miércoles, 1 de abril de 2009

Yuria 46/Jaime Sabines



Jaime Sabines (1926-1999)
Poeta mexicano nacido en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; el 25 de marzo de 1926. Hijo de un libanés emigrado. Vivió alternativamente ahí y en la ciudad de México. Estudió medicina, pero abandonó estos estudios, posteriormente estudió Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde se licenció en Lengua y Literatura Española. En su juventud participó en programas de radio. Fue diputado federal por el estado de Chiapas de 1976 a 1979 y diputado en el Congreso de la Unión en 1988 por el Distrito Federal. Falleció el 19 de marzo de 1999 en México, Distrito Federal, víctima de un cáncer. Sus poemas son viajes al fondo oscuro de las emociones, siempre con fuerza y siempre desgarradores. Sus poemas, hablan del amor o de la muerte del padre, tienen una fuerza y una tenacidad en donde el ritmo del lenguaje y la potencia de las expresiones dejan sin aliento al lector, seguro de haber tocado una verdad. Fue Premio Villaurrutia en 1973 y Premio Nacional de Literatura en 1983. Sus libros son Horal (1950), La señal (1951), Adán y Eva (1952), Tarumba (1956), Yuria (1967), Maltiempo (1972), Algo sobre la muerte del Mayor Sabines (1973) y Uno es el hombre (1990). Su obra está recopilada en Nuevo recuento de poemas (1977).


Breve panorama: los poetas de Chiapas
de los primeros 40 años del siglo XX

Ricardo Cuéllar Valencia

En 1948 en Tuxtla, antes de aparecer el libro de poesía de Armando Duvalier, Tibor, El estudiante, publicación de gran importancia literaria donde aparecen los primeros poemas de Rosario Castellanos y Jaime Sabines, se le hizo el primer homenaje a Armando Duvalier. Agripino Gutiérrez visita la capital de la república en diciembre de 1948; entrevista al joven de 28 años. Regresa gustosamente impresionado. Recuérdese que Gutiérrez fue un maestro de la época, difusor de los primeros textos de los jóvenes escritores iniciados en la poesía, especialmente en el periódico El estudiante; don Jesús fue miembro destacado del Ateneo, novelista, poeta, crítico literario y compilador de cosas y datos de la historia de Chiapas.
El cronista que presentó en El estudiante "al gran poeta chiapaneco Armando Duvalier Cruz Reyes", afirma: "El vate Duvalier es de temperamento nervioso, dinámico y muy inquieto; a veces sus impulsos de reformador han desconcertado a los anticuados timoratos, tal como sucedió con la innovación que pretendió introducir en la escritura, suprimiendo los puntos ortográficos, reforma que demostró su eficiencia al agotarse la Antología que escribió con ese sistema, pero que tuvo que abandonar ante la sorda renuncia de los zoilos."
Antes de Tibor publicó textos en los que suprime la puntuación retomando algunos elementos presentes en la obra de T. F. Marinetti. Da a conocer dos antologías: Poetas chiapanecos y 17 poetas mexicanos. Lleva una vida dedicada por completo al estudio, la escritura y la vida literaria. Agripino Gutiérrez comenta:
“Múltiples son las actividades a que se dedica este inquieto intelectual, Duvalier escribe con la misma facilidad un artículo profundo, o un libro de versos, una dulce elegía, o un fulminante comentario de polémica y combate. Como escritor joven, es el mejor de Chiapas, como poeta de nuestra entidad, es el mejor entre los mejores contemporáneos y como crítico literario, está reconocido entre los de hoy sin hipérbole, como uno de los más grandes de América.” Su contemporáneo y amigo tuxtleco, poeta y ensayista, Eliseo Mellanes Castellanos, colaborador del Sur de México en 1949 (25 de Febrero) publica en su nota Libros Recientes donde comenta Tuxtlan de Fernando Castañón Gamboa y Tibor. Del poemario afirma: “Todo el material de este libro nos parece selecto, el autor se revela como verdadero maestro de este género literario, pues encontramos hai-kais de gusto exquisito e imágenes impecables que poseen de manifiesto el genio de Armando Duvalier y lo consagra como verdadero poeta de renombre continental.”
En el año cuarenta ejerce como crítico literario. En el Sur de México (5 de septiembre) encontramos el análisis de un poema: Corrido del Buen Amor de Moisés Ochoa Campos. Duvalier explica en qué consiste el corrido: "El corrido es una forma narrativa (de la poesía épica) y por lo tanto, es poco propicia para la exaltación lírica que necesita de otras formas plásticas más apropiadas."
El intento de Ochoa Campos es sometido a la implacable crítica formal de Duvalier y su Corrido del Buen Amor sale mal librado. "De inmediato se nota que por dar importancia al formalismo, descuida el relato amoroso, pues basta con fijarse que el corrido se compone de veinte estrofas y que apenas seis tratan el tema."
El 11 de abril del mismo año publica Apuntes para un estudio de Rodulfo Figueroa. El arma crítica de Duvalier y su afán de encontrar nuevos temas y formas de expresión lo llevan a mirar con dureza crítica el pasado, gesto propio de las vanguardias. Ya en su antología Poetas chiapanecos (México 1939) en el prólogo entre otras afirmaciones tajantes, se lee: "Ojalá que este libro contribuya a extirpar la errónea creencia de que Rodulfo continúa siendo el mejor poeta. Para su tiempo lo fue pero actualmente ha dejado de serlo porque el medio social es diferente." En sus apuntes amplía su idea sobre Rodulfo Figueroa y lo saca sin pretexto, de entrada, de la poesía del siglo XX. Su argumento, con la fuerza de un vanguardista que desea despojarse de los escritores decimonónicos, es feroz: "Las cosas viejas tienen el poder de evocar todo un tropel de recuerdos y hacernos vivir el pasado. Los versos de Rodulfo Figueroa están hechos para dormir en una horquilla de sándalo y para ser acariciados por las manos suaves y blancas de una abuela." Solamente lo reconoce como el precursor de la "poesía folclórica" y salva de su producción el Toro salvaje, "composición [que] por su descripción y colorido me parece uno de los más originales". Sabemos que el atraso económico no es condicionante para lograr una buena literatura. El caso de América Latina, frente al mundo moderno, lo atestigua de manera incuestionable. Y los lectores de Figueroa hoy en día piensan lo contrario de lo señalado por Duvalier en cuanto a que sólo pertenece al siglo XIX.
Armando Duvalier es el teórico literario y luego el postulante de una vanguardia. Antes de él existe otro vanguardista, Santiago Serrano. Armando Laparra escribe Trayectoria lírica de Santiago Serrano. Rodolfo Cruz García publica Santiago Serrano en México. Laparra comenta que "ya en la Canción del grumete (S. S.) se desvincula de los sensibleros románticos y aún cuando conserva algunos resabios de tal escuela, logra asimilar en cuanto le es posible la 'teoría del arte por el arte'. Es entonces cuando produce poemas rumorosos, encantadoramente musicales que tienen un corte parnasiano en el cual se advierte, por fortuna, el sello de la personalidad contradictoria del poeta." En 1941, Serrano ha publicado tres libros de poesía y uno de prosa y se nombra, por entonces, como importante en la ruptura con el romanticismo, Mi amazona, poema que Duvalier celebra con merecido entusiasmo y es ineludible antecedente de su rebelión formal y temática en lo que se refiere a los poetas chiapanecos. Leámoslo:


Mi Amazona

Yo adoro a una rubia norteamericana
que juega lawn tenis y baila fox-trot.
La vi una mañana
en New York
bajo un sol de fuego corretear ufana
sobre la rudeza de un campo de sport.

Me la presentaron,
y sus rudas manos mi mano estrujaron
y sus ojos glaucos me sugestionaron.

Poeta
de musa llorona
y romanticismo de Romeo y Julieta,
me dijo la inquieta
amazona:
Basta de sueños, todo humo y mentira;
antes que un Apolo serás un atleta.
Preciso es que trueques la lira
por una raqueta.

Y aquella amazona
que tiene maldad de sirena,
cortó mi melena
y ajó como quiso mi pobre persona.

En pocas semanas
curó mi idealismo,
y con risas locas y muecas paganas
saturó mi vida de materialismo.

Está ya lejana
Mi vida de sueño. Mi amor
es ya de la rubia norteamericana
que juega lawn tenis y baila fox-trot.

Un comentario condensado de los poetas y poemas seleccionado por Armando Duvalier en su antología Poetas chiapanecos, editada en 1939, siete años después de publicarse la antología Fiesta de pájaros de Héctor Eduardo Paniagua, es necesario por varias razones. Permite observar a los poetas chiapanecos de los primeros cuarenta años del siglo XX, a partir de los comentarios a las dos antologías. En especial nos interesa conocer el tipo de selección, la calidad y muestra literaria de Duvalier por las razones que expondremos. La antología de Duvalier más que un capricho o un afán publicitario obedeció a lo que podría denominarse un examen crítico, acompañado de un riguroso criterio selectivo, dado que Duvalier estaba interesado en saldar cuentas con su pasado literario inmediato.
Del siglo XX sólo se hablaba, por los años treinta, en Chiapas, de Rodulfo Figueroa, quien era conocido como el primer gran poeta de esta tierra. Es necesario indicar que Duvalier realiza su antología en México, a los veinticinco años de edad, teniendo a la mano exclusivamente material de aquellos poetas que él había conocido directa o indirectamente. No sobra advertir que el contacto con los chiapanecos era fluido y permanente por medio de viajeros que iban y venían, de colegas periodistas y a través de sus colaboraciones en semanarios y revistas locales de circulación regional y nacional.
En la antología Fiesta de pájaros además de las amenas notas de presentación de Héctor Eduardo Paniagua, permite observar en su selección, en general, un marcado acento romántico decimonónico, con matices modernistas. El trabajo de Paniagua fue realizado teniendo en cuenta principalmente poetas residentes en el estado y no aparecen algunos, según afirma el antologador en el prólogo, porque se negaron, por diversas razones, a entregar sus textos. Los incluidos en la antología de Paniagua (1932) provienen del siglo XIX y expresan los ideales, formas y las maneras que heredaron de los años finiseculares. En la antología de Duvalier si bien aparecen los temas signados por una marcada sensibilidad romántica, se observan las rupturas, la intención de nuevas búsquedas, la definición de nuevas líneas y orientaciones que, más tarde, tomaron forma en algunos de los incluidos y, en especial, en otros que eran, por entonces, jóvenes.
En su conjunto, la antología Fiesta de pájaros no supera ni iguala la obra poética de Rodulfo Figueroa, quien por los años treinta se conocía y leía con entusiasmo entre los escritores.
Hoy en día cuando hemos podido leer, ordenar, estudiar y editar la obra poética legada por Figueroa nos atrevemos a discrepar de quien fuera nuestro amigo, por aquellos años, el joven y radical Armando Duvalier. Figueroa no es un poeta para abuelitas o niñas inocentes. Es un poeta y como tal puede ser leído en cualquier época.
Entendemos la posición de Duvalier y su urgencia crítica por deslindar el presente con el pasado y su deseo de dejar enterrado a Rodulfo en las fosas del siglo precedente. Más aún: hizo bien en cerrar filas, era algo necesario. Y pienso que, en todo caso, fue benéfico en tanto que se obligaron a trabajar de manera renovada las materias y formas poéticas. De allí salieron obras de indudable valor literario, las de los vanguardistas chiapanecos, la de Armando Duvalier, los pocos pero valiosos poemas de Ramón Rosemberg Mancilla, varios de Gastón Vilac, Antonio Vera Guillén, sin olvidar un puñado del primer vanguardista, Santiago Serrano.
Fiesta de pájaros es una reunión de hombres que ejercen principalmente oficios políticos y económicos y por gajes de la sensibilidad escribieron algún poema, pocos reunieron más de un libro. Hay un exceso de romanticismo sano, elemental, sin ese calor –o frío– del enamorado, de aquél que cree en la soledad o expatriación. Recordemos al guatemalteco Juan Diéguez y al tabasqueño José Manuel Puig y Domínguez que a mediados del siglo XIX vivieron y escribieron en Chiapas con decidida pasión poética y literaria, además de ser hombres de acción política, militantes radicales que fraguaron el pensamiento liberal juarista de la Reforma en Chiapas junto con el militar y reformador Ángel Albino Corzo. Más allá de algún destello en una grácil metáfora de ocasión, no observo en Francisco Paniagua a un escritor íntegro, entregado a la creación poética, excepto, el antologador, Héctor Eduardo Paniagua, que sí fue un hombre poseído por la poesía, un delicado poeta romántico con dejos modernistas.
Conocí, unos meses antes de morir (1988), a quien fuera la esposa de Héctor Eduardo Paniagua. Ella tendida en su cama, apenas reclinada la cabeza, me contó que cierto día mientras que Paniagua trabajaba en la antología, en su estudio, ella regaba las plantas y flores de los corredores del patio de la casa, cuando de repente ve llegar y posarse por los pasillos una gran cantidad de pájaros que entonaron sin más sus melodías. Ella se acercó a él y le dijo: “Héctor Eduardo, ese canto es una verdadera fiesta de pájaros”; él de inmediato le respondió: “sí, claro, bellísimo. Ese es el título de la antología que acabo de terminar: Fiesta de pájaros”.
Vale la pena destacar lo que hasta 1924 se sabía de los escritores chiapanecos. En la revista Chiapas que editaba Luis Espinosa desde la capital, con el apoyo de otros chiapanecos residentes allí, especialmente de Ernesto Parres Gamboa
En una “Excitativa” que trae la revista, habla Espinosa del deseo de hacer una antología de los escritores que han “florecido” en Chiapas “desde los tiempos más remotos hasta nuestros días”. La antología no se hizo. Quien se animó por averiguar sobre los poetas más remotos fue Armando Duvalier. En los papeles que revisamos en la casa de su viuda, doña Carmita Haro, nos encontramos cartas dirigidas a funcionarios guatemaltecos preguntando por los escritores Cadena del siglo XVll, apuntes y bocetos de trabajos de investigación que no terminó de avanzar y dejó allí como una preocupación. Lo que importa para nuestro caso es registrar lo que ya don Luis Espinosa nos señala para 1924 como escritores chiapanecos reconocidos:
Poetas: Fray Matías Antonio Córdova, Rodulfo Figueroa, Manuel T. Corzo, José Antonio Rivera G., Braulio José Zorrilla, Felipe Contreras, Ernesto Solís, José Emilio Grajales, Arnulfo Penagos, David Guillén, Miguel Pino y Farrera, Mario Moguer, Carlos A. Vidal, César Ruiz, Tomás Martínez, Héctor E. Paniagua, Rodolfo Navarro, Ernesto Ordaz de Tejada, César Camacho, Mario Araujo, Oliverio Esquinca, Audomaro Camacho, Ángel Avendaño, Guillermo Sánchez, Francisco J. Lara, Límbano Domínguez, Ernesto Parres, Gustavo E. Villatoro, Heberto Rodríguez Moguer, Víctor Manuel Pimentel, Gabriel Marín.
Prosistas: José Manuel Puig, Emeterio Pineda, Vicente Pineda, Flavio Antonio Paniagua, Manuel Larraínzar, Emilio Rabasa, Víctor Manuel Castillo, Querido Moheno, Ángel Pola, Flavio Guillén, Rubén Valenti, Alejandro Navas G., J. Ponciano Burguete, Daniel A. Zepeda, Vicente Liévano, Manuel Encarnación Cruz, Tomás Martínez, Jorge Casahonda, Mario Araujo, Manuel Rabasa, Federico Gutiérrez, José Emigdio Rodríguez.


Selección poética de Jaime Sabines

Después de todo
Después de todo -pero después de todo-
sólo se trata de acostarse juntos,
se trata de la carne,de los cuerpos desnudos,
lámpara de la muerte en el mundo.
Gloria degollada, sobreviviente
del tiempo sordomudo,
mezquina paga de los que mueren juntos.
A la miseria del placer, eternidad,
condenaste la búsqueda, al injusto
fracaso encadenaste sed,
clavaste el corazón a un muro.
Se trata de mi cuerpo al que bendigo,
contra el que lucho,
el que ha de darme todo
en un silencio robusto
y el que se muere y mata a menudo.
Soledad, márcame con tu pie desnudo,
aprieta mi corazón como las uvas
y lléname la boca con su licor maduro.


He aquí que tú estás sola...
He aquí que tú estás sola y que estoy solo.
Haces tus cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.
Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra , a flor, hueles a amor, a ti,
hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en nuestros brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.


No es nada de tu cuerpo
No es nada de tu cuerpo
ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.
No es tu boca -tu boca
que es igual que tu sexo-,
ni la reunión exacta de tus pechos,
ni tu espalda dulcísima y suave,
ni tu ombligo en que bebo.
Ni son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo.
No es tu mirada -¿qué es una mirada?-
triste luz descarriada, paz sin dueño,
ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
ni las ojeras que te deja el sueño.
Ni es tu lengua de víbora tampoco,
flecha de avispas en el aire ciego,
ni la humedad caliente de tu asfixia
que sostiene tu beso.No es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni un pétalo,
ni una gota, ni un grano, ni un momento.
Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.


No es que muera de amor...
No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.
Muero de ti y de mi, muero de ambos,
de nosotros, de ese,desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.
Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro
acostumbra tu cabezay mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.
Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,
y cierto , interminable.
Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.
Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte ,amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mi, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.


Vamos a guardar este día...
Vamos a guardar este día
entre las horas, para siempre,
el cuarto a oscuras,
Debussy y la lluvia,
tú a mi lado, descansando de amar.
Tu cabellera en que el humo de mi cigarrillo
flotaba densamente, imantado, como una mano
acariciando.
Tu espalda como una llanura en el silencio
y el declive inmóvil de tu costado
en que trataban de levantarse,
como de un sueño, mis besos.
La atmósfera pesada
de encierro, de amor, de fatiga,
con tu corazón de virgen odiándome y odiándote.
todo ese malestar del sexo ahíto,
esa convalecencia en que nos buscaban los ojos
a través de la sombra para reconciliarnos.
Tu gesto de mujer de piedra,
última máscara en que a pesar de ti te refugiabas,
domesticabas tu soledad.
Los dos, nuevos en el alma, preguntando por qué.
Y más tarde tu mano apretando la mía,
cayéndose tu cabeza blandamente en mi pecho,
y mis dedos diciéndole no sé qué cosas a tu cuello.
Vamos a guardar este día
entre las horas para siempre.


La Luna
La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.

Lento, amargo animal
Lento, amargo animal
que soy, que he sido,
amargo desde el nudo de polvo y agua y viento
que en la primera generación del hombre pedía a Dios.
Amargo como esos minerales amargos
que en las noches de exacta soledad?
maldita y arruinada soledad
sin uno mismo?
trepan a la garganta
y, costras de silencio,
asfixian, matan, resucitan.
Amargo como esa voz amarga
prenatal, presubstancial, que dijo
nuestra palabra, que anduvo nuestro camino,
que murió nuestra muerte,
y que en todo momento descubrimos.
Amargo desde dentro
desde lo que no soy?
mi piel como mi lengua?
el primer viviente,anuncio y profecía.
Lento desde hace siglos,remoto ?
nada hay detrás?,
lejano, lejos, desconocido.
Lento, amargo animal
que soy, que he sido.



Horal
El mar se mide por olas,
el cielo por alas,
nosotros por lágrimas.

El aire descansa en las hojas,
el agua en los ojos,
nosotros en nada.

Parece que sales y soles,
nosotros y nada…


Siento que te pierdo
Siento que te pierdo...
pero no es que te alejes; es algo que me hunde, es algo que me pierde.
Tu voz ya no es susurro, ni nublado silencio.
Tu amor ya no es perfume, ni sueño, ni misterio.
Tus manos no me empujan, ni tu voz me detiene.
Ni tus ojos me apagan, ni tus labios me encienden.
Siento que no siento lo que yo sentía antes.
No hay odio que me aplaste, ni amor que me levante, (un algo se enroscaba de sueños en tu lengua y un algo se pringaba de nubes en mi senda.)
Tus manos ya no cantan la música de cera,
ni duermen los temblores que en mi carne se pegan.
Tu carne ya no tiembla en la danza del beso,
ni mi carne se enrosca al dormir en tu seno.
(Me hundía yo en tu vientre, y la luna lloraba; partíame en tu lengua, y la noche gritaba)
El crepúsculo muere en tu pelo sin gritos y mis ojos se cierran en los sueños dormidos.
Una noche. Un ciprés. Una tumba sin cruz.
Unos hombres que tiemblan (humedad que resbala angustiosa de azul).
¿Se apagaron las flores? ¿Se escondieron las luces?...
¿Se quebraron las hojas de las tardes azules?...
¿Solo tienes vestidos para días de fiesta?... yo prosigo lo mismo, con la ropa ya vieja.
Una nube de polvo se paró en el camino.
Un silencio se estanca; y yo sigo dormido.¿
No te llama la noche a seguir caminando?
Yo me alejo...me alejo... ¡pero no vas conmigo!...


Me gustó que lloraras
¡Qué blandos ojoss
obre tu falda!
No sé. Pero tenías
de todas partes, largas
mujeres, negras aguas.
Quise decirte: hermana.
Para incestar contigorosas y lágrimas.
Duele bastante, es cierto,
todo lo que se alcanza.
Es cierto, duele
no tener nada.
¡Qué linda estás, tristeza:
cuando así callas!
¡Sácale con un beso
todas las lágrimas!
¡Que el tiempo, ah,
te hiciera estatua!



Sitio de amor
Sitio de amor, lugar en que he vividod
e lejos, tú, ignorada,
amada que he callado, mirada que no he visto,
mentira que me dije y no he creído:
en esta hora en que los dos, sin ambos,
a llanto y odio y muerte nos quisimos,
estoy, no sé si estoy, ¡si yo estuviera!,
queriéndote, llorándome, perdido.
(Esta es la última vez que yo te quiero.
En serio te lo digo.)
Cosas que no conozco, que no he aprendido,
contigo, ahora, aquí, las he aprendido.
En ti creció mi corazón.
En ti mi angustia se hizo.
Amada, lugar en que descanso,
silencio en que me aflijo.
(Cuando miro tus ojospienso en un hijo.)
Hay horas, horas, horas, en que estás tan ausente
que todo te lo digo.
Tu corazón a flor de piel, tus manos,
tu sonrisa perdida alrededor de un grito,
ese tu corazón de nuevo, tan pobre, tan sencillo,
y ese tu andar buscándome por donde yo no he ido:
todo eso que tu haces y no haces a veces
es como para estarse peleando contigo.
Niña de los espantos, mi corazón caído,
ya ves, amada, niña, que cosas digo.


Los años cuarenta en Chiapas y el joven Jaime Sabines

La década de 1940-1950
La década de 1940-1950 en México, como hemos observado, es un tiempo importante en el espacio de la literatura. En 1945 Jaime Sabines se inicia, públicamente en Chiapas, como escritor de poesía. La singularidad del poeta y el tiempo literario en el cual incursiona nos exige realizar un segundo recorrido contextual.
La primera formación intelectual la recibe Sabines en casa de sus padres, en la primaria y la secundaria, en medio de las discusiones y debates que se agitaban en los periódicos y revistas estatales y nacionales que por entonces circulaban en el estado. Los escritos de los intelectuales chiapanecos desde la Ciudad de México enviaban a la revista o diario oficial de turno, los de los residentes en el estado, las colaboraciones de los jóvenes; la investigación en varios campos como la antropología, la arqueología, la historia, la tradición literaria, la música, el folclor, etcétera. La lectura recomendada de los profesores especialmente de literatura e historia y todos aquellos libros que de una u otra forma circulaban entre los jóvenes que se iniciaban como lectores, como poetas. En fin. Una crónica destacable, de acuerdo a la información disponible, en dos direcciones, hará posible enterarnos de ciertos y determinados sucesos, posiciones, ideas, cuestionamientos, logros, dudas, aportes, cambios y rupturas.
En 1945 cuando el joven Jaime Sabines da los primeros pasos en la literatura desde el Instituto de Artes y Ciencias del estado de Chiapas, por medio de su activa participación en las clases que recibía, en los distintos eventos cívicos que allí se organizaban y en la publicación mensual de El estudiante en la que colaboró con poemas; en algún momento en calidad de director con editoriales y selección de textos de poetas como León Felipe, Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca, entre otros. En la clase de literatura en una u otra ocasión el joven Sabines declamaba un poema para ilustrar éste o aquél planteamiento en torno al romanticismo, el modernismo o a uno de los poetas del momento como la Generación del 27, o de los Contemporáneos mexicanos. La señora Josefina de León quien fue compañera de Jaime Sabines en secundaria recuerda que en una ocasión el joven poeta declamó Nocturno de José Asunción Silva. Y para dejar salir a flote el sentido del humor y la irreverencia del chiapaneco cuando la voz del declamador llegó a los versos y era una sola sombra larga… y era una sola sombra larga… ayudado por la necesaria entonación, estirando el brazo de aquel flaco y alto muchacho, propició de inmediato risas en varios de los condiscípulos. El poeta hizo una pausa y continuó. En distintos momentos en el salón de clase de literatura se escuchó al joven Sabines declamar a Urbina, Gutiérrez Nájera, Santos Chocano, Amado Nervo…
Varios de estos poetas y algunos de sus poemas los encontró, en el siempre aludido Declamador sin maestro, y otros los obtuvo en la biblioteca del profesor Eliseo Mellanes Castellanos, me ha contado este veterano cronista de Tuxtla Gutiérrez.
Jaime Sabines vivó en Tuxtla Gutiérrez su niñez y parte de la juventud. Colaboró en periódicos y revistas llevado por los profesores y sus hermanos. Su temperamento huraño, la viva actividad crítica ante todo lo que sucedía a su alrededor, la condición de poeta inconforme con la tradición, las búsquedas siempre insatisfechas, sobre todo ante las presencias románticas y modernistas lo dejaban con la certeza de la inconformidad. La duda y la necesidad de encontrar otra forma, sin las retóricas vigentes, lo atraían. La poesía española reciente, rebelde y crítica, lo formó literariamente, año con año. Era un insatisfecho con su vida y, claro, con lo que escribía. Contó a su favor con la sabia paciencia del padre y con la avidez indomable del chiapaneco, por la vena materna.

No debe olvidarse que a la familia Sabines Gutiérrez se le ha llamado, por su unidad inquebrantable, un clan cimentado en bases árabes y en las patriarcales de tipo colonial mexicano-chiapaneco. El primer miembro sobresaliente de la familia Gutiérrez, Joaquín Miguel, fue un militar y político que gobernó el estado de Chiapas por los años treinta del siglo XIX; fue en 1827 el fundador de la masonería en Chiapas. Enfrentando el sector conservador, en especial a Estaban Figueroa, fue acorralado y asesinado en 1837, y luego su cuerpo descuartizado al ser arrastrado por un caballo por la calle principal del Tuxtla de aquellos días. Jaime Sabines lleva sangre guerrera por las dos líneas, paterna y materna. Creció en medio de estructuras fuertes, cerradas. Este aspecto sociológico es importante para entender su rebeldía vital.
Cuando Jaime Sabines ha llegado a encontrar su propia voz, como él mismo reconoce, estamos en el año de 1949. La revista Hontanar, editada en Chiapas (Junio 30 de 1949) inicia una encuesta a varios escritores sobre el asunto de la cultura en el estado. Uno de los que respondió fue Vicente Liévano, "testigo excepcional del desarrollo de la cultura chiapaneca desde la época de entre siglos hasta la actualidad". El escritor destaca la presencia de Miguel de Cervantes en la obra de Emilio Rabasa y, además, recuerda la novela histórica del sancristobalense Flavio A. Paniagua; "los cuadros pintorescos" de José Casahonda Castillo, quien con su escritura "rememora la pluma de Valle Arizpe", alude a la obra poética de Rodulfo Figueroa, de César y Francisco Lara, Santiago Serrano, Antonio Vera Guillén, Armado Duvalier "de impecable ritmo y cadencias de fontana"; la de Tomás Martínez, Jaime Sabines, Enoch Cansino Casahonda, Falconi Castellanos y "otros".
La encuesta orientada por el director de Hontanar, Andrés Fábregas Roca, generó polémica gracias a que, entre otros, Vicente Liévano, afirmó categórico que "no existe una genuina cultura chiapaneca". Por su parte Jesús Agripino Gutiérrez, en su respuesta se aboca a destacar otros escritores del momento: Raúl León, Héctor Eduardo Paniagua, Ernesto Parres, Ángel Pola, Flavio Guillén, Mariano H. Ruiz, Francisco J. Grajales, Clemente Robles Castillo, Horacio Castillo, Andrés Serra Rojas, y "otros". "Estos –afirma–, sólo han sido y son valores de la cultura nacional, pero no de la chiapaneca en especial." Expone un conjunto de ideas para llevar a la práctica el estímulo a la lectura de tal forma que Chiapas "se ponga al nivel de la cultura general contemporánea".
En Hontanar aparecen textos sobre La cultura chiapaneca de Carlos Cáceres L., quien se recrea, particularmente, en el mundo prehispánico. Con detalles bibliográficos describe el descubrimiento de las ruinas de Palenque. Por otra parte nos encontramos con un ensayo erudito, de tipo filosófico, de Pedro Alvarado Lang: Por el mundo de la cultura.
Lo que nos interesa destacar es que los escritores mencionados son buena parte de los que han hecho un trabajo periodístico y literario importante para fines de los años cuarenta en Chiapas. O por lo menos son los que publican ensayos, notas, poemas y reseñas de libros.
Los años cuarenta en el campo de la información, a pesar del atraso económico, de las rémoras sociales y los cacicazgos políticos, el espacio de la cultura a través de los medios impresos, periódicos, diarios, semanarios y revistas quincenales o mensuales cobra singular importancia. Algunos políticos entienden la importancia de ventilar ciertos asuntos y formar una corriente de opinión favorable para tareas necesarias como la investigación, la alfabetización, el desarrollo turístico, agilizar una economía atascada en las antiguas relaciones coloniales, etc. Veamos algunos detalles referidos a la cultura puesta en marcha a principios de los años cuarenta.
En abril 15 de 1943, en Chiapas Nuevo, significativo nombre del diario, Wenceslao Domínguez, escritor bien informado del pasado, escribe sobre La cultura en Chiapas; se ocupa de la Colonia y se explaya, con vehemencia, en la conquista española. Pedro de Iryven colabora con un texto folklórico en torno a El jicalpextle chiapaneco y Julio Farías, el director, en sus Apuntes de viaje ofrece al lector la última crónica, de ocho, Con el presidente Ávila Camacho a través de Chiapas.
Estos años conocieron una relativa, para hoy, pero muy importante para aquellos años, diríamos intensa y extensa producción ensayística dado que la provincia apenas empezaba a despegar de sus atrasos y estancamientos milenarios. Los ensayistas, residentes en el estado o en la Ciudad de México, políticos, funcionarios, periodistas, abogados y poetas, en especial, se ocupaban de temas propios de la historia, geografía, arqueología, antropología, educación y cultura. Se interesan por personajes legendarios como fray Bartolomé de las Casas y fray Matías de Córdoba. Ya en 1942 Pedro Magaña León reflexiona sobre América y sus aportes. El joven Eliseo Mellanes Castellanos da a conocer Acotaciones para la bibliografía de Chiapas donde reconoce los estudios bibliográficos de Bernardo Reyes y anuncia la monografía sobre el periodismo en el estado de Fernando Castañón Gamboa. En ese mismo número de Chiapas Nuevo se lee un interesante reportaje en torno a El paraíso de los lacandones, "relatado por el turista norteamericano Charles H. Frey a Rafael Heliodoro Valle, periodista continental". El 24 de febrero del mismo año en dicho semanario se da a conocer una crónica del investigador Eliseo Palacios sobre tesoros paleontológicos hallados en La Frailesca, los cuales, dijo, "serán expuestos en la sección paleontológica del Museo de Historia Natural".
En la misma página, en un octavo, del diario Chiapas Nuevo leemos una nota-carta de Vicente Liévano sobre Nauyacas, poemario de Ernesto Parres, cuyo seudónimo literario fue Gastón de Vilac. Retomemos lo esencial del comentario. Destaca el escritor que "este original libro del tapachulteco que buscó en el verso libre y mucho hizo por dejar lo melancólico y metafísico en la poesía" para recrear asuntos propios de la vida real del hombre. Y agrega: "Nauyacas se intitula el nuevo libro de Ernesto Parres –consagrado poeta.– y, admirablemente patético describe cuadros de hermanas miserias en la zona fronteriza, actos fisiológicos, sin menoscabar la grosera realidad del bestial acoplamiento, atentados de los ricos hacendados sobre la impotencia abyecta del trabajador de la geórgica cafetera socunucense." La conclusión de la nota es bastante ilustrativa para entender los temas y formas con las que aquellos hombres en Chiapas se enfrentaron a comienzos de los años cuarenta del siglo XX: "...son páginas bellamente escritas y despiertan espacial interés por el fuerte colorido de sus cuadros y porque hoy por hoy entre la mayoría de los lectores somos contados los que no gustamos de espectáculos duros, de desnudos absolutos, y sentimos miedo y repugnancia ante los reptiles, como adviertes en tu libro, adelantándote al juicio de los que aún nos acordamos de los sanos consejos de la abuela; por que hoy por hoy, el espíritu discurre por ámbitos de realismos ásperos en donde ya no se peca por nudismos ni por lacras al aire libre, y es patente la atracción de la materia mientras el espíritu se remonta, buscando las regiones abandonadas en esta etapa de inquietudes y de incertidumbres, que se goza del bien intelectual que se posee dando a la luz vidas paralelas a las de Carrillitas, Pito Pérez y otros libros descriptivos de psicologías ensombrecidas."
En la sección Bibliografía, el director transcribe fragmentos de la presentación del propio autor que retomamos: “Sus páginas han sido arrancadas de la vida de nuestros campos. Sentí tanto escrúpulo al escribirlas, como profunda tristeza me dio la consciencia de los hombres de la ciudad, únicos responsables de la tragedia del pueblo de mi patria. Alguna vez pensé modificar la crudeza de los relatos, quitar el cieno que escurre por sus páginas, pero al hacerlo mi propósito se empañaría ¿y por qué razón voy a poner un lenguaje florido en boca de quien no lo tiene? Ya lo dije: mi libro es la realidad.” Más adelante agrega: “Si el lector siente repugnancia por los estercoleros, por los espectáculos duros, si se escandaliza ante el desnudo, si siente miedo ante los reptiles, que no se acerque. Este libro es un animal de nauyacas.”
En el ya reconocido periódico estudiantil del entonces Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas, El estudiante, sencillo semillero de poetas, a mediados del año cuarenta, da a conocer varios poemas de la jovencita Rosario Castellanos: Consolador olvido, Mientras llegas, La pena sólo es mía, La muerte, Tu serás. Y el 7 de julio de 1943 en la misma publicación aparece: En paz. Todos esos poemas fueron escritos entre 1940 y 1941. Agripino Gutiérrez, profesor de literatura de aquellos jóvenes, no se equivocaba al presentar a la jovencita en las páginas de El estudiante como una promesa literaria.
Por estos años ya varios cuentistas han aparecido: Eraclio Zepeda, Jacobo Pimentel. En Claridad (1946) se lee: El sueño de don Quijote de Ambrosio Nieto.
Contó con destacada presencia el Boletín de la Sociedad Científica, Literaria y Artística por el año 1943, editado en San Cristóbal de las Casas. Una de sus principales preocupaciones fue la de reconstruir al pasado colonial desde una muy clara visión conservadora. Se recuerda, por ejemplo, a Francisco Ortés de Velasco por su "audacia (propia) de los valientes de la conquista de los Yndios del mar océano" quien fue "intrépido y diestro capitán".
En diferentes publicaciones se observa el interés por recordar a escritores, educadores y artistas del siglo XIX. Agripino Gutiérrez siempre se nota preocupado por los temas de la lectura, de las bibliotecas; cada una de sus colaboraciones está animada por proyectos concretos para impulsar y desarrollar el estudio, el conocimiento en varios y diferentes campos del saber. A su manera, desde ordenadas bibliografías, Eliseo Mellanes Castellanos, enseña su preocupación por el pasado y el estudio de obras del presente. Se recuerdan, en los diarios, músicos y políticos.
Los años cuarenta en Chiapas son años en los que el gobierno central se interesa por iniciar el desarrollo de la infraestructura vial, la construcción de viviendas y centros de salud.
En estos años que corren en 1940 y 1950, se han formado importantes escritores que serán los vanguardistas literarios nacidos en Chiapas: Gastón de Vilac, Antonio Vera Guillén, Armado Duvalier, Ramón Rosemberg Mancilla y un poco antes, Santiago Serrano. Éste último en los años 20 con Mi amazona da comienzo a una rebelión formal y temática con este poema escrito en Nueva York en 1919. Tiene importancia en la medida que deja atrás la métrica y rima decimonónica y sobre todo el tono melancólico y metafísico heredado del romanticismo y aún vigente entre los modernistas tardíos. Pero el poeta se apoltronó en las formas tradicionales y no dio más pasos adelante. La obra poética de Vera Guillén y Gastón de Vilac permanecen en secretas bibliotecas particulares, excepto algunos poemas. Los más visibles para nosotros son Duvalier y Rosemberg Mancilla, a quienes hemos estudiado y les dedicaremos unas páginas para destacar sus propuestas y aportes, bastante mal leídos, si acaso; peor aún, ignorados por muchos.
Los años cincuenta estarán marcados por el Ateneo. En torno a las actividades del Ateneo falta mucho qué decir. Apenas se vislumbran detalles bibliográficos. El Ateneo logra reunir investigadores, escritores, poetas, grabadores y pintores, principalmente. Por estos años, Jaime Sabines vive en México. Y es Duvalier quien da a conocer especialmente su vanguardista propuesta: el alquimismo poético.



BIBLIOGRÁFICAS

Jaime Sabines. Algo sobre su vida
Carla Zarebska
Plaza Janes


“Carla Zarebska ha hecho una obra en la que cabe todo como en una novel o en un poema. Es un descenso a la memoria, un fluir de recuerdos, una invasión a la intimidad, un álbum de fotos, la apertura de un archivo lleno de cartas, recortes, recados, dedicatorias. Es un collage en que las imágenes y los fragmentos autobiográficos coexisten con las ideas poéticas de Sabines.”

José Emilio Pacheco


Jaime Sabines. Entre lo tierno y lo trágico
Óscar Wong
Editorial Praxis


La poesía de Jaime Sabines expresa categorías profundas de la existencia. Y llena vacíos emotivos. Por eso ocurre la identificación plena entre el espectador y esta obra vigorosa y contundente. La propuesta discursiva del cantor de Chiapas (Tuxtla Gutiérrez, 25 de marzo, 1926-México, DF, 19 de marzo, 1999) se basa en la imagen conceptual, con valor lógico desde luego, concatenada a la imagen intuitiva; sus enunciados metafóricos, distantes de los regodeos retóricos o preciosistas de otros autores, también reflejan la evolución temática del poeta. Jaime Sabines. Entre lo tierno y lo trágico más que un análisis estilístico es un homenaje, un reconocimiento a su hondura emocional. Con amorosa energía y expresividad, el poeta enhebra la condición humana y responde, con su obra, a la eterna interrogante: ¿por qué estamos en el mundo? La poesía de Sabines revela con pericia categorías muy sensibles de la realidad, de la existencia.


Habla Jaime Sabines
Mónica Plasencia
Ediciones El Tucán de Virginia


“He aquí la primera entrevista-libro que se publica sobre Jaime Sabines. Dividida en temas (la poesía, la política, la religión, el dolor, el tiempo, la muerte) es un ejemplo del bien hacer y nos da una suma final de las preocupaciones y obsesiones del gran poeta chiapaneco. Aquellos que, por ignorancia o mala fe, lo han visto desdeñosamente como un ingenio lego, este breve libro de la española Mónica Plasencia Saavedra muestra la gran lucidez de Sabines: cómo sabía interrogar los misterios primordiales del mundo y de sí mismo respondiendo con conceptos llenos de sencillez y hondura.”

Marco Antonio Campos


Lo sagrado en la poesía de Jaime Sabines
Guadalupe Flores Liera
Universidad Nacional Autónoma de México


En la obra de Jaime Sabines predomina una visión sagrada del mundo, una ecléctica búsqueda donde el judeocristianismo, el budismo y el Islam se dan la mano para aproximarse a los problemas esenciales del hombre y proporcionarle algunas respuestas que le son fundamentales para poder seguir adelante, y que conducen por caminos complejos la reflexión primea y casi por caminos complejos la reflexión primera y casi intuitiva de sus primeros libros: que los acontecimientos presentes están ligados a acontecimientos primordiales a consecuencia d los cuales el hombre ha llegado a ser lo que es, es decir, que el hombre es resultado de ciertos hechos no sólo de la historia -de donde se origina el tipo de sociedad en que vive-, sino de acontecimientos míticos que explican la vida física y espiritual que ha sido predeterminado a vivir y que además moldean su psicología, porque certifican en su conciencia la calidad de lo inexorable. Cada vez que Sabines reflexiona acerca del hombre, revive un caudal mítico y exacerba su religiosidad y sus aspiraciones morales, así como la convicción de que cada acto suyo repite otra vez simbólicamente aquel pasado original.


Sabines al natural
Selección poética de Jaime Sabines
Gobierno del Estado de Chiapas

La poesía de Jaime Sabines tiene variación temática, son recurrentes: el amor, la muerte, la naturaleza, la soledad, impregnados por los propios sentimientos del poeta y del hombre.
Esta selección busca explorar nuevas rutas para la lectura de sus poemas, el hilo conductor es partir de los cuatro elementos naturales constantes en su obra: tierra, agua, aire y fuego.
El propósito es acercar a los jóvenes lectores a la obra del Poeta Mayor, con otra mirada, es decir, descubrir que en estos poemas existe una relación muy estrecha con el mundo natural. El poeta con su mirada lírica dimensiona el orden cósmico en que la existencia humana participa en los ritmos de la naturaleza.
Varios de los poemas expresan al poeta solitario, al poeta hombre, que mantiene una fuerza y tenacidad que lo sujetan como un símil a las propiedades de la vida, donde se establece una relación con el “nosotros” entre la vida y el hombre, entre los elementos y la existencia.
Algunas poemas son el viaje a un fondo oscuro en las emociones de lo humano, siempre con fuerza y desgarradores.


Piedra de Toque
UN TEXTO Y DOS POEMAS
Ricardo Cuéllar Valencia

En el año 2002 la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Nacional de Colombia editaron el libro México en la poesía colombiana. Posadas. Presentamos la nota que escribió el compilador y mis poemas incluidos en ese texto.

“La poesía habla de la poesía. En el arte, la transcreación es un hecho siempre vivo. Es el pensamiento el que aprende a escribir, al procesar la experiencia de las múltiples lecturas, sea la lectura de la poesía o de la pintura, o de la música, o de las geografías, o de la gestualidad de las personas, o de la historia. A la manera de los palimpsestos, en el arte literario siempre respiran imágenes del pasado, imágenes borrosas por el tiempo pero en todo caso legibles. Por eso habla Sor Juan a través de la escritura de Francisco Álvarez de Velasco, como lo hace también Manuel Gutiérrez Nájera en la poesía de José Asunción Silva. Los poetas están lejos y están cerca entre sí. Una voz alienta a otra voz, con los ecos que permanecen con armonías. De allí la presencia de los escritores mexicanos Nervo, Novo, Pellicer, Nandino, Villarrutia, Fuentes, Rulfo, Paz, entre otros, en la poesía del siglo XX escrita por colombianos.
Lo que el ojo mira, porque no sólo ve, empuja a que la memoria guarde esas representaciones vivificadoras de la experiencia. Entonces aparecen las ciudades y los pueblos mexicanos dibujándose con la letra; de allí la evocación de Sayula, en el canto de Barba-Jacob; las fotografías de Acapulco adheridas en las palabras de Laura Victoria y de Emilia Ayarza; los cuadros geográficos de Tepozatlán colgados en los poemas de León de Greiff y Felipe Agudelo; Oaxaca reconstruida en la memoria de Antonio Correa; Morelia hecha metáfora en la propuesta de Jorge Bustamante; los íconos sobre la ciudad de México en os versos de Harold Alvarado Tenorio, de Eduardo García Aguilar, de Fernando Herrera y de Ricardo Cuéllar Valencia… Y con la ciudad, la pintura, la de Kahlo y Rivera, también la de Tamayo y los grabados de José Guadalupe Posada, como telón de fondo en los ritmos poéticos de Piedad Bonnett, Sonia Truque, Luz Mery Giraldo, Guillermo Linero, Juan Manuel Roca y Rojas Herazo.
La novela Pedro Páramo es objeto de recreación en la poesía de Juan Manuel Roca y William Ospina, porque sin duda es la novela de un autor que, como Rulfo, nos ha ayudado a repensar la mismidad latinoamericana, pero sobre todo porque Rulfo es como un fantasma que siempre asedia nuestra escritura, que nos interpreta cuando caemos en la desmesura y en el afán, que nos pide ir despacio, muy despacio, que nos hace sentir el tequila como bien lo hacen Mutis y León de Greiff.
En fin, este libro se llama México en la poesía colombiana. Posadas porque intenta mostrar el alojo cultural y literario de México en Colombia y de Colombia en México, pero también porque los mundos de José Guadalupe Posada son mundos nuestros, más aún en estos tiempos en que la muerte nos ronda, porque la vida, la de aquí, no vale nada, como sí vale la muerte. Las palabras de Jorge Zalamea, quien viviera también en México, cobran vigencia hoy en nuestro país; muchos pasajes de sus remembranzas, como los que incursionan en la vida política de México, los podemos leer en puente con la Colombia de hoy. Las impresiones de Zalamea complementan muy bien la poesía de Augusto Pinilla, cuando recuerda la beligerancia de Zapata y de Villa, como recuerda a Bolívar y a Hidalgo.

FABIO JURADO
Profesor del Departamento de Literatura
de la Universidad Nacional de Colombia




EL ESPÍRITU DE LA TIERRA

Para Federico Álvarez del Toro

El espíritu de la tierra florece en el caos
Hirviente
Amasando las espumas del fuego
Gota a gota espesa los alaridos
En las especies que cantan y sueñan
Nace la luz verde
Bajo los rumores y sugerencias del viento
Espirales de esencias sonoras
Asaltan los cuerpos de la media noche
Danza ancestral del Deseo
Materia del misterio
Algas heridas por las sombras
Prolongando el éxtasis
Naturaleza original de los sentidos
Semilla abrasada al agua abrasada
Semen –orilla de la fuga fugaz
Sólo, la herida popula y copula
En el animal, sapo, mono, homo
Solo, rasgo, vertiente de la mar,
Rayo secreto, pétreo, nocturno,
Donde brota la luz solar
Cálida capa transparente
Emerge de tu música Federico
Bailarín de la insuficiencia
Nuestra es la bondad de roca
Cara a cara de la tierra que era y aras
Si arador
Adorador
Brujor
Soñador
Una gota-gota cae
Río Nandayapa
Vértigo-ego
Alcaráz
Tierra-habla
Lacandón
Sueño
De la respiración
(RCV)

SIETE CELEBRACIONES

I
Cubierto por la ritual brisa nocturna
Litúrgico origen del insomne que sabe del Sol Negro de los Mayas y Nerval
Atraído por el deleite de la Gran Sombra
Los seres y los signos de las siete cuevas
Los siete días los siete dioses y los siete astros
He vivido un sueño sagrado

II
Nos acerca al universo del Deseo
La Diosa Amante de la Noche
Nacida del Mar semilla de la Necesidad
Festiva persuasiva y oculta
Real e irreal en el cuerpo y el alma
Diosa fecundadora de la Tierra y el Sol
De los extraviados y errantes
Amo tu boca agreste y sedosa
Seducido por tu floreciente seno
Que en su potestad divina y secreta
Convoca los cielos y la tierra bajo su poder

El calor de los mortales
Concede a la salud su fuerza de la Enfermedad
Una débil pluma aita el viento del insomne
Con la calma del movimiento de una ala del sol

III
El más remoto canto de los seres de las aguas
Guarda la memoria de los sueños
Como sustancia secreta de la vida
Va y viene por el rocío de las montañas y praderas
Con el canto de las huellas de animales que apenas pisan la tierra
Con el paso de las aves que anuncian cada deterioro del día

Las cosas sin nombre recorren sus espacios
Como galgos del tiempo y fisuras del azar
Una mujer que teje las observa
Y deja que el sueño las nombre en su deriva
Gracias al sol de la noche que preside el universo
Para él canto la Estancia y el Deseo

IV
En los agotadores sueños del vientre
En los movimientos celosos de la cuna
Bajo el apogeo de la pasión
La tierra madre nos seduce
Ella es la virgen hermosa, la diosa de todos los orígenes,
Ella sabe de los sagrados misterios y rituales
Su inspiración brilla en cada instante de la noche
Nuestro cuerpo se deleita con el goce de su realidad

V
El día danza con luminosos pies
Abate presuroso los rugidos y los sonidos
Deja caer su flotante luz sobre la humedad de las cosas
Para que el tiempo de las cifras
Engendre las lluvias y el ámbito de las aguas
No seré el que fecunde el ánimo de las cosas
Ni el único principiante de las voces de los sentidos arcanos
Que el hombre ha perdido en su memoria del tiempo
Por ser la negación de su reposo y su saber

VI
He permanecido en el alígero sueño
En las alas del poder del destino
Que presagian el mensaje invocado por el azar
Cuando la dulce noche visita nuestros cuerpos
En esta posada que señala el lugar de nuestra estancia
Sólo la voluntad descubre la obscuridad de lo invisible
Con el gozoso delirio que inspira el ansia y el velo
El rito y el perfil del enojo de la serenidad

VII

Nuestras visiones no mitigan las penas
Las angustias y temores que huyen
En el instante que florece la muerte
Ni buscan el aparente refugio inmortal de las almas
O la supremacía de las ataduras en que cabalgan las cosas
Nuestras visiones trabajan en el duro trajín del reposo y el olvido
(RCV).



MÉTODO FÁCIL Y RÁPIDO PARA SER POETA
Jaime Jaramillo Escobar


ESCRIBIR Y REDACTAR

No debe confundirse redactar con escribir. Aprender a redactar es fácil. La mayoría de las personas pueden hacerlo. Para eso existen normas, a las que algunos llaman técnica. Escribir es más difícil y sólo está al alcance de una minoría. Porque, mientras redactar sólo requiere una gramática y el conocimiento de lo que se desea expresar, escribir es creación y por lo tanto requiere inventiva, imaginación, fantasía, originalidad, elocuencia y genialidad en algún grado.
Redacta el que tiene algo para dar a conocer en prosa expositiva. Requieren redactores el periodismo, la didáctica, la crónica, las ciencias, las comunicaciones en general. Escriben el narrador, el poeta, el autor teatral, el ensayista, el historiador. Se redacta una carta, un informe; se escribe una fábula, un relato.
Redactar es un trabajo de la inteligencia racional. Escribir es realizar una obra de arte. La obra de arte va más allá de la lógica. Por lo general hay en ella algo inexplicable. Por eso se habla de creación.
Un párrafo redactado comunica ideas, transmite noticias. Un párrafo escrito comunica emociones, excita la sensibilidad, convierte energía en belleza.
Se redactan un tratado o un código. Se escribe un drama, una comedia. Para redactar hay que estar cuerdo; para escribir hay que estar loco. Si se es un escritor a medias, es porque se está medio loco. ¿Quién era el loco: Cervantes, o Don Quijote?

NOTAS
1. Fuera de papel y lápiz, ningún escritor necesita nada más. J. G. COBO BORDA
2. Un verdadero escritor puede escribir en cualquier parte, en cualquier circunstancia o complejo de circunstancias, y nada puede impedírselo. WILLIAM SAROYAN
3. En este momento hay algún fulano, en alguna parte del mundo, que está tratando de emular a Shakespeare. Dentro de diez años será senador. WILLIAM SAROYAN
4. Escapar de sus detractores, es ya una victoria; pero, ¿cómo escapar de sus imitadores? La última victoria de un gran escritor, sería ser inimitable. J. M. VARGAS VILA
5. Sintetizar con arte un tema extenso es lo que más gusta a los sabios. PINDARO
6. Escriban algo que crean nuevo y alguien les dirá que los griegos ya lo habían escrito mucho antes que ustedes. CHARLES FORT
7. La poesía debe estar por lo menos tan bien escrita como la prosa. EZRA POUND
8. Los buenos versos han de tener la calidad flexible de la buena prosa; deben decir algo. J. G. COBO BORDA
9. Todos empezamos por ser escritores geniales. Luego volvemos a la cordura. JORGE LUIS BORGES
10. Cuando uno empieza a escribir por primera vez, nunca fracasa. Uno piensa que es maravilloso y se divierte mucho. Piensa que es fácil escribir y disfruta mucho haciéndolo, pero está pensando en uno mismo, no en el lector. El lector no disfruta mucho. Más tarde, cuando uno ha aprendido a escribir para el lector, ya no es fácil escribir. De hecho, lo que uno recuerda en última instancia acerca de algo que haya escrito, es lo difícil que fue escribirlo. ERNEST HEMINGWAY

1 comentario:

  1. Yo tengo los pocos pero valiosos poemas de el profesor ramon rosemgerg mancilla .
    Mi num si alguien le interesa tenerlos o difundirlos 812 658 84 39

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