmente, a las fuerzas armadas.
Atender la farmacodependencia o adicción –que es el tema central de este libro- requiere de la intervención de los padres de familia, maestros, personal de salud y la comunidad en general. Para que esa participación sea efectiva, la sociedad debe estar debidamente orientada acerca del fenómeno en cuestión y, de manera particular, sobre las drogas de mayor consumo y las estrategias preventivas.
Sobre esos temas y otros más he publicado semanalmente artículos, principalmente en los periódicos Cuarto Poder y El Heraldo de Chiapas que se editan en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; México.
La recopilación de esos artículos y de algunos otros textos integran este libro, refiriéndome a algunas características del uso de drogas en el estado de Chiapas; sin embargo, varias de las observaciones son válidas para todo el país.



PIEDRA DE TOQUE
DEL DIARIO DE ODACIR
CARTA A LA MADRE (tercera y última parte)
Ricardo Cuéllar Valencia


Cerré los ojos. Intenté dormir y me fue imposible. El relato de Margarita de los Ángeles, aún precario, sobre los últimos momentos de vida de mi madre, se me repetía con plena nitidez, una y otra vez. Imaginaba los gestos de dolor de doña Aura, sus palabras precisas, lúcidas como suelen ser las de ciertos moribundos. La veía mirando el fluir del agua del río… cada vez que le salían las metáforas y, observaba, con lacerante dolor, la delicadeza con la que la doctora limpiaba su rostro sangrante.
De repente Margarita se levantó y sentó en la cama y dijo con voz queda: ¿Odacir: me escuchas? Si. Debo contarte algo más. Salgamos al corredor. Por supuesto. No puedo dormir. Yo tampoco. Sus ojos y mirada son iguales a los de doña Aura. Se perecen en el rostro, a pesar de su barba negra cuajada.
Cambio de gesto y en actitud interrogante me dijo: ¿es usted poeta? Ojala, eso pretendo. No sea modesto. No, no es cuestión de modestia. Permíteme que le explique. La poesía es asunto de mucha responsabilidad. A muy pocos se les da, o como dicen algunos, a muy pocos visita. Ella es la que elige. ¿Qué quiere decir ser poeta? Qué preguntitas…Es la más difícil condición del ser humano, le respondí mirando la ventana del cuarto.
¿Nos tomamos otro traguito? , insinuó y agregó convencida: pues por lo que presiento vamos a pasarnos en vela toda la noche y es necesario amortiguar la tensión. Buena idea, le dije. Salimos y compramos la otra botella de aguardiente. Regresamos al corredor.
Mira Margarita: respondo a tus preguntas de manera somera: el poeta, el verdadero, el auténtico no sabe irse por las ramas. Cuando entiende que la poesía lo posee debe despojarse de muchas cosas inútiles para poder ir accediendo a ciertos secretos que hacen la vida de los seres humanos, de la naturaleza y el universo. Renuncia a las bagatelas que hacen el diario vivir para con libertad, humildad y una decidida convicción ir penetrando en el corazón de todo lo que le incumbe, en esta vida, a los seres humanos.
¿Así es la cosa de seria, amigo? Si. Es un trabajo que implica, esencialmente, aprender a conocer de nuevo, a vivir en los abismos. ¿Cómo?
No se trata de ser un meloso, un lastimero o un bufón, como los hubo en el romanticismo español, por ejemplo. Todo lo contrario, amiga, nos enseñaron los poetas alemanes e ingleses del siglo XIX. Ellos lograron desde una profunda visión metafísica develar aspectos esenciales de nuestra condición humana, como es el espinoso asunto de los sueños, tan caros al señor Freud y sobre todo al sigloXX y, decisivos para el surrealismo y la poesía contemporánea. Ir al abismo es ir a lo esencial, a esas profundidades que nos constituyen y que muy pocos llegan a tocar, a palpar con las palabras del poema.

Me encanta como habla. ¿Entonces los poetas son seres muy especiales, verdad? No. Levante la mano derecha y trazando una línea horizontal, le aclaré: Los poetas son iguales a todos los seres humanos. Los diferencia de los demás su trabajo, que implica, necesariamente, una manera de asumir la vida más allá del bien y del mal, entre otras cosas. Me callé. La miré fijamente. Y habló ella así:
Te he llamado para contarte lo que se me ha venido a la memoria de manera insistente. Doña Aura dijo algo que me retumba en la cabeza:
La vida y el agua caminan hacia la muerte. No importa morir. Lo que vale es haber vivido con dignidad, sin engañar a nadie.
Se quedaba en silencio por segundos, levantaba la cabeza, observaba el horizonte y luego a mí, con el rostro pálido y sereno, extrañamente sereno. Y continuaba:
Los que naufragan en la vida nunca aprendieron a preguntarse nada. Amar no es un sacrificio sino una voluntad natural y divina.
Te digo que estoy consternada. Otro día podré recordar más. Ahorita estoy, cómo te dijo, plena, atosigada, esa es la palabra, que apenas me fluyen algunas imágenes y palabras que vi y escuche en su intenso monólogo. Estoy consternada. De hoy en adelante no seré la misma.
Amiga, le dije, colocando los dedos del brazo derecho sobre su hombro izquierdo: no sabe el inmenso placer que siento al tenerla cerca y poder escuchar no sólo sus relatos, si no, muy especialmente, percibir su sensibilidad trastornada. Es usted un ángel con cuerpo humano.
Recuerdo algo más, escuche, por favor:
Mi muerte no implica a nadie. Estoy haciendo las paces con el destino. Voy a morir tranquila. Cumplí.
Es un pensamiento que me permite entender qué vivía la seguridad de ser ella misma. ¿O no, amigo? Si, me gusta su lectura. Mi madre no vivía en la indecisión o la sospecha. Siempre fue cautelosa, clara y precisa en sus decisiones.
Obvio que tuvo, te lo confieso, raptos de malestar, insatisfacción y dolor. Es apenas elemental. A veces los fracasos la acongojaban. Casi siempre lloraba sola. A mí, en particular, me reveló varios de los dolores que albergaba su corazón. Su hombre no le fue fiel siempre, apenas al principio, esa herida le dolía. Lo sé. Con la paciencia cristiana que siempre la acompaño supo, hasta cierto punto, perdonarlo. Era uno de sus dolores que prefería guardan en pleno silencio. Cuando alguien le informaba algo, no indagaba nada y menos se interesaba cuestionar a don Alfonso. Una vez cometió el error y salió mal librada. Juró no repetirlo.
Un día me dijo después de comentarle mi situación conflictiva con una novia: parece que hombres y mujeres, casi todos, estamos marcados por la infidelidad. De eso habla la Biblia, hijo, qué le vamos a hacer.
Me quedé, yo, Odacir, en silencio, casi un minuto. Levanté la cabeza y mirándola a los ojos le dije sin tegua y con ternura: Te deseo. Para mi no es asunto de infidelidad, amiga, gracias a que vivo y pienso con categorías y normas muy distintas a las de mi madre. Que bueno que tocas el tema, Odacir, comento con franca serenidad Margarita. Me encantaría hacer el amor contigo, aquí, ahorita, donde quieras…
Te repito, amiga, el deseo me salta por toda la piel. Prefiero, en este momento, ser tu amigo, simple y llanamente. Me encantas. Eres bella. Eres buena mujer. Eres mi mejor amiga después de mi madre. Y, eso, como dices, vale oro. Me perturbas. Déjame enterrar a mi madre y te daré lo que quieras.
Agachó la cabeza sobre los dedos de las manos en el barandal de madera del corredor y se soltó en llanto. La dejé que llorara hasta que terminó de suspirar. La tomé en mis brazos, besé sus exquisitos labios. Le acaricié el rostro con suma ternura. La dejé en la cama de Gloria y me dormí de inmediato. Ya se asomaban las primeras luces de la mañana.
Despertamos a las once, aún con el cansancio del dolor y la tensión en todo el cuerpo. Salimos. Nos despedimos con fruición.
En el hospital nadie me daba cuenta de nada. Por fin una enfermera me orientó. A las once de la mañana el señor alcalde permanecía en su casa tomando café con dos caciques. Le exigí a su esposa que me atendiera de inmediato pues me estaba citando para las seis de la tarde. Casi no me da el documento para obtener el ataúd y el permiso de salida de Viterbo con el cadáver de mi madre. En el hospital me negaban facilitar la abundancia para el traslado del féretro. El chofer alegó no contar con gasolina y tener una llanta ponchada. Le pagué todo y algo más.
El ataúd de madera ordinaria y sin broches para cerrarlo traqueaba con el movimiento del vehículo. Me dolían las manos de sostenerlo con una y otra para evitar ese insoportable golpeteo. Compre, en el primer pueblo, un lazo para atar la tapa y una botella de Ron Viejo de Caldas. Así pude llegar a Medellín, sin hablar una palabra durante cuatro horas.
Ya en la ciudad la llevé a un velatorio para que la mudaran de ropa y arreglaran. Cambié el ataúd. La familia grande y amigos esperaban en casa. La dejé en la sala. Subí por las escaleras. Me detuve a la mitad y hablé en voz alta quince minutos sobre la muerte como presencia impuesta cotidianamente. No recuerdo nada, me contaron. Seguía mi cuarto y me tendí completamente borracho, dicen.
La enterramos.
No soportaba hablar con nadie. Bebí tres días como un cosaco. Ni familiares, ni políticos, ni colegas, a nadie podía atender. No recibí condolencias. Tampoco podía escribir y menos leer. Comía a medias. Lloraba a ratos. No acepté la compañía de mi padre ni de mis hermanos. Toda palabra me fastidiaba. No pensaba en nada. Habitaba el vacío. Bebía rápido para evitar la presencia de la razón y dejarme caer así en la las plena idiotez de la embriaguez. La única realidad que percibía era el sentido del absurdo. Me sentía plenamente inútil e impotente. Permanecía la mayor parte del tiempo tendido en la cama. Dormía a ratos, bebía. Cuando alguien me abordaba al salir del baño contestaba, me han contado: no sé nada. La nada tiene la palabra. Al carajo con las preguntas. Todo vale nada y el resto vale menos. Todos se pueden morir ya, ¿y qué?
Una mañana desperté abrazado a la certidumbre de mi pobre realidad humana. Bajé atolondrado. Repetía las frases esas a la menor provocación. Salí solo a la calle. Decidí regresar a Manizales.
La soledad, lentamente, me fue recuperando. Un año duró el desgarramiento. Acepté la ausencia de la madre en el momento que empecé a soñar con ella. Salíamos. Hablábamos. Salimos. Hablamos. Sólo en esta nueva realidad onírica me fue posible volver a tomar fuerza y creer en los proyectos que me inventé para darle sentido a la vida. Creció la soledad. Suspendí el licor. Me entregué a la investigación histórica y literaria. Poco escribía. No acepté dictar conferencias u ofrecer recitales de poesía. Viajaba. Me separé de Gloria. Me enamoré de Luisa Fernanda y renació en gusto por la vida.
Tres años después decidí, en plena y rica soledad, el exilio.
Pasados treinta años y pico he resuelto, espontáneamente, escribirte. Tengo apuntes pero no me gustan. Los quemaré cuando los encuentre.
Esta carta no te era, es y menos será necesaria. Pero la he escrito y seguramente yo te la leeré en algún parque o restaurante.
Finalmente te cuento el último encuentro con la doctora que te atendió la mañana de tu agonía.
Tres meses después de que te enterramos fui a verla a Viterbo. No me interesó ir a buscarla al hospital. La llamé y nos volvimos a ver en el Hotel Mariscal donde habíamos conversado, dormido y declarado nuestro mutuo encantamiento. Sé que te alegraras de mi encuentro con Margarita de los Ángeles.
Era bella, buena, dulce y sabia mujer. Piensa lo que le interesa a su condición femenina. Trabaja y vive sola. Poco cree en el amor fiel de larga duración, especialmente entre los hombres. No entrega su cuerpo a cualesquier seductor, menos a esos que la rodean de atenciones y regalos. Le aburre enormemente la ordinariez de ciertos hombres y sus rudimentarias pasiones afectivas, eróticas y humanas. No me imaginaba, de verdad, una mujer tan crítica y clara de pensamiento. Fue un regalo de la vida.
Nos quedamos de encontrar en el restaurante. Pedimos café y luego vino blanco de Alemania, Blue Rhin, Liebfraumilch, Rheinhessen, exquisito. Hablamos de las generalidades y asuntillos de la vida cotidiana. La tomé de las manos mientras le empezaba a hablar del inicio de mi encantamiento hacia ella, desde el primer momento que la vi: te vi y te amé, le dije.
Nueve días nos degustamos en un sin par delirio sensual, amoroso y erótico. Ni ella ni yo te mencionamos. Era absolutamente innecesario. Nunca más he vuelto a ver la doctora Margarita de la Ángeles, a no ser, precisamente, en esta carta.
Cumplo con mi deuda de hablar de ti y de mi, sin fútiles anécdotas o arrestos de escritor realista, manera seductora que a mi en lo personal, no me convence.
La única condición que asumo, a plenitud, es la de ser escritor de literatura, la de un presunto poeta, nada más. Tú me descubriste y enseñaste el amor por la vida, antes que todos los libros de filósofos, novelistas y poetas que he leído. Eso me ha bastado.
Hasta la próxima. Con el amor de siempre, Odacir.



METODO FÁCIL Y RÁPIDO PARA SER POETA
Jaime Jaramillo Escobar

COMPRENSIÓN DE LA LECTURA

Existen cuatro posturas:
La primera sostiene que sólo se debe leer literalmente, sin agregar interpretaciones de ninguna especie, las cuales se consideran pretenciosas, abusivas y fuera de lugar.
La segunda sostiene que todo texto es de libre interpretación y que el autor no ha querido decir nada en particular al escribirlo, sino que acepta de antemano todas las interpretaciones posibles.
La tercera asegura que el buen lector debe procurar encontrar el significado que el autor se propuso dar a su texto y que en eso precisamente consiste el arte de leer.
La cuarta dice simplemente que hay distintas clases de textos y que a cada uno debe darse la lectura que le corresponde.
Cuando García Márquez, en una página muy conocida, afirma que el texto literario se debe tomar al pie de la letra, sólo está proponiendo un acto de fe en la poesía. No entienden nada quienes esgrimen esa página en contra de las demás formas de lectura. Si la interpretación ha de ser ligera y arbitraria, en ese caso es preferible que el lector se abstenga de interpretar, es decir, de entender. La manía de dar a todo interpretaciones políticas desconoce deliberadamente las restantes realidades de la vida.
Hecha esta aclaración, cada quién pensará lo que quiera y leerá como quiera. Pero el mejor lector tiene más posibilidades de llegar a ser mejor escritor.
El aspirante a escritor empieza leyendo para despertar su curiosidad intelectual y afinar su sentido de observación, ya que los autores comienzan a mostrarle el mundo como nunca antes él lo había visto. Al principio hay que leer de todo a fin de determinar preferencias y buscar orientaciones. También es necesario discutir con el autor lo que se lee y reflexionar acerca de cada párrafo. En la primera etapa de lecturas se aprende a conocer los libros, a aficionarse por ellos, a leer en profundidad, y se empieza a formar una biblioteca. Todos los animales tenemos una sustancia que sirve para la orientación, para encontrar agua y para descubrir minerales. Me gusta considerar al libro como una mina de ideas y decir que hay un sentido que nos conduce a él con certeza, a su debido tiempo. Ese mismo instinto nos hace rechazar los libros inútiles, aquellos sobre los cuales nos previene nuestra intuición. Pero cuando encontramos un libro verdaderamente revelador es como si nos hubiésemos encontrado con un ángel de Dios.

NOTAS

1. Un lector: un hombre silencioso cuya atención conviene retener; cuyas previsiones hay que frustrar, delicadamente; cuyas reacciones hay que presentir y gobernar, cuya amistad es necesaria, cuya complicidad es preciosa. JORGE LUIS BORGES

2. Mi padre me advirtió que si una obra determinada me aburría, era porque no servía para mí, o yo no era digno de ella. JORGE LUIS BORGES

3. El público que busca confidencias personales en la obra de un autor es un público que no sabe leer. MARGUERITE YOURCENAR (Con los ojos abiertos)

4. El embrutecimiento que producen los libros. J. G. COBO BORDA

5. La aparición de un libro, por escaso de mérito que sea, es un signo de paz. MIGUEL NAVIA (Prólogo a “Pax”)

6. El libro es el único amigo fiel del hombre culto. No protesta cuando se le olvida y entrega lealmente su espíritu cuando se le requiere. JAVIER ARANGO FERRER

7. Lo cierto es que a la mayoría de las personas no les interesan los libros. ANDREW LANG (citado por Borges)

8. En Tlön, un libro que no encierra su contralibro es considerado imperfecto. JORGE LUIS BORGES

9. El emperador dicta sus órdenes a los capitanes, el Papa dirige bulas a la cristiandad, y el loco escribe un libro. He aquí mi libro, tal como lo hice y tal como se debe leerlo, antes de que los comentaristas lo oscurezcan con sus aclaraciones. ALOYSIUS BERTRAND (Gaspar de la Noche)

10. Los mayas y aztecas de México poseyeron en tiempos antiguos verdaderos libros hechos de corteza plegada. Estaban cubiertos con pictogramas para fines rituales, calendarios para adivinación y relaciones de sucesos, así como registros de tributos. Son los libros más antiguos que se conocen. UNESCO. Historia Universal.

[1] Enfluarage: técnica aplicada por el asesino de El Perfume, consiste en obtener el aroma envolviendo a las víctimas en telas de grasa, y raparlas; al final, el cadáver es abandonado desnudo. Este proceso debe hacerse de mayo a septiembre, repitiéndose entre doce y veinticinco veces.

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